En EE.UU., se viene encima otra crisis, la de tarjetas de crédito

Tras decenios de atosigar al norteamericano medio ofreciéndole tarjetas de crédito y financiamientos renovables, los prestamistas de pronto restringen todo. Justo mientras la recesión ahoga el consumo y afecta aun a deudores bien calificados.

30 octubre, 2008

Además, la nueva crisis amenaza a bancos ya en aprietos con otra ola de pérdidas, fruto de una era de utilidades casi sin precedentes y una burbuja de crédito fácil que ellos mismo contribuyeron a promover. A mediados de 2008, las entidades financieras mandaban a pérdida unos US$ 21.000 millones en tarjetas morosas e incobrables. Con cientos de miles de despidos en el sector privado, la banca puede perder unos US$ 55.000 millones de hoya un año. A fin de septiembre, los quebrantos totales representaban 5,5% de la deuda vía tarjetas y podrían superar 7,9%, o sea el nivela tras pincharse la burbuja puntocom en 2001.
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<p>Si el desempleo contin&uacute;a creciendo &ndash;podr&iacute;a pasar de 6,3% en octubre a 8,2% un a&ntilde;os despu&eacute;s-, las tarjetas anuladas podr&iacute;an exceder todos los precedentes. Ante tantas dificultades, emisoras como MasterCard o Visa corren a cauterizar heridas. Pero se les agotan opciones otrora f&aacute;ciles. Verbigracia, pedir viviendas como aval o transferir saldos de tarjeta en tarjeta. </p>
<p>Grandes financiantes (American Express, Bank of America, Citigroup, la minorista Target) han comenzado a endurecer exigencias a solicitantes y a podar carteras de clientes en riesgo. Ya se rechazan renovaciones a gente endeudada o con segundas hipotecas y se bajan techos para tenedores actuales de dinero pl&aacute;stico. </p>
<p>Estos cambios reducen las calificaciones crediticias de los deudores y los obliga apagar intereses m&aacute;s altos o les hace m&aacute;s arduo obtener refinanciamientos. La hondura de la crisis sacude a una clase media adicta a vivir de prestado. Familias que otrora gastaban ya y pagaban qui&eacute;n sabe cu&aacute;ndo ahora deben limitar el uso de tarjetas. </p>
<p>El departamento federal de hacienda, entretanto, quema miles de millones aportados por los contribuyentes para rescatar banqueros imprudentes responsables, en buena medida, de ese festival de cr&eacute;dito barato. Hubo, claro, un culpable en la Reserva Federal: Alan Greenspan. </p>
<p>Al mismo tiempo, el miedo entre prestamistas aumenta mientras la crisis torna m&aacute;s dif&iacute;cil a un p&uacute;blico de menos solvencia prescindir de tarjetas para consumos tan b&aacute;sicos como combustibles y alimentos. Ni los deudores de mejor calidad salen indemnes: American Express subir&aacute; las tasas efectivas de 15 a 17/18% anual, niveles usurarios en una econom&iacute;a cuyos tipos referenciales no pasan de 2%. </p>
<p>Los emisores de dinero pl&aacute;stico advierten que se les achica el mercado, tanto f&iacute;sico como en l&iacute;nea. Sin posibilidades de elevar el n&uacute;mero de tarjetas circulantes, deben hacer recortes en otros frentes. Sucede que la gente est&aacute; atiborrada de hipotecas, viviendas cuyo precio baja y deuda por tarjetas. En anteriores oportunidades, los bancos pod&iacute;an compensar menores utilidades elevando comisiones. Ya, no.</p>

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