<p>Los resultados cairotas engrosan el vuelco a los partidos religiosos notado ya en Túnez y Marruecos. Este 60% de caudal genera desasosiego en Israel, Líbano, Jordania, Turquía e Iraq y entusiasmo en Irán. Algunos activistas laicos llegan al extremo de preferir a Hosni Mubarak y sus militares.<br />
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Flaco consuelo es que los musulmanes “moderados” de la fraternidad hayan obtenido 40%, el doble que los fundamentalistas salafíes. Por cierto, nadie esperaba que este grupo pasase de 5 a 10%. Mucho menos Tel Aviv, cuyo ministro de Defensa Ehud Barak admitió que “los números desvelan”, No obstante, el gobierno israelí “mantendrá los acuerdos de paz”, máxime tras el reacercamiento entre al-Fataj (Cisjordania) y Hezbollá (franja de Gaza, sur de Líbano).<br />
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Este notable avance islámico en Egipto amenaza asimismo a los cristianos coptos. Al igual que las mujeres y los bereberes libios, esa secular minoría teme en primera instancia a los salafíes, también presentes en Trípoli. En general, pretenden reimponer la Shariyá (ley islámica).<br />
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Las elecciones legislativas se llevaron a cabo entre lunes y martes y son las primeras tras la caída de Mubarak. Con un día de retraso respecto de los anuncios iniciales, este fin de semana Abdelmoaiz Ibrahím reveló que había votado 62% del padrón. <br />
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Los resultados fueron un duro revés para analistas y encuestadores. Hasta los comicios, se suponía que los moderados sumarían 30% y los salafíes sólo serían fuertes en áreas rurales y el norte. No sucedió así. Por el contrario, el fenómeno obró transversalmente y penetró en los barrios pobres de El Cairo, Alejandría, Fayum, Puerto Saíd, Damieta, etc. <br />
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Como en Libia o Sudán, los salafíes y sus afines idrisíes postulan educación de alto contenido religioso, veda de alcohol y censura sobre toda manifestación intelectual o artística opuesta a la ortodoxia sunní. En este plano, se asemejan a sus enemigos históricos, los shiíes, mayoría en Irán, Iraq y los emiratos del golfo Pérsico.<br />
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En tanto, la Hermandad Musulmana (Libertad y Justicia) reivindica la victoria, exhorta a opositores y militares a “aceptar la voluntad popular”. Por las dudas, reitera que no tiene intención de imponer la Shariyá ni de aliarse con los salafíes. Importa recordar que, al fundarse en 1928 la fraternidad, su meta básica era luchar contra la corona egipcia (títere británico). Mucho después, en 1982, Mubarak la puso fuera de la ley por sus actividades terroristas, años más tarde abandonadas en favor de la asistencia pública.<br />
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Mahmmud Ghozlán, vocero de PyL, sostiene que “no hemos transgredido reglas electorales. Nuestra acción en los sectores urbanos pobres lleva ya veinte años en el país”. Por supuesto, la reforma constitucional recién comienza. Ahora vienen los complicados comicios para elegir la asamblea popular (cámara de diputados), que serán en tres fases hasta marzo. Sin duda, la primavera árabe languidece. Egipto le era vital pues, con 85 millones de habitantes, sólo hay tres países islámicos más populosos (Indonesia, Bangladesh, Pakistán), pero no hablan árabe.</p>
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Egipto, ahora en manos de partidos religiosos
¿Adiós primavera árabe? En el cuarto país islámico donde se acaba de votar, la Hermandad Musulmana (Libertad y Justicia) obtuvo 40%. Pero la sorpresa fue al-Nur, el ultraconservador partido salafí, con 20% del voto. Los liberales del Bloque Egipcio lograron apenas 15%.