El poder de la productividad
Un libro que sale a la venta en EE.UU. el próximo 23 de abril y en Gran Bretaña el 10 de mayo, analiza cuál es la mejor manera de ayudar a los países pobres a salir de la pobreza. Lo más polémico: no sirve invertir en educación.
William W. Lewis – director fundador del McKinsey Global Institute y ex
socio de McKinsey & Company – ofrece su interpretación de por
qué algunos países son ricos, otros son pobres y lo que se puede
hacer al respecto.
The Power of Productivity está basado en años de investigación
sobre las economías de trece países. El análisis buscaba
respuestas para las cuestiones fundamentales sobre qué productos compran
los consumidores, si la gente y las empresas pagan sus impuestos y hasta el tamaño
de las tiendas minoristas de un país. Lewis en el McKinsey Global Institute
estudió las economías de Rusia, India, Brasil y Estados Unidos,
entre otras, y recopiló los resultados para formularlos en forma de soluciones
tendientes a mejorar la disparidad económica.
En su expresión más simple, sostiene que la clave para mejorar las
condiciones económicas es aumentar la productividad a través de
una intensa y justa competencia y de la protección de los derechos de los
consumidores.
Al plantear estas soluciones, Lewis echa por tierra convicciones de larga data
sobre cuál es la mejor manera de ayudar a las naciones pobres. Por ejemplo
dice que el grado de educación de la fuerza laboral no guarda relación
con la productividad del país, y que se ha demostrado que el dinero que
el gobierno de un país pobre invierte en educación no sirve para
mejorar la economía. Tampoco sirven los esfuerzos por mejorar la solvencia
de los gobiernos o por aumentar la flexibilidad de la tasa de cambio.
Seguramente sus argumentos generarán a un acalorado debate, pero nadie
podrá decir que las conclusiones no están basadas en una investigación
larga y profunda de economías concretas.
El autor es categórico: la única manera de sacar de la pobreza a
un país para convertirlo en una fuerza capaz de sobrevivir y prosperar
en la actual economía global es ir a buscar las respuestas a los datos
que nos brinda la realidad. Y eso fue lo que hizo durante los años que
dirigió el McKinsey Global Institute.
William W. Lewis – director fundador del McKinsey Global Institute y ex
socio de McKinsey & Company – ofrece su interpretación de por
qué algunos países son ricos, otros son pobres y lo que se puede
hacer al respecto.
The Power of Productivity está basado en años de investigación
sobre las economías de trece países. El análisis buscaba
respuestas para las cuestiones fundamentales sobre qué productos compran
los consumidores, si la gente y las empresas pagan sus impuestos y hasta el tamaño
de las tiendas minoristas de un país. Lewis en el McKinsey Global Institute
estudió las economías de Rusia, India, Brasil y Estados Unidos,
entre otras, y recopiló los resultados para formularlos en forma de soluciones
tendientes a mejorar la disparidad económica.
En su expresión más simple, sostiene que la clave para mejorar las
condiciones económicas es aumentar la productividad a través de
una intensa y justa competencia y de la protección de los derechos de los
consumidores.
Al plantear estas soluciones, Lewis echa por tierra convicciones de larga data
sobre cuál es la mejor manera de ayudar a las naciones pobres. Por ejemplo
dice que el grado de educación de la fuerza laboral no guarda relación
con la productividad del país, y que se ha demostrado que el dinero que
el gobierno de un país pobre invierte en educación no sirve para
mejorar la economía. Tampoco sirven los esfuerzos por mejorar la solvencia
de los gobiernos o por aumentar la flexibilidad de la tasa de cambio.
Seguramente sus argumentos generarán a un acalorado debate, pero nadie
podrá decir que las conclusiones no están basadas en una investigación
larga y profunda de economías concretas.
El autor es categórico: la única manera de sacar de la pobreza a
un país para convertirlo en una fuerza capaz de sobrevivir y prosperar
en la actual economía global es ir a buscar las respuestas a los datos
que nos brinda la realidad. Y eso fue lo que hizo durante los años que
dirigió el McKinsey Global Institute.
