Finalmente ¿se viene una era post-post Thatcher?
Margaret Thatcher fue primera ministra desde 1979 hasta 1990. Su revolución conservadora dio vuelta Gran Bretaña. Al asumir Ronald Reagan en 1980, el dúo se lanzó, además, a rehacer el resto del mundo a su medida. No sería tarea fácil.
11 diciembre, 2009
<p>Pero, luego de la peor crisis financiera desde 1929/32 y una recesión inédita desde 1933/73, centradas en los dos bolsas principales (Nueva York, Londres), “¿qué queda de esa revolución conservadora?”. Eso se pregunta el analista británico Martin Wolf.</p>
<p>Mucho más que Reagan (o sea Henry Kissinger y Paul Volcker), Thatcher se propuso “revertir la decadencia de su país, eliminar la alta inflación, promover crecimiento y limitar la influencia gremial. Su gestión privilegió el control monetario, la desregulación –particularmente financiera-, la privatización y la flexibilidad laboral”. Significativamente, desde 1997 sus opositores se aprovecharon de esas políticas acentuando metas antiinflacionarias, incrementando la autonomía del banco de Inglaterra y fomentando la especulación financiera. Como laboristas, fueron atípicos aun para Gran Bretaña.</p>
<p>“El mundo cambió. El estado –deplora Wolf- ha sido obligado a rescatar banqueros. La estabilidad macroeconómica se ha esfumado. En el tercer trimestre de 2009, el producto bruto interno era 10% inferior al que habría sido si la tendencia iniciada en 1991 (+3% anual promedio) hubiese llegado a 2008”. En el proceso, cayeron la alta rentabilidad del sector financiero y el mito de que el estado no debe interferir con el mercado.</p>
<p>Sin embargo, aun con recesión, el PBI británico creció históricamente más que los de otros países europeos. Entre inicios de 1991 y mediados de 2009 –lapso muy arbitrario-, ese indicador acumuló 48% contra 35% de Francia y 22% de Alemania. Dentro del anacrónico grupo de los 7, sólo lo superan Estados Unidos (63%) y Canadá (60%). Gran Bretaña también fue más estable en esos diecisiete años, pero hoy su relación endeudamiento/ PBI (40%) y el déficit fiscal so demasiado altos. Ello implica que el reino precisa diez años secos para poner bajo control ambos factores, que Wolf considera claves.</p>
<p>Al fin de cuentas, “si las perspectivas dolorosas han de evitarse, la alternativa no es un cese de pagos con hiperinflación, sino la vuelta al crecimiento. Cuanto más rápido se opere, más fácil será manejar el déficit presupuestario”. Se explica, pues, que el columnista sugiera una tercera vía: políticas expansivas que promuevan una economía más diversificada y menos dependiente del sector financiero. “Esto ha de hacerse sin suprimir los mercados especulativos, sino guiándolos en la dirección correcta. A su vez, los estímulos fiscales vigentes deben fomentar inversiones en infraestructura real, investigación y desarrollo”.</p>
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