Elecciones 2004: voto electrónico y peligro de fraudes

Ya sucedió en Florida, 2000. Ahora, el economista Paul Krugman lanza una advertencia en el “New York Times” e Internet. Su clave: en noviembre, hay riesgo de que las máquinas votadoras y su software fomenten nuevos fraudes electorales.

27 enero, 2004

No por casualidad, hace tres semanas una encuestadora descubrió que, en
los estados donde George W. Bush ganó hace cuatro años, 32% del
público cree que hubo fraude. En los demás, la proporción
sube a 44%. Por cierto, en 2004 la sumatoria nacional de votos le hubiese dado
la victoria de Albert Gore.

Por entonces, una maniobra a costa de jubilados en Florida, prohijada por el
gobernador Jeb Bush, le dio 20.000 votos a su hermano. Luego, la Corte Suprema
-increíblemente- convalidó las cifras.

Esos antecedentes y nuevos síntomas inspiraron a Krugman una hipótesis:
“En noviembre, el candidato que ha ido segundo en primarias y/o encuestas
logra un triunfo imprevisto. En los distritos donde su ventaja supera mucho
a la esperada, se habían instalado aparatos al tacto”. En ese momento,
se revelan e-mails internos, donde los fabricantes de máquinas aluden
a errores generalizados y posibles fraudes”.

El columnista se pregunta qué ocurriría en ese caso. Pero, también,
señala que algo similar, aunque menos escandaloso, pasó en Georgia
durante los comicios legislativos de 2002. En 2003, “Fortune” publicó
una investigación, según la cual el voto electrónico sin
boleta era “la peor tecnología del año”.

Por cierto, recuerda Krugman, máquinas o programas “han fallado
en varias elecciones recientes. Así, en Broward (Florida, vaya casualidad),
134 empadronados no pudieron votar porque los aparatos no registraban el sufragio,
en un comicio decidido por apenas doce votos de diferencia. En Fairfax (Virginia),
las máquinas se paraban a cada rato o no contabilizaban el sufragio”.

Volviendo a los dominios de Jeb Bush, Florida, “en las internas de 2002
no se registraron votos para candidato a gobernador en varios distritos”.
Pero ¿cuántas fallas más pasaron inadvertidas en todo Estados
Unidos? En 2000, “comunicaciones internas en Diebold, el mayor proveedor
de máquinas, aunque no de las empleadas en Florida ni Virginia -revela
Krugman- mostraban la desesperación de los programadores por la descoordinación
entre sistemas operativos”.

Así, un e-mail pedía “explicar por qué la circunscripción
216 dio 16.022 votos contra Alberet Gore ya al cargar las máquinas”.
Y le respondieron: “Para una demostración, se recomienda generalmente
adulterar el programa”. Voluntarios no faltan.

Como ejemplo el columnista hace la semblanza de Jeffrey Dean. “Fue vicepresidente
primero de Global Election Systems, hasta que la compró Diebold en 2002.
Otro experto, Ben Harris informó entonces a Associated Press (AP) que,
antes de ser ejecutivo, Dean había estado preso por usar computadoras
para hurtar dinero y alterar archivos”.

Al margen de elementos tan turbios como Dean, “el comportamiento de los
principales fabricantes trasunta un sistemático desprecio por la seguridad
electoral. Han modificado software o substituido componentes sin supervisión
del estado. Pero lo peor es que, aun existiendo serios motivos para sospechar
errores en futuros escrutinios electrónicos, no pueda hacerse nada. La
falta de comprobantes impedirá rastreos y recuentos”.

Por eso, el diputado demócrata Richard Holt ha presentado en el Congreso
un proyecto de ley que exigirá a cada máquina emitir un comprobante
impreso. Verificado por el votante, quedará archivado. El nuevo sistema
debiera estar listo para noviembre y los distritos incapaces de cumplir ese
plazo volverían a usar boletas. Al mismo tiempo, habría inspecciones
sorpresivas en cada estado.

¿Será eso posible bajo esta gobierno”. Krugman lo duda.
Por de pronto, el “Boston Globe” ha revelado que “asesores republicanos
en la comisión senatorial de Asuntos Judiciales se infiltraron durante
un año en archivos demócratas, bajaron comunicaciones estratégicas
reservadas y las difundieron a medios amigos”. Algo así como un
Watergate informático.

