Esso se desprende de toda su red en el Mercosur y, además de Petrobrás, el negocio interesa a Chevron

La exploración y explotación atrae a Exxon Mobil al sudeste asiático y sacrifica su antigua posición comercializadora en Mercosur. El mayor atractivo de la venta está en Brasil, lo cual moviliza a la petrolera estatal en defensa de su espacio local.

26 septiembre, 2007

En fuentes bancarias, trascendió que al sumo interés que Petrobrás
manifestó por la compra de la refinería y estaciones de servicio
que la Esso posee en la Argentina se sumó el de otra petrolera internacional,
la Chevron, aunque incluiría filiales en Brasil, Uruguay y Paraguay que
la Exxon Mobil sacará también a la venta para desprenderse de todos
sus activos en esta parte del continente.

La movida de Esso no sólo representa una oportunidad para los planes
expansivos de Petrobrás en la subregión, sino que la obliga a
extremar recaudos para evitar que una compañía de fuste internacional
entre con nuevos bríos en su propio país, aprovechando la estructura
de la firma norteamericana en vías de retiro.

El apuro de esta última en dejar estas posesiones antes de fin de año
sería porque decidió apostar fuertemente al sudeste asiático
donde, a diferencia de América Latina, existen reservas de hidrocarburos
en situación de ser explotadas.

La retirada de Esso se conoció justo cuando recrudecía el conflicto
del gobierno argentino con Shell por el congelamiento de los precios primero,
por el abastecimiento luego y finalmente por la contaminación, tema este
último que puso a la compañía angloholandesa frente a la
crucial decisión de invertir para paliar los efectos dañinos hacia
el medioambiente o retirarse del país, como se encuentra Esso en trámite
de concretar.

Petrobrás venía siendo la empresa más interesada en expandir
sus actividades dentro de la región y sus directivos admitieron que no
sólo ofertan en la Argentina, sino en los otros tres socios del Mercosur
donde Esso puso en venta sus filiales.

Como los ofrecimientos pueden hacerse en bloque o por separado, Pdvsa por ejemplo
sólo manifestó interés en un trueque: entrar en Argentina
a cambio de entregar la refinería que posee en Estados Unidos.

A diferencia de lo que sucede en Argentina, en Uruguay y Paraguay no tienen
control de precios en sus combustibles, de modo que fluyen con el precio internacional
del crudo.

Por otro lado, Brasil controla una red de 1.800 estaciones, 43 terminales de
almacenamiento, puestos de abastecimiento de combustible en siete de los principales
aeropuertos del país, una fábrica de lubricantes en Río
de Janeiro y una planta de productos químicos en San Pablo.

El interés local de Petrobrás es porque tiene petróleo
propio en el país y la refinería de Campana sería mejor
que las propias para la reconversión que exige la reglamentación
hacia 2009 con el objeto de producir combustibles con menos cantidad de azufre.
La brasileña querría, además, evitar las importaciones
de gasoil que le están produciendo cierto desequilibrio en las cuentas.

En el resto de los países de la región ocurre algo similar. Uruguay
y Paraguay no tienen petróleo, y en Brasil, la principal productora,
con importante distancia de las demás, sigue siendo Petrobras.

La versión de que Chevron podría tallar fuerte en el negocio
es, más que nada, atendiendo a la fuerte posición en Brasil que
vende la Exxon Mobile.

El director internacional de la petrolera Petrobras, Nestor Cerveró,
en declaraciones a periodistas en una ceremonia en la sede de la estatal brasileña,
negó que Petrobras estuviera negociando la compra de los activos de Esso
en Argentina o en los otros países que la empresa estaría abandonando.

Los activos más importantes de Esso Argentina, que acapara una cuota
del 12% del mercado de combustibles en ese país, son una refinería
en la ciudad de Campana, 90 estaciones propias y las franquicias de otras 500.

Además de la Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, el otro país
suramericano en que opera la Exxon Mobil, controladora de Esso, es Colombia.

En Brasil, en donde actúa hace 95 años, la empresa tiene una
participación de cerca del 5% en la distribución de combustibles,
tras haber vendido varios activos en los últimos años y haberse
concentrado en los puestos más rentables.

