Tras el anuncio de un préstamo stand by del FMI por hasta US$ 50.000 millones por tres años, el Ministro de Hacienda y el Presidente del BCRA relanzaron en conferencia el programa económico de la administración Macri. Bajo la atenta supervisión del staff técnico del FMI, se modificó la velocidad del gradualismo fiscal y el “tempo” de las metas de inflación, según interpreta el más reciente informe de la consultora Ecolatina.
En el frente fiscal, el Ministro de Hacienda se comprometió a un ajuste más fuerte para alcanzar el equilibrio primario en 2020, ratificando el rojo primario del 2,7% PBI para este año pero endureciendo la meta de 2019, que pasó de -2,2% del PBI a -1,3% PBI. Esto significa que en un año de elecciones presidenciales, Cambiemos deberá hacer un esfuerzo fiscal de 1,4 p.p. del PBI.
Existen dos incógnitas sobre la viabilidad del planteo fiscal. La primera es sobre la fortaleza política del Ejecutivo: ¿puede el gobierno implementar este ajuste del gasto ya que necesita la aprobación del Congreso del presupuesto 2019? La segunda es sobre la factibilidad económica del ajuste. Si el PBI no crece (no mejoran los ingresos) el recorte del gasto sería aún mayor al estipulado, dificultando sobremanera el cumplimiento de la meta.
Por el lado de la inflación, el BCRA recuperó el control sobre la fijación de las metas y acordó con el Tesoro tres cuestiones que le otorgan mayor margen de maniobra a la hora de desacelerar la suba de precios: el Tesoro va a cancelar anticipadamente Letras Intransferibles para que el BCRA pueda reducir el stock de LEBAC; el BCRA va a dejar de comprar las divisas provenientes de la colocación de deuda pública por lo que el Tesoro va a tener que venderlas en el mercado cambiario; y se acordó la eliminación de la asistencia al Tesoro, y el envío por parte del Ejecutivo de una reforma de la Carta Orgánica del BCRA para cristalizar legalmente la mayor autonomía conseguida.
La pregunta del millón es si finalmente el BCRA podrá cumplir con la meta de inflación pactada (se eliminó la de 2018 y se anunció 17% para 2019, 13% para 2020 y 9% en 2021). El principio de solución para la bola de nieve de las LEBAC, la reducción de la emisión monetaria (por asistencia al Tesoro y acumulación de reservas), y precios relativos (tarifas y dólar) más alineados, ayudan a alcanzar el 17% el año próximo. Pero, tres años consecutivos de incumplimiento han minado la credibilidad del BCRA, la elevada inercia y lo que suceda con el tipo de cambio nominal serán claves. .
En materia cambiaria el Presidente del Central mencionó que intervendrá frente a tendencias disruptivas, pero en la práctica dejó de poner un techo al dólar mayorista (oferta de US$ 5.000 millones a 25 ARS/USS), dando la señal de volver a un esquema de mayor flotación como exige el FMI.
Sin embargo, el Ministerio de Finanzas se comprometió a vender las divisas conseguidas por colocaciones de deuda pública, en el mercado cambiario en momentos de presión. Por lo que aún no se sabe cuán activa será la participación del Tesoro. Si se consolida la estabilidad con los dólares aportados por los organismos financieros internacionales, la tentación de planchar el tipo de cambio el año próximo son elevadas: en el corto plazo el atraso cambiario ayuda a cumplir las metas del programa económico y ganar elecciones.
Para quienes piensan que el problema de Argentina es fiscal, este financiamiento será el puente para llegar al superávit primario que permite estabilizar la ratio deuda pública producto y además corrige “pari passu” el déficit externo, llevando a nuestro país a la senda del desarrollo.
Lamentablemente, el principal problema de nuestra economía es la restricción externa, por lo que sin una estrategia clara de crecimiento con promoción de las exportaciones (tipo de cambio real competitivo y apertura de mercados externos) dicho financiamiento sólo servirá para sostener por más tiempo un déficit de cuenta corriente elevado, acumulando mayor deuda en moneda extranjera.