El futuro “big brother” electrónico, mezcla de 1984 (George Orwell, 1948) y la serie Max Headroom (años 90), supervisará todo tipo de contenidos, en pos de “potenciales amenazas a Estados Unidos y su estilo de vida”. Así señala un programa que preparan para el gobierno federal las universidades de Cornell, Pittsburgh y Utah; esta última, controlada por mormones, una secta fundamentalista poco afecta a todos cuantos no sean BAP (Wasp: blancos, anglosajones y protestantes.
Este software, señalan las publicaciones, “permitirá al estado norteamericano detectar opiniones negativas sobre el país, sus instituciones, dirigentes y religión. Esto es curioso: EE.UU. no la tiene y, en todo caso, la coalición ultraconservadora en torno de George W.Bush integra evangelistas, católicos y judíos, todos ultramontanos.
Entretanto, otro programa (llamado “análisis de impresiones”) vigilará orientaciones políticas y recomendará medidas al efecto. Esto estará en manos de la secretaría de Seguridad interna, un engendro manejado por John Negroponte, experto en desestabilizar gobiernos latinoamericanos poco gratos a Washington.
La fuente de la información se llama Joseph Kielman y es coordinador del magno proyecto. Con cierta sutileza, su finalidad es “distinguir entre críticas lícitas y agresiones”, problema que viene preocupando a la prensa desde el siglo XVIII. Al parecer, la iniciativa real proviene de Michael Hayden, director de la CIA y títere de Negroponte. Entre los “casos piloto”, el equipo universitario analiza la actitud de los medios frente a Abú Ghreib, Guantánamo, las cárceles y los vuelos ilegales.
A primera vista, este “hermano grande” no escrutará abiertamente medios norteamericanos, porque las leyes se lo prohíben. Pero los abusos del FBI bajo J.Edgar Hoover, en los años 40, 50 y 60, indican que ese tipo de organizaciones no para mientes en matices jurídicos. Por cierto, algunas hipótesis de trabajo incluyen opiniones de extranjeros en medios como el NYT, el “Washington post” o “Los Ángeles times”
Tampoco están claros los límites legales cuando se trata de Internet, “blogs” inclusive. Las peculiares características del ciberespacio (inmaterial, sin fronteras), “pueden llevar este disparate orwelliano a los extremos habituales en China, Birmania, Cuba o Norcorea, en materia de vigilar medios y canales de expresión. Sin hablar de virus o gusanos que los ‘hackers’ pudieran meter en esos softwares”. Así teme Mark Rotenberg, director del Electronic privacy information center, una entidad que actúan junto con Freedom for the press (Lucy Dalglish). Ambos sostienen que “es otra violación a derechos civiles y constitucionales. Igual que un programa similar propuesto por el Pentágono en 2002, que chocó contra el propio congreso”.
“El objetivo esencial de estos intentos es crear un clima de censura”, opina Lawrence Sabato, experto en medios. Además, “no hacen falta esos excesos para detectar las publicaciones extremistas que circulan por el globo. Por ejemplo, la red islámica de al Qa’eda”. Otro detalle llamativo es que los gestores del proyecto hayan pedido informes a China sobre cómo vigilar Internet con ayuda de Microsoft, Google, Yahoo, etc.
El futuro “big brother” electrónico, mezcla de 1984 (George Orwell, 1948) y la serie Max Headroom (años 90), supervisará todo tipo de contenidos, en pos de “potenciales amenazas a Estados Unidos y su estilo de vida”. Así señala un programa que preparan para el gobierno federal las universidades de Cornell, Pittsburgh y Utah; esta última, controlada por mormones, una secta fundamentalista poco afecta a todos cuantos no sean BAP (Wasp: blancos, anglosajones y protestantes.
Este software, señalan las publicaciones, “permitirá al estado norteamericano detectar opiniones negativas sobre el país, sus instituciones, dirigentes y religión. Esto es curioso: EE.UU. no la tiene y, en todo caso, la coalición ultraconservadora en torno de George W.Bush integra evangelistas, católicos y judíos, todos ultramontanos.
Entretanto, otro programa (llamado “análisis de impresiones”) vigilará orientaciones políticas y recomendará medidas al efecto. Esto estará en manos de la secretaría de Seguridad interna, un engendro manejado por John Negroponte, experto en desestabilizar gobiernos latinoamericanos poco gratos a Washington.
La fuente de la información se llama Joseph Kielman y es coordinador del magno proyecto. Con cierta sutileza, su finalidad es “distinguir entre críticas lícitas y agresiones”, problema que viene preocupando a la prensa desde el siglo XVIII. Al parecer, la iniciativa real proviene de Michael Hayden, director de la CIA y títere de Negroponte. Entre los “casos piloto”, el equipo universitario analiza la actitud de los medios frente a Abú Ghreib, Guantánamo, las cárceles y los vuelos ilegales.
A primera vista, este “hermano grande” no escrutará abiertamente medios norteamericanos, porque las leyes se lo prohíben. Pero los abusos del FBI bajo J.Edgar Hoover, en los años 40, 50 y 60, indican que ese tipo de organizaciones no para mientes en matices jurídicos. Por cierto, algunas hipótesis de trabajo incluyen opiniones de extranjeros en medios como el NYT, el “Washington post” o “Los Ángeles times”
Tampoco están claros los límites legales cuando se trata de Internet, “blogs” inclusive. Las peculiares características del ciberespacio (inmaterial, sin fronteras), “pueden llevar este disparate orwelliano a los extremos habituales en China, Birmania, Cuba o Norcorea, en materia de vigilar medios y canales de expresión. Sin hablar de virus o gusanos que los ‘hackers’ pudieran meter en esos softwares”. Así teme Mark Rotenberg, director del Electronic privacy information center, una entidad que actúan junto con Freedom for the press (Lucy Dalglish). Ambos sostienen que “es otra violación a derechos civiles y constitucionales. Igual que un programa similar propuesto por el Pentágono en 2002, que chocó contra el propio congreso”.
“El objetivo esencial de estos intentos es crear un clima de censura”, opina Lawrence Sabato, experto en medios. Además, “no hacen falta esos excesos para detectar las publicaciones extremistas que circulan por el globo. Por ejemplo, la red islámica de al Qa’eda”. Otro detalle llamativo es que los gestores del proyecto hayan pedido informes a China sobre cómo vigilar Internet con ayuda de Microsoft, Google, Yahoo, etc.