Hasta el cambio de frente mostrado en febrero i por Alan Greenspan, antecesor de Bernanke, su visión del mundo continuaba el “optimismo fundamentalista” proclamado en 2004 Greenspan. Sólo que, entonces, se trataba de la reelección de George W.Bush. Hoy, éste se bate en retirada, aunque su tozudez agrave tensiones en Irak.
En todo caso, el tipo de globalización en que piensan Bernanke o Greenspan vale sólo para economías centrales y algunos gigantes periféricos como China, India o Brasil.. A medida como se acerca la edición 2007del encuentro en Jackson Hole (cúpula del SRF y bancos centrales invitados, agosto próximo), el titular de lSRF se ve ante una coyuntura bastante compleja.
Hace diez meses, gobernadores y técnicos manifestaban temores –fundados- sobre la volatilidad política (o sea, guerras y conflictos locales) y el neoproteccionismo fomentado por el colapso de la ronda Dohá. Pero, claro, ahí era (y es) inocultable el papel negativo de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón
Repitiendo un libreto conocido, el banquero señalaba –ya en marzo último- que “los cambios económicos y tecnológicos pueden achicar efectivamente distancias en el futuro. Eso permitirá una mejora continua en productividad y niveles de vidal”. Pero “esa productividad, en la globalización generada desde los mercados financieros, significa mayor desempleo, inclusive en países centrales”, objetó desde Nueva York el economista Paul Krugman.
Sea como fuere, los avances en integración mundial nunca pueden darse por seguros. Al respecto, Bernanke aludió nuevamente (en abril) a tensiones geopolíticas y terrorismo. Pero también objetó “la oposición social a reformas que eliminan puestos laborales debido al cambio de tendencias comerciales y económicas”. En otras palabras, un fenómeno creado por la globalización misma.
Su exposición en el ùltimo Jackson Hole fue, si se quiere, curiosa. Pasó revista a la historia de la integración, desde el imperio Romano (obsesión de los ultraconservadores que rodean a Bush) hasta el presente. Pero, para desencanto de la prensa especializada, no habló de la situación ni las perspectivas en EE.UU. Tampoco aludió a política monetaria. “Fue uno de los peores discursos escuchados en años”, sostuvieron varios analistas de Wall Street. El perfil de Bernnake, entretanto, no ha cambiado.
Otros expertos, en esa tribuna y posteriores, optaron por el tema chino. Jean-Claude Trichet (presidente del Banco central europeo) y su colega inglés, Mervyn King, temen todavìa que la “nueva inflación” transmitida desde China a los mercados centrales modifique el sentido de la globalización”.
Curiosamente, hasta hace poco las exportaciones chinas a precios irrisorios le permitían a Occidente cierto desarrollo económico sin inflación. Pero eso está cambiando y, ahora, China e India fomentan hidrocarburos caros por su creciente necesidad de combustibles y energía. A fines de 2006, Bernanke reiteraba: “el surgimiento de China, India y los países de la ex Unión Soviética ha globalizado a gran parte de la población mundial”. Por lo visto, no tiene aún noticias de Vladyímir Putin y sus proyectos imperiales, opuesto a la globalización. No obstante, el rusó los explicó ya ante el Grupo de los 8 en dos reuniones.
Hasta el cambio de frente mostrado en febrero i por Alan Greenspan, antecesor de Bernanke, su visión del mundo continuaba el “optimismo fundamentalista” proclamado en 2004 Greenspan. Sólo que, entonces, se trataba de la reelección de George W.Bush. Hoy, éste se bate en retirada, aunque su tozudez agrave tensiones en Irak.
En todo caso, el tipo de globalización en que piensan Bernanke o Greenspan vale sólo para economías centrales y algunos gigantes periféricos como China, India o Brasil.. A medida como se acerca la edición 2007del encuentro en Jackson Hole (cúpula del SRF y bancos centrales invitados, agosto próximo), el titular de lSRF se ve ante una coyuntura bastante compleja.
Hace diez meses, gobernadores y técnicos manifestaban temores –fundados- sobre la volatilidad política (o sea, guerras y conflictos locales) y el neoproteccionismo fomentado por el colapso de la ronda Dohá. Pero, claro, ahí era (y es) inocultable el papel negativo de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón
Repitiendo un libreto conocido, el banquero señalaba –ya en marzo último- que “los cambios económicos y tecnológicos pueden achicar efectivamente distancias en el futuro. Eso permitirá una mejora continua en productividad y niveles de vidal”. Pero “esa productividad, en la globalización generada desde los mercados financieros, significa mayor desempleo, inclusive en países centrales”, objetó desde Nueva York el economista Paul Krugman.
Sea como fuere, los avances en integración mundial nunca pueden darse por seguros. Al respecto, Bernanke aludió nuevamente (en abril) a tensiones geopolíticas y terrorismo. Pero también objetó “la oposición social a reformas que eliminan puestos laborales debido al cambio de tendencias comerciales y económicas”. En otras palabras, un fenómeno creado por la globalización misma.
Su exposición en el ùltimo Jackson Hole fue, si se quiere, curiosa. Pasó revista a la historia de la integración, desde el imperio Romano (obsesión de los ultraconservadores que rodean a Bush) hasta el presente. Pero, para desencanto de la prensa especializada, no habló de la situación ni las perspectivas en EE.UU. Tampoco aludió a política monetaria. “Fue uno de los peores discursos escuchados en años”, sostuvieron varios analistas de Wall Street. El perfil de Bernnake, entretanto, no ha cambiado.
Otros expertos, en esa tribuna y posteriores, optaron por el tema chino. Jean-Claude Trichet (presidente del Banco central europeo) y su colega inglés, Mervyn King, temen todavìa que la “nueva inflación” transmitida desde China a los mercados centrales modifique el sentido de la globalización”.
Curiosamente, hasta hace poco las exportaciones chinas a precios irrisorios le permitían a Occidente cierto desarrollo económico sin inflación. Pero eso está cambiando y, ahora, China e India fomentan hidrocarburos caros por su creciente necesidad de combustibles y energía. A fines de 2006, Bernanke reiteraba: “el surgimiento de China, India y los países de la ex Unión Soviética ha globalizado a gran parte de la población mundial”. Por lo visto, no tiene aún noticias de Vladyímir Putin y sus proyectos imperiales, opuesto a la globalización. No obstante, el rusó los explicó ya ante el Grupo de los 8 en dos reuniones.