El próximo gobierno finca la inversión petrolera en YPF argentinizada y Petrobrás

Para cuando asuma la presidencia Cristina Fernández de Kirchner quedaría prácticamente finiquitada la transferencia de 25 % de YPF al grupo local Petersen. Junto con la brasileña son la carta oficial para recomponer las reservas petroleras.

3 diciembre, 2007

El líder del holding constructor-financiero, Enrique Eskenazi, viajó
a España para cumplir con una agenda de contactos bancarios y bursátiles
que le arrimarán el dinero necesario para cerrar la transacción.

La misión financiera fue acordada por los presidentes de España,
José Luis Rodríguez Zapatero, y de Argentina, Néstor Kirchner,
durante una reunión que mantuvieron en Buenos Aires, en la que también
participó el titular de Repsol, Antonio Brufau.

Le tocó al embajador argentino en la Madre Patria, Carlos Bettini, oficiar
de guía en la recorrida de Eskenazi, y de resultas de la intervención
directa del gobierno español apareció un nuevo banco en el pool
que financiará la operación para destrabar el trámite,
empantanado por la crisis subprime que causa problemas mundiales de liquidez.

Las novedades en torno de YPF no terminan ahí, dado que se difundieron
versiones sobre la fusión entre la petrolera española y el italiano
Ente Nazionali de Idrocarburi (ENI), según las cuales éste podría
ingresar en el paquete accionario de YPF cubriendo la otra cuarta parte de la
que quiere desprenderse Repsol.

En esta última posibilidad también ha venido trabajando el ex
funcionario del gobierno de Carlos Menen, el mendocino José Luis Manzano,
quien explota una firma contratista petrolera en sociedad con su coterráneo
Daniel Vila y Francisco de Narváez.

Manzano intenta que el ENI sea incluido en una futura negociación integral
que involucre a la petrolera argentina.

Kirchner finca la estrategia petrolera del futuro gobierno de su esposa en
que YPF y Petrobrás concreten las inversiones que permitan recomponer
la oferta nacional del fluido.

Los economistas Nicolás Bridger y Osvaldo Cado, de la consultora Prefinex,
sostienen en su último informe que una respuesta conservadora a las necesidades
de inversión que presenta el sector petrolero sería de US$ 4.215
millones para los próximos seis años, consistente con un nivel
de reservas de 15 años. Y que, de allí en más, la inversión
anual necesaria para mantener dicho nivel alcanzaría los US$ 2.000 millones.
Estos escenarios -aclaran- no tienen en cuenta posibles costos incrementales
por exploración en zonas de mayor complejidad, menor probabilidad de
éxito y posibles proyectos off-shore.

Según Bridger y Cado, el nivel de reservas y su estancamiento en los
últimos nueve años es un punto que está en la agenda de
la próxima presidenta. “Pero debe agregarse también que,
hasta el día de la fecha, la solución buscada para subsanar esta
cuestión no transita el camino previsible de la lógica económica,
sino que están apostando a resultados ciclotímicos de gestiones
políticas en Brasil (Petrobrás) y España (Repsol YPF)”,
señalan.

Las tendencias en el mercado petrolero que describen son:
· La producción de petróleo en Argentina alcanzó
un máximo en 1998 (889.000 barriles/día).
· Comenzó luego un proceso de continuo descenso, ubicándose
en el presente en un nivel de 708.000 barriles diarios.
· Declive de las reservas probadas de petróleo. Pasaron de 2.750
millones de barriles (8,5 años de producción) en 1998 a 1.970
millones en 2007 (7,6 años de producción).
· Inversión en exploración baja. La misma proviene principalmente
de países con escasa experiencia en el sector (Ej. empresas canadienses)
cuyo objeto es destinar fondos excedentes a inversiones de elevado retorno esperado.

Las causas que marcan en este descenso ininterrumpido del nivel de producción
son básicamente el marco regulatorio desfavorable e inestable y el bajo
atractivo geológico.

El informe de Prefinex ensaya diferentes niveles objetivo de reservas para
determinar cuál sería la inversión anual necesaria para
los próximos cinco a siete años, cuyo monto variaría en
función de tres elementos:
· La declinación de las reservas existentes. Mientras más
se aplazan los proyectos, mayor es la brecha existente entre el nivel de reservas
real y el objetivo, lo cual implica mayores costos, no sólo por el tamaño
de la brecha, sino por una menor eficiencia como consecuencia de buscar una
mayor cantidad de crudo en igual plazo.
· El costo de exploración y desarrollo. Relacionado con cuestiones
específicas del suelo y de cada pozo en particular. A un costo por barril
de 10 dólares se corresponde una inversión anual de us$ 1.073
millones en pos de 10 años de reservas y de us$ 5.110 en 20 años.
Pero a 20 dólares, el monto se duplica prácticamente, llegando
a us$ 10.220 para 20 años.
· Vida útil de las nuevas reservas.

No son optimistas en cuanto a que deba esperarse una reversión del actual
escenario desalentador, teniendo en cuenta la decisión del gobierno de
fijar un precio máximo de US$ 42 por barril, lo cual equivale a un incremento
en la presión impositiva de 45% a 57% con los precios internacionales
actuales.

Aseguran que ello disminuye los incentivos a invertir, y advierten que paralelamente,
dada las magnitudes mencionadas, debe descartarse que esto pueda suplirse con
inversión pública.

En cuanto a las retenciones, el argumento del gobierno para justificarlas es
la preservación de los precios internos. Pero la medida es inconsistente
temporalmente. “En el corto plazo, se mantienen bajos los precios internos
al costo de una inversión nula. Pero se tiende en el mediano plazo a
la reversión de la balanza comercial energética, momento en el
cual se deberán liberar los precios y ajustar a los niveles internacionales”,
explican.

