<p>Lógicamente, con casi todas las reservas chinas en dólares, la inflación potencial en EE.UU. –apenas una hipótesis- debiera preocupar. Particularmente si su tasa superase la de bonos o las referenciales, hoy en 0,25/75% anual. Se explica, entonces, que Beijing haya pedido a Washington emitir más “bonos con cláusula antiinflacionario” (TIPS en inglés), pese a sus bajos rindes. El Tesoro aceptó colocar este año US$ 80.000 millones, casi 40% sobre los 58.000 millones de 2009. <br />
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Marshall Meyer (escuela de negocios Wharton) insiste en que, más allá de esas medidas, “las cuantiosas reservas chinas son fuentes potenciales de inflación. Al absorber dólares y convertirlos en yüan, aunque sea vía títulos largos, se expandirá peligrosamente la oferta monetaria”. Pero esto es una obsesión estilo Chicago.<br />
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<p>Varios expertos en Hongkong o Singapur, empero, sostienen que Beijing puede toparse con límites en esa materia. Sin duda, su colchón de divisas y bonos extranjeros ha sido clave para protegerse de crisis como la de 2006/9 en occidente o la actual en la Unión Europea. China ha facilitado liquidez desde 1997/8 a países tan disímiles como EE.UU., Indonesia, Surcorea, Argentina, Nigeria o Turquía, para cubrir requerimientos de corto plazo. Sólo en 2009, el banco central subscribió pases por US$ 110.000 millones con todos salvo EE.UU. <br /><br />Pero a banqueros y operadores no los desvela sólo el total de reservas chinas en aumento. Ortodoxos al fin, creen que el verdadero problema consiste en que el sector público controle un alto nivel de activos externos. Probablemente, alrededor de 75% está en el banco central y resto en manos de otros bancos, empresas o individuos. Esto tiene una explicación soslayada en Nueva York, Londres o Tokio: China es una economía de capitalismo de estado, no de mercado libre.<br /><br />Para asegurar disponibilidad y movilidad de reservas externas, pues, el gobierno las invierte principalmente en letras del Tesoro norteamericano, como hace casi todo el mundo. Consciente de la nueva situación cambiaria mundial, el gobierno va transfiriendo gradualmente tenencias a empresas e individuos. Merced a ello, en el cuadrienio 2006/09 la inversión directa en el exterior se ha multiplicado 2,5 veces, de US$ 90.000 a 230.000 millones.</p><p> </p>
<p>Un nutrido grupo de observadores, naturalmente occidentales, sostiene que ese tipo de “ahorros” excede su propósito. Vale decir, obrar como salvaguardia en crisis de liquidez, como la experimentada en 1997/98 en Asia sudoriental, Rusia, Turquía, Argentina y otras economías. Algunos analistas estadounidenses allegados al partido Republicano van más lejos: temen que esa acumulación de dólares se use para influir en las políticas de Barack Obama y su gobierno.<br />
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Por supuesto, la clave es China. Sus tenencias de divisas o deuda en títulos vienen subiendo desde 2001 y, hacia junio, acumulaban US$ 2,7 billones (millones de millones). Esto es, un tercio del total mundial. A su vez, casi 70% de ese monto está en dólares.<br />
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Beijing, aseguran esas fuentes, vive una situación no sin inconvenientes y debe vigilar de cerca el imparable déficit externo norteamericano. Eso incluye las políticas fiscales y monetarias de EE.UU. -por demás blandas, afirman los ortodoxos-, que arriesgan con debilitar el dólar y depreciar las tenencias chinas. Por supuesto, la suave alza de esta divisa desde junio debiera tranquilizar a los temerosos.<br />
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Sea como fuere, China aprovecha que el yüan está atado no a una moneda sino a tres, dólar, euro y yen. Las dos últimas tienden hoy a subir hacia € 1,28/31 o bajar hasta ¥ 86. Por ende, el gobierno ha comenzado a diversificar la carteras de monedas aunque, a diferencia de los emiratos del golfo Pérsico o India, no compra el activo por excelencia, oro, hoy en alrededor de US$ 1.160/1.200 la onza “troy”. <br />
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