Situación en Argentina

La compañía norteamericana Esso había resuelto a priori
rechazar una eventual propuesta de la estatal Enarsa aún antes de que
se venza el plazo para recibir las ofertas para la refinería y la red
de estaciones de servicio que posee en el país.

El interés de Enarsa formaba parte de una vieja aspiración del
mandatario venezolano, Hugo Chávez, de asociarse a través de Petróleos
de Venezuela (Pdvsa) para comercializar naftas en esta parte del continente.
Además de haberle comprado a la uruguaya Ancap las gasolineras de Sol
Petróleo en Argentina, ofreció ampliarle la refinería en
la otra margen del río de la Plata y construir una nueva planta para
petróleo pesado.

El desistimiento norteamericano de vender a las empresas estatales argentina
y venezolana provino directamente de la casa central de la Exxon Mobile, y no
tuvo en cuenta que dificultará el trámite de venta, por cuanto
los otros interesados firmes, Petrobrás y podría ser también
Shell, tendrán que pasar por el filtro de la Comisión de Defensa
de la Competencia si es que incorporan la red de Esso a las que ya poseen.

En el caso de la brasileña, su participación en el negocio treparía
a casi 35 %. El gobierno de Brasilia ha puesto especial énfasis ante
su par argentino de interés estratégico de quedarse con Esso y
que vería con desagrado que le fuera facilitada a Pdvsa la entrada a
esa porción del mercado.

Petrobras cuenta con dos refinerías, la de Bahía Blanca y la
de San Lorenzo en Santa Fe, y unas 700 estaciones. Participa además en
Refinor, que opera la destilería de Campo Durán en Salta y maneja
72 estaciones.

La brasileña tiene petróleo propio en el país, equivalente
a 8% de la producción nacional, y le interesaría la planta de
Esso en Campana porque mejoraría las propias para producir combustibles
con menos cantidad de azufre en 2009, tal como lo exige la reglamentación
de la Secretaría de Energía.

Aunque Esso decidirá a quién le vende, la operación con
Petrobrás genera incertidumbre por el conflicto que surgió cuando
se vendió Transener, ya que la brasileña tenía que desprenderse
de su participación, y acordó hacerlo a través de un fondo
de inversión norteamericano que fue objetado por el gobierno por ser
ignoto. Finalmente debió venderla a Enarsa con Electroingeniería,
una empresa cordobesa que hasta ese momento sólo producía insumos
para la actividad eléctrica, y cuyos directivos tienen directa relación
con el gobierno nacional.

En el caso de que Petrobras comprara la refinería de Esso, operaría
una red de 1.200 estaciones sobre un total de 4.100 en todo el país,
aunque es posible que gradualmente se desprenda de bocas de expendio, porque
una de las motivaciones para comprar Esso es la posibilidad de ampliar la oferta
de gasoil y disminuir la pérdida por importar ese combustible.

Esso fijó un precio base de venta de u$s 200 millones por la refinería
en Campana y una red de unas 500 estaciones de servicio, además de activos
menores.

Estrategia subregional

El tema para la Casa Rosada va más allá del mero traspaso entre
empresas de una cadena de estaciones de servicio. Aunque las simpatías
de Néstor Kirchner en el tema parecieron inclinarse hacia la sociedad
Enarsa-Pdvsa, no quiere malquistar a los brasileños, con quienes cuenta,
al igual que con otras petroleras que también actúan dentro de
nuestras fronteras, para encarar proyectos de inversión en Bolivia orientados
a la extracción de gas, ya que en el país se consideran próximas
a agotarse.

Chávez no sólo es proclive a invertir junto con el gobierno argentino
en Bolivia para sacar gas, sino que prometió coordinar con Kirchner la
provisión de gas reliquificado venezolano de Montevideo a Buenos Aires
a través del gasoducto tendido por debajo del río de la Plata,
que originalmente había sido diseñado para el tráfico inverso.

El diario Ámbito Financiero había incluido en las negociaciones
a los nuevos empresarios de la energía: Carlos Miguens, del Grupo Bemberg,
que adquirió Central Puerto cuando vendió la cervecería
Quilmes (precisamente a una empresa brasileña); y el grupo Dolphin, de
Marcelo Mindlin, quien se adelantó en su momento al interés actual
de los inversores financieros en el mundo por los activos energéticos.

