En breve el Departamento de Justicia de Estados Unidos demandará a Google por abusar de su monopolio en búsquedas online. Será el primer gran juicio antimonopólico en tecnología desde el de Microsoft en 1998. Se espera que el fiscal general William Barr presente ese antecedente como prueba de que la administración Trump no se acobarda frente a las grandes tecnológicas.
Más allá de posturas políticas, el juicio no va a exterminar a Google. Pocos estados se van a sumar al caso. Probablemente no se toque el negocio publicitario de la firma, el juicio se va a prolongar durante años y será una permanente distracción para Google. Pero muy probablemente termine en un arreglo olvidable, aunque sea bajo la presidencia de Joe Biden.
Lo que se está preparando en otras partes es una regulación tecnológica más efectiva. Poe lo general, los juicios antimonopólicos se presentan “después del hecho” (ex post facto), una postura que no se adecua a la velocidad de los mercados tecnológicos. Por eso ahora los legisladores proyectan reglas “ex ante” que limiten de entrada a las plataformas de internet, como ocurre en otras industrias.
El 6 de octubre una comisión legislativa publicó un informe de 449 páginas sobre cómo habría que actualizar la ley de competencia. Días antes se había filtrado una larga y exhaustiva lista de reglas que serán incluidas en la Ley de Servicios Digitales de la Unión Europea. Resta saber si esos esfuerzos tendrán más éxito que los viejos remedio para la competencia.
El informe es el resultado de la investigación que durante 16 meses realizó la Casa de Representantes (Cámara de Diputados). A pesar de la polarización política que vive el país, el diagnóstico tiene el apoyo de los dos partidos. Discrepan, no obstante, en cómo realizar la regulación. Los demócratas quieren que las firmas separen su negocio principal de otras actividades. Por ejemplo, Amazon no podría vender marcas propias en su mercado, donde supuestamente se confiere tratamiento preferencial, con mejor ubicación en los resultados de las búsquedas. Los republicanos rechazan esas medidas como demasiado intervencionistas y proponen modificaciones a las actuales leyes antimonopólicas.
De todas maneras, parecería que para que que el Congreso apruebe algo que tenga sentido, en noviembre los demócratas deberían ganar no solamente las elecciones sino además una gran mayoría en el Senado que les permita aprobar una legislación audaz aunque algunos moderados son se sumen.
Habiendo ya intentado sin mucho éxito cambiar la conducta de los gigantes tecnológicos con investigaciones y multas, los legisladores apuesta ahora al ex ante. La idea principal de la UE es prohibir a las grandes guardianes de internet que realicen “prácticas poco justas”. Un trabajo que se filtró enumera 30 prácticas que van desde las plataformas que favorecen sus propios servicios hasta su negativa a trabajar con competidores.
Si se aplicaran todas las sugerencias de la UE, los guardianes de internet terminarían con una camisa de fuerza legal. Las propuestas podrían debilitar lo que ellos llaman “efectos de red”, las fuerzas en los mercados online que permiten a las grandes firmas volverse cada vez más grandes.
Lograr reglas efectivas seguramente tomará tiempo, posiblemente no menos que los casos antimonopólicos. Pero sería una anomalía histórica si no se regula fuertemente a las tecnológicas, como ya se hizo con otras industrias importantes como la banca o los alimentos.