<p>En una reunión con el presidente Nicolas Sarkozy, el dirigente de Cirenaica logró también que Francia intensificara los bombardeos aéreos sobre las costas central y occidental de Libia. Entretanto, Naciones Unidas buscaba medios para quebrar el “impasse” en el campo de batalla. <br />
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Esta fase de la guerra civil ha costado cientos de bajas en la tercera ciudad del país (Misurata) y Adyabiya, cerca de la región oriental controlada por Benghazi. Esas dos poblaciones pudieron ser parcialmente reocupadas por los rebeldes.<br />
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Casi simultáneamente, se supo que el desertor Mussa Kussa, ex canciller de Trípoli, residente en Londres pidió asilo en Qatar. Junto con Kuwait, es el emirato más “democrático” del golfo Pérsico. Por otra parte, otro ex ministro de Ghadafi –Abdulrahmán Shalgam- recordó que Kussa eludió las sanciones financieras impuestas a la cúpula libia. Pero afronta un proceso por el ataque al vuelo 103 de Panam en Lockerbie, Escocia. Qatar no tiene acuerdo de extradición con Gran Bretaña.<br />
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El envío de “asesores militares” al frente lleva a los tres gobiernos muy cerca de los límites establecidos por la resolución del Consejo de Seguridad a mediados de marzo. Su texto autoriza ataques aéreos pero excluye específicamente “cualquier fuerza extranjera de ocupación”.<br />
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Ahora, esta triple decisión unilateral representa un reconocimiento tácito: cinco semanas de hostigamiento aéreo no han mellado la resistencia de los Ghadafi. Tampoco parece atinado reducir los esfuerzos adicionales a pequeños contingentes –veinte o menos- de británicos, franceses e italianos.<br />
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Francia e Italia también mandan tropas a Libia
París y Roma anunciaron que se unirán a Londres y enviarán asesores (un eufemismo) en apoyo del gobierno de Benghazi. Esto consolida a su líder, Mustafá Abdel-Dyalil, y dará un respiro a un ejército aún a merced de Muammar y Jamís Ghadafi.