Esta semana y la anterior fueron marcadas por aportes récord al senador por Illinois y dificultades de su colega neoyorquina para recaudar suficiente. La misma maquinaria que, en 2007, juntó alrededor de US$ 100 millones se ve comprometida por una campaña campal que nadie había previsto.
Al día siguiente del supermartes, Hilllary señaló que había “prestado” cinco millones de su patrimonio personal, para aguantar mientras llegaban cuatro millones de otras fuentes. “Esta es una guerra de posiciones que puede ser tan larga como cara”, presumía un asesor del republicano John McCain, que se ha quedado virtualmente sin rivales en la interna.
Según apuntan varios comentaristas de Europa occidental, ésta es una campaña sin precedentes en Estados Unidos. Obran tres factores: (1) el precandidato oficialista casi único no tiene respaldo del presidente en ejercicio, aunque apoye sus dos guerras imposibles; (2) McCain se ha quedado sin rivales y (3) la dura puja Hillary-Obama puede deteriorar el voto opositor en las elecciones presidenciales.
El “impasse” actual se relaciona con dos hechos iniciales. Primero, en septiembre casi nadie conocía a Obama, hasta que presentó un programa socioeconómico, en octubre, orientado a desmontar la maquinaria ultraconservadora montada por George W.Bush. No era algo usual en política norteamericana. Segundo, Hillary –con una sólida caja- subestimó al rival, su millón de pequeños aportantes y su masa de activistas honorarios.
Esta semana y la anterior fueron marcadas por aportes récord al senador por Illinois y dificultades de su colega neoyorquina para recaudar suficiente. La misma maquinaria que, en 2007, juntó alrededor de US$ 100 millones se ve comprometida por una campaña campal que nadie había previsto.
Al día siguiente del supermartes, Hilllary señaló que había “prestado” cinco millones de su patrimonio personal, para aguantar mientras llegaban cuatro millones de otras fuentes. “Esta es una guerra de posiciones que puede ser tan larga como cara”, presumía un asesor del republicano John McCain, que se ha quedado virtualmente sin rivales en la interna.
Según apuntan varios comentaristas de Europa occidental, ésta es una campaña sin precedentes en Estados Unidos. Obran tres factores: (1) el precandidato oficialista casi único no tiene respaldo del presidente en ejercicio, aunque apoye sus dos guerras imposibles; (2) McCain se ha quedado sin rivales y (3) la dura puja Hillary-Obama puede deteriorar el voto opositor en las elecciones presidenciales.
El “impasse” actual se relaciona con dos hechos iniciales. Primero, en septiembre casi nadie conocía a Obama, hasta que presentó un programa socioeconómico, en octubre, orientado a desmontar la maquinaria ultraconservadora montada por George W.Bush. No era algo usual en política norteamericana. Segundo, Hillary –con una sólida caja- subestimó al rival, su millón de pequeños aportantes y su masa de activistas honorarios.