No por casualidad, hace tres semanas una encuestadora descubrió que, en
los estados donde George W. Bush ganó hace cuatro años, 32% del
público cree que hubo fraude. En los demás, la proporción
sube a 44%. Por cierto, en 2004 la sumatoria nacional de votos le hubiese dado
la victoria de Albert Gore.

Por entonces, una maniobra a costa de jubilados en Florida, prohijada por el
gobernador Jeb Bush, le dio 20.000 votos a su hermano. Luego, la Corte Suprema
-increíblemente- convalidó las cifras.

Esos antecedentes y nuevos síntomas inspiraron a Krugman una hipótesis:
“En noviembre, el candidato que ha ido segundo en primarias y/o encuestas
logra un triunfo imprevisto. En los distritos donde su ventaja supera mucho
a la esperada, se habían instalado aparatos al tacto”. En ese momento,
se revelan e-mails internos, donde los fabricantes de máquinas aluden
a errores generalizados y posibles fraudes”.

El columnista se pregunta qué ocurriría en ese caso. Pero, también,
señala que algo similar, aunque menos escandaloso, pasó en Georgia
durante los comicios legislativos de 2002. En 2003, “Fortune” publicó
una investigación, según la cual el voto electrónico sin
boleta era “la peor tecnología del año”.

Por cierto, recuerda Krugman, máquinas o programas “han fallado
en varias elecciones recientes. Así, en Broward (Florida, vaya casualidad),
134 empadronados no pudieron votar porque los aparatos no registraban el sufragio,
en un comicio decidido por apenas doce votos de diferencia. En Fairfax (Virginia),
las máquinas se paraban a cada rato o no contabilizaban el sufragio”.

Volviendo a los dominios de Jeb Bush, Florida, “en las internas de 2002
no se registraron votos para candidato a gobernador en varios distritos”.
Pero ¿cuántas fallas más pasaron inadvertidas en todo Estados
Unidos? En 2000, “comunicaciones internas en Diebold, el mayor proveedor
de máquinas, aunque no de las empleadas en Florida ni Virginia -revela
Krugman- mostraban la desesperación de los programadores por la descoordinación
entre sistemas operativos”.

Así, un e-mail pedía “explicar por qué la circunscripción
216 dio 16.022 votos contra Alberet Gore ya al cargar las máquinas”.
Y le respondieron: “Para una demostración, se recomienda generalmente
adulterar el programa”. Voluntarios no faltan.

Como ejemplo el columnista hace la semblanza de Jeffrey Dean. “Fue vicepresidente
primero de Global Election Systems, hasta que la compró Diebold en 2002.
Otro experto, Ben Harris informó entonces a Associated Press (AP) que,
antes de ser ejecutivo, Dean había estado preso por usar computadoras
para hurtar dinero y alterar archivos”.

Al margen de elementos tan turbios como Dean, “el comportamiento de los
principales fabricantes trasunta un sistemático desprecio por la seguridad
electoral. Han modificado software o substituido componentes sin supervisión
del estado. Pero lo peor es que, aun existiendo serios motivos para sospechar
errores en futuros escrutinios electrónicos, no pueda hacerse nada. La
falta de comprobantes impedirá rastreos y recuentos”.

Por eso, el diputado demócrata Richard Holt ha presentado en el Congreso
un proyecto de ley que exigirá a cada máquina emitir un comprobante
impreso. Verificado por el votante, quedará archivado. El nuevo sistema
debiera estar listo para noviembre y los distritos incapaces de cumplir ese
plazo volverían a usar boletas. Al mismo tiempo, habría inspecciones
sorpresivas en cada estado.

¿Será eso posible bajo esta gobierno”. Krugman lo duda.
Por de pronto, el “Boston Globe” ha revelado que “asesores republicanos
en la comisión senatorial de Asuntos Judiciales se infiltraron durante
un año en archivos demócratas, bajaron comunicaciones estratégicas
reservadas y las difundieron a medios amigos”. Algo así como un
Watergate informático.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades