<p>“Al fin y al cabo, las urnas decidirán quién se impone. Ya no hace falta –sostiene en El Cairo- la violencia. Tenemos hoy un gobierno que ofrece libertades y nos permite participar en la arena política. Pero igual mantenemos ciertos dogmas y principios”. <br />
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Obsedidos por crear un estado musulmán (sunní) perfecto, su grupo islámico y otros similares eran otrora sinónimos de los peores ataques terroristas en este país de 85 millones. Hoy, casi inesperadamente, se suben al cortejo de la democracia electiva. Pero a muchos los asusta pensar que estos ex radicales traten de aprovechar los votos para instaurar luego la Shariyá, o sea la ley islámica que prevalece, por ejemplo, en Saudiarabia.</p>
<p>El pasaje público de enmiendas constitucionales (19 de marzo) ofrece un ejemplo temprano de la fuerza política islámica: los correligionarios de al-Zomor se impusieron ubicando el voto como deber musulmán. Organizaciones sunníes que estuvieron decenios condenando los procesos democráticos como pecados de mentes prooccidentales contra Alá, hacen campaña apelando a estas mismas herejías. <br />
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A los 64 años, el patriarca emerge como principal propagadista de un cambio irónicamente radical. Siete días antes del comicio, la junta militar lo dejó libre Desde entonces, él y otros salafíes (fundamentalistas sunníes) hablan de fundar partidos políticos. También urden alianzas con la poderosa Hermandad Musulmana, que ya mantiene fluidos contactos con generales supuestamente laicos. <br />
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Esta espectacular volte face obedece a varias razones. Una es el deseo de proteger, si no fortalecer, la segunda enmienda de la antigua constitución: mantener la Shariyá como fuente de jurisprudencia. La tarea, claro, le correspondería al parlamento a integrarse en septiembre. <br />
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“Si surge una constitución liberal, será catastrófico”, afirma el jeque Abdel Moneim ash-Shahat, que reniega de conceder derechos a las minorías. Perorando en la gran mezquita de Alejandría, no desdeña la ironía: “después, serán hasta capaces de permitir que un cristiano dirija las plegarias del viernes”.<br />
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Presente también en Libia y Sudán, los salafíes no son otra cosa que una forma del movimiento wahhabí, originado durante el siglo XVIII en la entonces Arabia central (Nedyed). Debe recordarse que la actual ola de revueltas en el mundo árabe suele condenarse en Saudiarabia misma como conspiración occidental para destruir la Umma (comunidad de los creyentes). Hay un matiz inquietante: el activista salafí egipcio Aimán az-Zawahrí es número dos en al-Qa’eda.</p>
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Egipto: ¿Son demócratas los fundamentalistas ?
Abud al-Zomor, proveedor de las balas que mataron en 1982 a Anwar el-Sadat, es el ex preso más notorio. Ahora renuncia a la mismísima dyihad que encabezó casi treinta años. ¿Buena o mala noticia? Muchos egipcios abrigan dudas al respecto.