La prupuesta fue hecha el 1 o 2 de diciembre, cuando todavía faltaba casi mes y medio para que Trump asumiera la presidencia.
El diario cita a diversos funcionarios que obtuvieron esa información interceptando comunicaciones secretas de la embajada rusa en Washington con el Gobierno de ese país.
El yerno de Donald Trump sugirió que el equipo de Trump, que no asumiría el poder hasta el 20 de enero, mantuviera reuniones secretas con diplomáticos rusos en edificios de la representación diplomática rusa en EEUU. En enero, Barack Obama cerró dos de esos centros por presuntas acciones de espionaje. El objetivo era que el futuro Gobierno de Trump y el de Vladimir Putin negociaran las relaciones entre los dos países, en particular en lo que se refiere a Siria.
A Kislyak, que es un diplomático con enrome experiencia y está en el centro de todo el escándalo del ´Rusiagate´, le sorprendió la ingenuidad de la propuesta, pues sabía que el espionaje de EEUU iba a descubrir rápidamente las reuniones.
Esta noticia agrava la crisis porque revela que dos hombres de la máxima confianza de Trump – Kushner y Flynn – se comportaban como si fueran gobierno aunque no lo serían hasta 40 días después.
Durante los dos días subsiguientes a la publicación del Washington Post, todo el personal de la Casa Blanca se dedicó de lleno a minimizar las preocupaciones sobre la gravedad de la situación.
El sábado, el asesor en seguridad nacional, H.R. McMaster que a él no le preocupa un back cannel entre Washington y Moscú. “Tenemos líneas paralelas de comunicaciones con muchos países, que nos permiten comunicarnos de manera discreta”.
El domingo, el secretario de Seguridad Interna, John Kelly, dijo a la NBC que a él tampoco le preocupan las revelaciones. “El principal interés de Buhner es la nación. Hay muchas maneras de comunicarse con otros países, back-channel, públicas, etc. No veo el problema con Jared sea tan grande”.
Pero los investigadores creen que todos estos comentarios evitan una de las preocupaciones más serias que plantea el informe: el pedido específico de usar instalaciones rusas para establecer una línea de comunicación.
Glenn Carle, veterano de la CIA y ex espía, dijo a la prensa que “el intento de la administración Trump de caracterizar el problema Kushner-Rusia como una forma aceptable de comunicaciones de back channel es indignante y constituye un crimen”. Según la interpretación más extrema podría hasta constituir traición.