Según Ámbito Financiero, no hay elementos para que la operación
pueda objetarse, considerando la participación en el negocio que se le
permitió mantener a Repsol cuando compró YPF
.

En fuentes bancarias, trascendió que al sumo interés que Petrobrás
manifestó por la compra de la refinería y estaciones de servicio
que la Esso posee en la Argentina se sumó el de otra petrolera internacional,
la Chevron, aunque incluiría filiales en Brasil, Uruguay y Paraguay que
la Exxon Mobil sacará también a la venta para desprenderse de todos
sus activos en esta parte del continente.

La movida de Esso no sólo representa una oportunidad para los planes
expansivos de Petrobrás en la subregión, sino que la obliga a
extremar recaudos para evitar que una compañía de fuste internacional
entre con nuevos bríos en su propio país, aprovechando la estructura
de la firma norteamericana en vías de retiro.

El apuro de esta última en dejar estas posesiones antes de fin de año
sería porque decidió apostar fuertemente al sudeste asiático
donde, a diferencia de América Latina, existen reservas de hidrocarburos
en situación de ser explotadas.

La retirada de Esso se conoció justo cuando recrudecía el conflicto
del gobierno argentino con Shell por el congelamiento de los precios primero,
por el abastecimiento luego y finalmente por la contaminación, tema este
último que puso a la compañía angloholandesa frente a la
crucial decisión de invertir para paliar los efectos dañinos hacia
el medioambiente o retirarse del país, como se encuentra Esso en trámite
de concretar.

Petrobrás venía siendo la empresa más interesada en expandir
sus actividades dentro de la región y sus directivos admitieron que no
sólo ofertan en la Argentina, sino en los otros tres socios del Mercosur
donde Esso puso en venta sus filiales.

Como los ofrecimientos pueden hacerse en bloque o por separado, Pdvsa por ejemplo
sólo manifestó interés en un trueque: entrar en Argentina
a cambio de entregar la refinería que posee en Estados Unidos.

A diferencia de lo que sucede en Argentina, en Uruguay y Paraguay no tienen
control de precios en sus combustibles, de modo que fluyen con el precio internacional
del crudo.

Por otro lado, Brasil controla una red de 1.800 estaciones, 43 terminales de
almacenamiento, puestos de abastecimiento de combustible en siete de los principales
aeropuertos del país, una fábrica de lubricantes en Río
de Janeiro y una planta de productos químicos en San Pablo.

El interés local de Petrobrás es porque tiene petróleo
propio en el país y la refinería de Campana sería mejor
que las propias para la reconversión que exige la reglamentación
hacia 2009 con el objeto de producir combustibles con menos cantidad de azufre.
La brasileña querría, además, evitar las importaciones
de gasoil que le están produciendo cierto desequilibrio en las cuentas.

En el resto de los países de la región ocurre algo similar. Uruguay
y Paraguay no tienen petróleo, y en Brasil, la principal productora,
con importante distancia de las demás, sigue siendo Petrobras.

La versión de que Chevron podría tallar fuerte en el negocio
es, más que nada, atendiendo a la fuerte posición en Brasil que
vende la Exxon Mobile.

El director internacional de la petrolera Petrobras, Nestor Cerveró,
en declaraciones a periodistas en una ceremonia en la sede de la estatal brasileña,
negó que Petrobras estuviera negociando la compra de los activos de Esso
en Argentina o en los otros países que la empresa estaría abandonando.

Los activos más importantes de Esso Argentina, que acapara una cuota
del 12% del mercado de combustibles en ese país, son una refinería
en la ciudad de Campana, 90 estaciones propias y las franquicias de otras 500.

Además de la Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, el otro país
suramericano en que opera la Exxon Mobil, controladora de Esso, es Colombia.

En Brasil, en donde actúa hace 95 años, la empresa tiene una
participación de cerca del 5% en la distribución de combustibles,
tras haber vendido varios activos en los últimos años y haberse
concentrado en los puestos más rentables.

Situación en Argentina

La compañía norteamericana Esso había resuelto a priori
rechazar una eventual propuesta de la estatal Enarsa aún antes de que
se venza el plazo para recibir las ofertas para la refinería y la red
de estaciones de servicio que posee en el país.

