Los miles y miles de personas que emplean esas firmas no sólo trabajan en call centers. También escriben códigos y brindan soporte para muchas firmas en todos los rincones del mundo.
Bangalore es el ejemplo perfecto de esa globalización que agrió los ánimos de tantos estadounidenses y que condenó Donald Trump para ganar la presidencia. Durante la campaña, Trump se buró del trabajador indio de call center imitando su acento y machacó sobre el daño que el traslado de actividades al extranjero causó a la economía del país. Para “hacer grande a América otra vez” como rezó su lema de campaña, promete terminar con la sangría.
El sector TI en la India emplea a 3,7 millones de personas y generó este año ingresos por US$ 145.000 millones y más de la mitad de sus exportaciones van a Estados Unidos. Si Trump va adelante con su proyecto económico proteccionista el sector se derrumba.
Le va a resultar difícil, sin embargo, ponerle arancel a un código de software que viaja por Internet desde Bangalore. La prohibición de tercerizar en el extranjero también va a afectar a empresas estadounidenses. Él mismo, como empresario, lo hizo años atrás.
Las firmas tecnológicas indias vienen trabajando codo a codo con empresas norteamericanas desde los años 80 aportando no solo mano de obra sino también experiencia a precios que permitieron a las firmas tecnológicas norteamericanas competir en todo el mundo.
O sea que la política nacionalista de empleo podría provocar pérdida de puestos de trabajo no solamente en India sino también en Estados Unidos.