<p>Tras ochenta y cuatro años a menudo en la clandestinidad, con sus jefes en la cárcel o el exilio, la fraternidad vive un momento histórico. Sus decisiones podrían determinar el destino de un empréstito vital para Occidente y el sector privado cairota, por una serie de razones. <br />
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Naturalmente, en el país árabe más poblado (85 millones de habitantes) persiste una honda desconfianza hacia el Fondo Monetario Internacional. En parte, el imaginario popular lo vincula con las frecuentes intromisiones europeas desde fines del siglo XVIII, a veces para cobrar deudas otomanas. En particular, las invasiones y ocupaciones anglofrancesas entre 1797 y 1882.<br />
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En otro plano, muchos intelectuales sostienen que las reformas occidentalizantes de los últimos años enriquecieron a los militares y los paniaguados del gobierno. Pero el grueso de la gente quedó fuera, hecho que explica el ascenso político y social de la Hermandad Musulmana. Triunfante en las elecciones su partido Paz y Justicia, lo primero que hizo fue aprobar provisoriamente un crédito contingente por US$ 3.200 millones.<br />
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De pronto, “nos hallamos, luego de un aprendizaje muy breve, con exigencias de adoptar posturas capaces de afectar las vidas de todos”. Así señalaba Esam al-Haddad, flamante asesor de la HM y el partido en asuntos internacionales. Luego de volver a la legalidad (febrero de 2011). Por cierto, la organización ya funcionaba como enorme red de asistencia social, ahora empeñada en reinventarse, pasando a retiro líderes más habituados a frecuentar presiones que a recorrer el mundo. Su victoria parlamentaria apunta a desarrollar una nueva clase dirigente.<br />
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Ante una economía en declive, la Hermandad no puede perder tiempo denunciando conspiraciones sionistas, hipocresías norteamericanas o británicas y censurando a turistas que se pasean en bikini en Sharm-el-Sheij, un balneario fronterizo con Israel. Dejando de lado la loca violencia imperante en el fútbol, el gobierno trata de revivir el turismo: en 2011, cedió un tercio a raíz de los levantamientos sociales que acabaron con Hosni Mubarak.<br />
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También hay problemas con la inversión externa directa. Una canilla que había alcanzado el pico en 2007 (US$ 13.700 millones) se ha cerrado. Un sondeo realizado por Gallup entre abril y diciembre reveló que 54% de los egipcios considera el empleo y la expansión como prioridades. Apenas 1% privilegia la shariyá (ley islámica sunní). Inclusive los partidos religiosos prefieren arreglar la economía.<br />
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Sin embargo, los escépticos temen que la Hermandad, ya en el poder, retome la impronta social y deje que el país siga decayendo. Entretanto, la fraternidad y su partido han recibido crecientes misiones occidentales, entre ellas pesos pesados como JPMorganChase, Morgan Stanley, Coca-Cola, General Electric, General Motors, Royal Bank of Scotland, etc.<br />
Sin duda, el problema actual es que los análisis económicos y financieros son en general pesimistas. El gobierno militar apeló a los bancos locales en pos de créditos. Peor aún, quemó reservas en divisas, que se contrajeron de US$ 43.700 millones a 13.600 millones, el equivalente a tres meses de importaciones.</p>
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FMI: ¿cortejado por la Hermandad Musulmana?
Christine Lagarde habló por teléfono con el nuevo poder asentado en Egipto. Motivo: US$ 3.200 millones de un crédito virtualmente congelado mientras la economía arriesga un colapso. La entidad multilateral aceptaría renegociar un compromiso.