El interés de Enarsa formaba parte de una vieja aspiración del
mandatario venezolano, Hugo Chávez, de asociarse a través de Petróleos
de Venezuela (Pdvsa) para comercializar naftas en esta parte del continente.
Además de haberle comprado a la uruguaya Ancap las gasolineras de Sol
Petróleo en Argentina, ofreció ampliarle la refinería en
la otra margen del río de la Plata y construir una nueva planta para
petróleo pesado.

El desistimiento norteamericano de vender a las empresas estatales argentina
y venezolana provino directamente de la casa central de la Exxon Mobile, y no
tuvo en cuenta que dificultará el trámite de venta, por cuanto
los otros interesados firmes, Petrobrás y podría ser también
Shell, tendrán que pasar por el filtro de la Comisión de Defensa
de la Competencia si es que incorporan la red de Esso a las que ya poseen.

En el caso de la brasileña, su participación en el negocio treparía
a casi 35 %. El gobierno de Brasilia ha puesto especial énfasis ante
su par argentino de interés estratégico de quedarse con Esso y
que vería con desagrado que le fuera facilitada a Pdvsa la entrada a
esa porción del mercado.

Petrobras cuenta con dos refinerías, la de Bahía Blanca y la
de San Lorenzo en Santa Fe, y unas 700 estaciones. Participa además en
Refinor, que opera la destilería de Campo Durán en Salta y maneja
72 estaciones.

La brasileña tiene petróleo propio en el país, equivalente
a 8% de la producción nacional, y le interesaría la planta de
Esso en Campana porque mejoraría las propias para producir combustibles
con menos cantidad de azufre en 2009, tal como lo exige la reglamentación
de la Secretaría de Energía.

Aunque Esso decidirá a quién le vende, la operación con
Petrobrás genera incertidumbre por el conflicto que surgió cuando
se vendió Transener, ya que la brasileña tenía que desprenderse
de su participación, y acordó hacerlo a través de un fondo
de inversión norteamericano que fue objetado por el gobierno por ser
ignoto. Finalmente debió venderla a Enarsa con Electroingeniería,
una empresa cordobesa que hasta ese momento sólo producía insumos
para la actividad eléctrica, y cuyos directivos tienen directa relación
con el gobierno nacional.

En el caso de que Petrobras comprara la refinería de Esso, operaría
una red de 1.200 estaciones sobre un total de 4.100 en todo el país,
aunque es posible que gradualmente se desprenda de bocas de expendio, porque
una de las motivaciones para comprar Esso es la posibilidad de ampliar la oferta
de gasoil y disminuir la pérdida por importar ese combustible.

Esso fijó un precio base de venta de u$s 200 millones por la refinería
en Campana y una red de unas 500 estaciones de servicio, además de activos
menores.

Estrategia subregional

El tema para la Casa Rosada va más allá del mero traspaso entre
empresas de una cadena de estaciones de servicio. Aunque las simpatías
de Néstor Kirchner en el tema parecieron inclinarse hacia la sociedad
Enarsa-Pdvsa, no quiere malquistar a los brasileños, con quienes cuenta,
al igual que con otras petroleras que también actúan dentro de
nuestras fronteras, para encarar proyectos de inversión en Bolivia orientados
a la extracción de gas, ya que en el país se consideran próximas
a agotarse.

Chávez no sólo es proclive a invertir junto con el gobierno argentino
en Bolivia para sacar gas, sino que prometió coordinar con Kirchner la
provisión de gas reliquificado venezolano de Montevideo a Buenos Aires
a través del gasoducto tendido por debajo del río de la Plata,
que originalmente había sido diseñado para el tráfico inverso.

El diario Ámbito Financiero había incluido en las negociaciones
a los nuevos empresarios de la energía: Carlos Miguens, del Grupo Bemberg,
que adquirió Central Puerto cuando vendió la cervecería
Quilmes (precisamente a una empresa brasileña); y el grupo Dolphin, de
Marcelo Mindlin, quien se adelantó en su momento al interés actual
de los inversores financieros en el mundo por los activos energéticos.

Según Ámbito Financiero, no hay elementos para que la operación
pueda objetarse, considerando la participación en el negocio que se le
permitió mantener a Repsol cuando compró YPF
.

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