Brasil, fruto de una saga a veces contradictoria

Desde antiguo, el país se creía destinado a cosas grandes tras separarse de Portugal y hacerse imperio (1822). En el exterior, muchos coincidían. El más brillante fue el austríaco Stefan Zweig. Su libro, Brasil, tierra del futuro, se publicó en 1941.

20 abril, 2011

<p>&nbsp;No obstante, durante mucho tiempo &ndash;apunta un estudio del Economist- y como otros pa&iacute;ses de tama&ntilde;o continental, estilo Rusia o China, Brasil mir&oacute; para adentro. Se dedicaba a su propio desarrollo y descuidaba al resto del mundo, un pecado para la concepci&oacute;n conservadora t&iacute;pica de las econom&iacute;as anglosajonas. Uno de sus adalides, la ex primera ministra Margaret Thatcher, qued&oacute; muda de asombro en 2002, al contemplar desde el aire San Pablo y sus rascacielos. Ese mismo a&ntilde;o, el gigante pasaba a observador en el grupo de los 8.<br />
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Por cierto, Leslie Bethell (historiador brit&aacute;nico especializado en Latinoam&eacute;rica), &ldquo;reci&eacute;n en los &uacute;ltimos veinte o veinticinco a&ntilde;os, Brasil empez&oacute; a influir en cuestiones regionales y mundiales proporcionalmente a tama&ntilde;o geopol&iacute;tico, recursos naturales, peso econ&oacute;mico y financiero. El fen&oacute;meno refleja algo nuevo en su historia: estabilidad&rdquo;. <br />
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Por ejemplo, empresas otrora remisas a aventurarse en el exterior van cambiando de perfil. As&iacute;, Vale do rio D&ocirc;ce &ndash;la mayor productora mundial de hierro- se qued&oacute; en 2009 con una de las minas m&aacute;s grandes que subsist&iacute;an. JBS, primer grupo frigor&iacute;fico internacional, tom&oacute; la procesadora de pollos tejana Pilgrim&rsquo;s Pride. Casi al mismo tiempo, la sider&uacute;rgica Gerado cop&oacute; por US$ 1.600 millones su propia subsidiaria en Estados Unidos. <br />
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En materia financiera, Banco do Brasil &ndash;l&iacute;der sudamericano en el sector- comenz&oacute; a expandirse afuera. No para acumular activos, sino para respaldar firmas locales en proyectos orientados al exterior. Por ejemplo, adquiriendo por US$ 740 millones el control del argentino Banco Patagonia.<br />
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Por otra parte, se&ntilde;ala Bethell, &ldquo;las compa&ntilde;&iacute;as extranjeras se vuelcan a Brasil no s&oacute;lo por el mero volumen del mercado interno. Tambi&eacute;n lo ven como plataforma hacia los vecinos, dada la extrema afinidad entre castellano y portugu&eacute;s&rdquo;. Tambi&eacute;n &Aacute;frica subsahariana es un campo donde el portugu&eacute;s (virtual lingua franca en Angola, Mozambique, Cabo Verde, Guinea-Biss&aacute;u) juega con claras ventajas. Bastan dos casos ilustrativos: el centro t&eacute;cnico de General Motors &ndash;dise&ntilde;a veh&iacute;culos aptos para mercados emergentes- y la planta de Fiat, segunda en el mundo.<br />
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Por supuesto, analistas m&aacute;s afines a Zweig que a Thatcher encuentran que la renovada confianza se vincula al ex presidente Luiz In&aacute;cio da Silva y ocho a&ntilde;os de gesti&oacute;n poco convencional. En particular, respecto a mantener medidas de su antecesor Fernando Henrique Cardoso ajenas a la ideolog&iacute;a de Lula y su gobierno. La clave fueron dos resultados: aproximadamente once millones de brasile&ntilde;os (sobre un total de 192 millones) ingresaron a la clase media en 2004/09 y, desde 1990, la pobreza se redujo a la mitad. Dilma Rousseff hereda todo esto.<br />
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Sin duda, &ldquo;el peso internacional del pa&iacute;s es indiscutible&rdquo;, admite Bethell. &ldquo;Ser&aacute; interesante ver si la nueva presidente mantiene las buenas relaciones con Ir&aacute;n o Venezuela, dos cucos esgrimidos por EE.UU. y Gran Breta&ntilde;a, si bien no tanto por la Uni&oacute;n Europea ni Sudam&eacute;rica&rdquo;.<br />
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En la visi&oacute;n conservadora, se subraya la persistencia de un sector p&uacute;blico ineficaz &ndash;federal, estadual- cuya burocracia traba negocios, aun contra las necesidades del gobierno nacional o los locales. Seg&uacute;n el informe 2010 sobre negocios (lleva el sello del Banco Mundial, pero lo confecciona el sector privado occidental), Brasil se ubica en el 129&ordm; lugar, o sea peor que Nigeria. Naturalmente, el gobierno y sus colegas emergentes no lo toman en serio. <br />
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