Ahora que el crecimiento alemán comienza a tropezar, la zona del euro está a punto de entrar a su tercer año de recesión. La inflación regional cayó a 0,3% y puede bajar todavía más. Los optimistas piensan en el ejemplo de Japón, que sufrió deflación en los 90 sin experimentar consecuencias graves ni para sí mismo ni para la economía mundial.
A diferencia de Japón, la Eurozona no es un caso aislado. Tampoco tiene una sociedad homogénea ni estoica y no puede mantener durante años su esclerosis económica y precios en picada. Mientras la carga de la deuda pesa cada vez más en Italia y en Grecia, los inversores se asustarán, los políticos populistas ganarán terreno y, más pronto que tarde, el euro colapsará.
Tal, el panorama que pinta The Economist en su última edición.