Materias primas de calidad, métodos de producción sustentables, alimentos sanitariamente aptos y de larga vida útil, balance nutricional e información transparente y disponible para los consumidores, se encuentran entre las exigencias a las que deben responder hoy los productores de alimentos y bebidas en todo el planeta.
Coca-Cola basa en esos pilares fundamentales el proceso de transformación que experimenta a escala global. De marca icónica a compañía integral de bebidas, en el proceso de creación y desarrollo de nuestros productos el foco está puesto en ofrecerles a las personas opciones de productos aptos para todos los momentos de la vida. Nos importa estar cerca de las personas. De ahí que impulsamos el desarrollo de bebidas con cualidades únicas y diferenciadoras en el mercado, adaptadas a los sabores locales, aptas para todas las preferencias y necesidades.
Somos conscientes de que reducir el consumo de azúcar en alimentos y bebidas es cada vez más importante para muchas personas. Si bien el azúcar ingerido en cantidades moderadas no constituye un problema, coincidimos en que su consumo en exceso deja de ser saludable. Guiados por esta convicción estamos dedicados a reelaborar muchas de nuestras recetas para reducir la cantidad de azúcar de nuestros productos y mantener, al mismo tiempo, los sabores que las personas eligen. Solo durante 2018, redujimos el azúcar en más de 400 bebidas en el mundo.
En ese sentido, apoyamos la recomendación actual de varias de las principales autoridades sanitarias, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), de que las personas deben limitar el consumo de azúcar añadido a no más del 10% de su consumo total de energía/calorías.
La información clara resulta entonces un aspecto importante para ayudar en los cambios de hábito en el consumo. Fuimos la primera compañía de bebidas que a escala global asumió el compromiso de incluir un etiquetado voluntario de calorías en el frente del envase, simplemente porque entendemos que es lo correcto. Si bien estas acciones iniciales ya están en marcha, sabemos que tenemos mucho más por hacer.
Resulta estimulante que las propuestas y debates que se dan en la Argentina respecto de este terreno, sean un puntapié para un consenso de la industria alimenticia a nivel integral. El acuerdo Mercosur–Unión Europea tiene que ser nuestro horizonte a mediano plazo, y por eso las regulaciones sobre el etiquetado nutricional de los alimentos y bebidas envasados deben discutirse a escala regional, con el objetivo de armonizar una estrategia que facilite el desarrollo sostenible de las comunidades.
En ese aspecto, Coca-Cola también es pionera, porque su espíritu como compañía integral de bebidas comprende también un compromiso hacia las comunidades en las que opera. En el corazón de nuestro negocio a gran escala está fomentar un impacto socioeconómico positivo en las economías locales y en los distintos eslabones de una amplia cadena de valor. Los principios del desarrollo sostenible se refuerzan con los múltiples programas que la compañía encara en tres grandes ejes: el programa “Un mundo sin residuos” (con el objetivo de ayudar a recolectar y reciclar el equivalente al 100% de nuestros empaques para el año 2030), el liderazgo en agua (a través de la búsqueda constante de soluciones para reducir su uso, como así también reabastecer a la naturaleza con igual volumen al que usamos en producción) y el cuidado de las personas (el 1% del ingreso operativo a nivel global está dedicado a programas de estímulo a las comunidades más vulnerables).
Entendemos que todos estos valores hablan de Coca-Cola cuando se trata de establecer una comunicación directa con los consumidores. Entre los desafíos de la alimentación, ya no alcanza con seguir innovando y produciendo bebidas y alimentos para satisfacer a las personas. Es nuestro compromiso hacer negocios de la manera correcta, generando oportunidades compartidas con las comunidades donde operamos.
(*) Directora de Asuntos Públicos, Comunicación y Sustentabilidad de Coca-Cola de Argentina