El líder del holding constructor-financiero, Enrique Eskenazi, viajó
a España para cumplir con una agenda de contactos bancarios y bursátiles
que le arrimarán el dinero necesario para cerrar la transacción.

La misión financiera fue acordada por los presidentes de España,
José Luis Rodríguez Zapatero, y de Argentina, Néstor Kirchner,
durante una reunión que mantuvieron en Buenos Aires, en la que también
participó el titular de Repsol, Antonio Brufau.

Le tocó al embajador argentino en la Madre Patria, Carlos Bettini, oficiar
de guía en la recorrida de Eskenazi, y de resultas de la intervención
directa del gobierno español apareció un nuevo banco en el pool
que financiará la operación para destrabar el trámite,
empantanado por la crisis subprime que causa problemas mundiales de liquidez.

Las novedades en torno de YPF no terminan ahí, dado que se difundieron
versiones sobre la fusión entre la petrolera española y el italiano
Ente Nazionali de Idrocarburi (ENI), según las cuales éste podría
ingresar en el paquete accionario de YPF cubriendo la otra cuarta parte de la
que quiere desprenderse Repsol.

En esta última posibilidad también ha venido trabajando el ex
funcionario del gobierno de Carlos Menen, el mendocino José Luis Manzano,
quien explota una firma contratista petrolera en sociedad con su coterráneo
Daniel Vila y Francisco de Narváez.

Manzano intenta que el ENI sea incluido en una futura negociación integral
que involucre a la petrolera argentina.

Kirchner finca la estrategia petrolera del futuro gobierno de su esposa en
que YPF y Petrobrás concreten las inversiones que permitan recomponer
la oferta nacional del fluido.

Los economistas Nicolás Bridger y Osvaldo Cado, de la consultora Prefinex,
sostienen en su último informe que una respuesta conservadora a las necesidades
de inversión que presenta el sector petrolero sería de US$ 4.215
millones para los próximos seis años, consistente con un nivel
de reservas de 15 años. Y que, de allí en más, la inversión
anual necesaria para mantener dicho nivel alcanzaría los US$ 2.000 millones.
Estos escenarios -aclaran- no tienen en cuenta posibles costos incrementales
por exploración en zonas de mayor complejidad, menor probabilidad de
éxito y posibles proyectos off-shore.

Según Bridger y Cado, el nivel de reservas y su estancamiento en los
últimos nueve años es un punto que está en la agenda de
la próxima presidenta. “Pero debe agregarse también que,
hasta el día de la fecha, la solución buscada para subsanar esta
cuestión no transita el camino previsible de la lógica económica,
sino que están apostando a resultados ciclotímicos de gestiones
políticas en Brasil (Petrobrás) y España (Repsol YPF)”,
señalan.

Las tendencias en el mercado petrolero que describen son:
· La producción de petróleo en Argentina alcanzó
un máximo en 1998 (889.000 barriles/día).
· Comenzó luego un proceso de continuo descenso, ubicándose
en el presente en un nivel de 708.000 barriles diarios.
· Declive de las reservas probadas de petróleo. Pasaron de 2.750
millones de barriles (8,5 años de producción) en 1998 a 1.970
millones en 2007 (7,6 años de producción).
· Inversión en exploración baja. La misma proviene principalmente
de países con escasa experiencia en el sector (Ej. empresas canadienses)
cuyo objeto es destinar fondos excedentes a inversiones de elevado retorno esperado.

Las causas que marcan en este descenso ininterrumpido del nivel de producción
son básicamente el marco regulatorio desfavorable e inestable y el bajo
atractivo geológico.

El informe de Prefinex ensaya diferentes niveles objetivo de reservas para
determinar cuál sería la inversión anual necesaria para
los próximos cinco a siete años, cuyo monto variaría en
función de tres elementos:
· La declinación de las reservas existentes. Mientras más
se aplazan los proyectos, mayor es la brecha existente entre el nivel de reservas
real y el objetivo, lo cual implica mayores costos, no sólo por el tamaño
de la brecha, sino por una menor eficiencia como consecuencia de buscar una
mayor cantidad de crudo en igual plazo.
· El costo de exploración y desarrollo. Relacionado con cuestiones
específicas del suelo y de cada pozo en particular. A un costo por barril
de 10 dólares se corresponde una inversión anual de us$ 1.073
millones en pos de 10 años de reservas y de us$ 5.110 en 20 años.
Pero a 20 dólares, el monto se duplica prácticamente, llegando
a us$ 10.220 para 20 años.
· Vida útil de las nuevas reservas.

No son optimistas en cuanto a que deba esperarse una reversión del actual
escenario desalentador, teniendo en cuenta la decisión del gobierno de
fijar un precio máximo de US$ 42 por barril, lo cual equivale a un incremento
en la presión impositiva de 45% a 57% con los precios internacionales
actuales.

Aseguran que ello disminuye los incentivos a invertir, y advierten que paralelamente,
dada las magnitudes mencionadas, debe descartarse que esto pueda suplirse con
inversión pública.

En cuanto a las retenciones, el argumento del gobierno para justificarlas es
la preservación de los precios internos. Pero la medida es inconsistente
temporalmente. “En el corto plazo, se mantienen bajos los precios internos
al costo de una inversión nula. Pero se tiende en el mediano plazo a
la reversión de la balanza comercial energética, momento en el
cual se deberán liberar los precios y ajustar a los niveles internacionales”,
explican.

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