“El huracán Andrés, 1992, sigue siendo el más destructivo en más de treinta años”, subraya Bruce Kasman, de JP Morgan Chase. “Pero no llegó a perturbar la economía nacional. Por el contrario, Katrina puede atentar contra los hidrocarburos, la vida cotidiana, el flujo comercial en varios estados y la sobrevivencia de Nueva Orleans”.
Los efectos finales sobre el sector petrolero dependen de varias incógnitas. Por ejemplo, ¿hasta dónde llegarán los daños, particularmente a refinerías? ¿cuánto tardaran éstas, ductos, plataformas y puertos en operar normalmente? ¿hastá donde llegaran los precios y cuánto tiempo seguirán altos?
Como señala Richard Berner (Morgan Stanley), “el golfo de Méjico representa 30% del crudo y 20% del gas generados en Estados Unidos. Casi 10% de la capacidad refinadora está allá. Nueve de catorce plantas están cerradas por falta de electridad, pues las usinas siguen bajo el agua”.
Este huracán sobrevino en una buena coyuntura económica nacional, pese al auge de precios petroleros. El producto bruto interno creció en el segundo trimestre a razón de 3,3% anual y los analistas de mercados se jugaban por más de 4% en el trimestre actual y el próximo. El desempleo cedía, aunque lentamente, y las ganancias del sector privado subían.
En cuanto a cruds, sus cotizaciones llegaban a las nubes por la fuerte demanda global y un componente especulativo, que también estaba inflando las principales bolsas. “Hasta Katrina, los mercados jugaban como si Irak, la recesión en la Unión Europea o las burbujas inmobiliarias en varios países no existieran. Ahora el clima cambia”, señala el megafinancista George Sörös.
La firmeza de los precios petroleros convierte a las recientes alzas en una amenaza no tan coyuntural como antes. Liberar reservas estratégicas norteamericanas o extraer más crudos en Levante no resolverán el cuello de botella. Así lo mtrasuntas las proyecciones circulantes en Wall Street.
En el mejor de los futuros, el abastecimiento global de hidrocarburos baja apenas 5% durante algunas semanas. Los crudos suben hasta US$ 74/77 el barril y luego desciendea hacia menos de 63/64. Eso reducirpia de 0,5 a 1% el ritmo anual del PBI norteamericanos este trimestre y el siguiente. En el peor de los casos, la ofreta cae 10% y los crudos llegan a US$ 95 antes de replegarse a 75 hacia fin de año. Eso le descontaría tres puntos al aumento del PBI y llevaría a la economía peligrosamente cerca de una recesión hacia diciembre.
“El huracán Andrés, 1992, sigue siendo el más destructivo en más de treinta años”, subraya Bruce Kasman, de JP Morgan Chase. “Pero no llegó a perturbar la economía nacional. Por el contrario, Katrina puede atentar contra los hidrocarburos, la vida cotidiana, el flujo comercial en varios estados y la sobrevivencia de Nueva Orleans”.
Los efectos finales sobre el sector petrolero dependen de varias incógnitas. Por ejemplo, ¿hasta dónde llegarán los daños, particularmente a refinerías? ¿cuánto tardaran éstas, ductos, plataformas y puertos en operar normalmente? ¿hastá donde llegaran los precios y cuánto tiempo seguirán altos?
Como señala Richard Berner (Morgan Stanley), “el golfo de Méjico representa 30% del crudo y 20% del gas generados en Estados Unidos. Casi 10% de la capacidad refinadora está allá. Nueve de catorce plantas están cerradas por falta de electridad, pues las usinas siguen bajo el agua”.
Este huracán sobrevino en una buena coyuntura económica nacional, pese al auge de precios petroleros. El producto bruto interno creció en el segundo trimestre a razón de 3,3% anual y los analistas de mercados se jugaban por más de 4% en el trimestre actual y el próximo. El desempleo cedía, aunque lentamente, y las ganancias del sector privado subían.
En cuanto a cruds, sus cotizaciones llegaban a las nubes por la fuerte demanda global y un componente especulativo, que también estaba inflando las principales bolsas. “Hasta Katrina, los mercados jugaban como si Irak, la recesión en la Unión Europea o las burbujas inmobiliarias en varios países no existieran. Ahora el clima cambia”, señala el megafinancista George Sörös.
La firmeza de los precios petroleros convierte a las recientes alzas en una amenaza no tan coyuntural como antes. Liberar reservas estratégicas norteamericanas o extraer más crudos en Levante no resolverán el cuello de botella. Así lo mtrasuntas las proyecciones circulantes en Wall Street.
En el mejor de los futuros, el abastecimiento global de hidrocarburos baja apenas 5% durante algunas semanas. Los crudos suben hasta US$ 74/77 el barril y luego desciendea hacia menos de 63/64. Eso reducirpia de 0,5 a 1% el ritmo anual del PBI norteamericanos este trimestre y el siguiente. En el peor de los casos, la ofreta cae 10% y los crudos llegan a US$ 95 antes de replegarse a 75 hacia fin de año. Eso le descontaría tres puntos al aumento del PBI y llevaría a la economía peligrosamente cerca de una recesión hacia diciembre.