El Cuerno, ¿tumba de la globalización?

No se escucha mencionarlo en Occidente, Oriente o la Liga Árabe. Excepto cuando los piratas somalíes secuestran barcos mercantes. Sin embargo, como sostienen unos pocos, “salvar el Cuerno de África quiere decir salvar a buena parte del planeta”.

30 julio, 2011

<p>Se trata de una amplia regi&oacute;n, bautizada as&iacute; por los faraones hace m&aacute;s de cuatro milenios, que contiene Etiop&iacute;a, Eritrea y varias &ldquo;somal&iacute;as&rdquo;. Precisamente ellas pueden ser letales para la globalizaci&oacute;n, si sus vecinos y las propias potencias no act&uacute;an a tiempo.<br />
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En la actualidad, el Cuerno es un nodo estrat&eacute;gico clave para el tr&aacute;fico entre el canal de Suez, el mar Rojo, el golfo de Ad&eacute;n, India, Indochina, China, etc. A su vez, son comunicaciones vitales para el negocio petrolero internacional. Pero la clave cr&iacute;tica es la perpetua guerra &iquest;civil? a varias puntas que no cesa en las ex Somal&iacute;a brit&aacute;nica (Berbera) e italiana (Mogadishu) y otras plazas sobre el oc&eacute;ano &Iacute;ndico. Esta serie de conflictos yuxtapuestos promueve la pirater&iacute;a en gran escala que se desborda sobre el litoral de Eritrea, Sud&aacute;n, Yemen y la mism&iacute;sima Saudiarabia, potencia regional. <br />
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Tomando Somal&iacute;a como conjunto &eacute;tnico y musulm&aacute;n, son diez a doce millones de personas arrinconadas por sequ&iacute;as perpetuas, guerras, hambrunas y mortandad infantil. Agregando a esas lacras la proliferaci&oacute;n de campamentos de refugiados &ndash;en general, mujeres y ni&ntilde;os-, el cuadro es peor que en Darfur (no lejos de ah&iacute;).<br />
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Esta emergencia humanitaria, como otros fen&oacute;menos indeseables, se agrava por efecto de la globalizaci&oacute;n misma. En realidad, salvo zonas aisladas, &Aacute;frica toda es un bald&oacute;n para el mundo, s&oacute;lo comparable &ndash;en escala m&aacute;s peque&ntilde;a-, por Hait&iacute;, &ldquo;sucursal&rdquo; del continente negro.<br />
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La geograf&iacute;a de la miseria extrema es muy poco tranquilizadora. Empezando por la propia Somal&iacute;a, cuyo presidente formal (Sharif Ahmed) no controla las milicias isl&aacute;micas del sur, que comanda Al&iacute; as-Shabb&aacute;. Esta guerra localizada impide que lleguen a ambas partes la asistencia de Naciones Unidas, la Uni&oacute;n Africana o la Liga &Aacute;rabe.<br />
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Ese conflicto y otros, desperdigados entre Berbera y Dyibut&iacute;, impiden frenar el &eacute;xodo de refugiados, que deja cad&aacute;veres a la vera de los caminos. Tampoco ayudan las p&eacute;simas relaciones entre la cristiana Etiop&iacute;a &ndash;el mayor pa&iacute;s del Cuerno-, los musulmanes Sud&aacute;n y Eritrea y los somal&iacute;es. Peor: la tercera parte de &eacute;stos habita el Ogad&eacute;n, controlado por los et&iacute;opes, y vive en mejores condiciones. <br />
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Nuevamente, entonces, &ldquo;una tragedia africana demuestra que la globalizaci&oacute;n, en forma de mercados carentes de &eacute;tica y regulaci&oacute;n, puede ser la tumba de muchas ilusiones&rdquo;. As&iacute; se&ntilde;ala el soci&oacute;logo italiano Giulio Sapelli.</p>
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