Pero la coalición gobernante está en total rebelión: nada menos que 38 miembros del parlamento votaron en contra de las medidas y se teme que al primer ministro le resulte difícil de hoy en adelante para retener el control del gobierno y de su partido gobernante Syriza.
El paquete de medidas de austeridad es el más duro que haya introducido jamás ese país: habrá recortes en las jubilaciones y en el gasto, cambios profundos en las leyes laborales y aumentos de impuestos.
Las reformas son profundamente impopulares entre los griegos. Mientras el Parlamento debatía afuera en las calles vociferaba la gente contra el voto y tiraban bombas molotov a los policías que montaban guardia.
De 140 legisladores, 32 votaron en contra del paquete y seis se abstuvieron. Eso significa que Tsipras tuvo que buscar el respaldo de partidos de oposición pro europeos. El conteo final mostró de un total de 300, 229 votaron a favor de las medidas, 64 en contra y seis se abstuvieron.
Hacia el final del día la policía tiraba gases lacrimógenos para contener a decenas de manifestantes encapuchados y proteger la entrada al parlamento después de que los manifestantes incendiaran partes de la plaza Syntagma en el centro de Atenas.
La violencia callejera reflejó la furia del público por las medidas que ahora respalda el Primer Ministro Alexis Tsipras a pesar del referéndum del 5 de julio que rechazó términos casi idénticos de los acreedores de Grecia.
Tsipras enfrenta ahora una revuelta por las reformas en su propio partido radical de izquierda Syriza, que lo llevó al poder con promesas en contra de la austeridad.