El secretario de Energía inglés Edward Davey, decidió levantar la prohibición que regía desde hace dos años sobre el más nuevo proceso de extracción de hidrocarburos, argumentando que mayores controles evitarán la posibilidad de sismos. Dos terremotos se produjeron entonces en el noroeste de la gran isla, cuando la empresa Cuadrilla Resources exploraba shale gas.
El shale gas (o gas de esquisto) es el gas que se encuentra atrapado entre rocas de esquisto y sólo es posible acceder a él por medio de una tecnología que consiste en un potente chorro de agua mezclado con poderosos compuestos químicos, con el cual se parte la roca. Esta tecnología implica un alto consumo de agua y dispersa en las napas elementos altamente contaminantes y cancerígenos. Sin embargo, la conjunción entre crecimiento el consumo en China e India, crisis financiera mundial y alto precio de los combustibles, ha llevado a que los líderes políticos de todo el mundo olviden los objetivos ecológicos que promocionaron durante fines del siglo XX y se embarquen en una nueva gesta global del gas barato.
Para Estados Unidos, el país que por más de veinte años ha estado investigando e invirtiendo en esta tecnología, podría representar el fin de la dependencia externa en hidrocarburos hacia el año 2020. En Europa, el fracking está prohibido. Una vez más Inglaterra toma distancia de Europa.
Tras dos años de suspensión, el gobierno inglés decidió permitir el fracking, exigiéndole a las empresas exploradoras que realicen un estudio sobre posibles riesgos sísmicos.
El director general de Cuarilla Resources, Francis Egan, declaró que “hoy es un día crucial para el futuro de la energía en el país. El shale gas tiene el potencial de crear trabajos, generar impuestos, reducir la dependencia en la importación de gas y mejorar nuestra balanza de pagosâ€. Según Egan, el fracking puede ser realizado “con sensibilidad y seguridadâ€, y en Inglaterra hay grandes reservas para ser explotadas. Sólo en la región donde Cuadrilla está explorando podría haber 200 trillones de pies cúbicos de gas, lo que alcanzaría para cubrir la demanda inglesa por al menos 50 años.