(EFE).- El pueblo estadounidense ya depositó su voto pero debido a la incertidumbre de los resultados de Florida, demócratas y republicanos se sienten aún en campaña y libran una acalorada batalla dialéctica por la Casa Blanca.
La campaña de George W. Bush pidió a sus contrincantes demócratas que tras los resultados oficiosos que confirman la victoria del Gobernador de Texas en Florida, reconozcan de una vez por todas que perdieron las elecciones.
James Baker, enviado de Bush a Florida, reclamó a los demócratas que acepten su derrota electoral “por el bien del país”, o de lo contrario se entrará en una espiral de demandas de recuento y se perderá el control.
“Nos opondremos vigorosamente a cualquier intento de la campaña de Gore de seguir contando hasta que el resultado le favorezca”, afirmó Baker durante una conferencia de prensa en Tallahassee, capital de Florida.
Pero los demócratas no pueden estar más lejos de esa intención e insisten en que hay que recontar voto a voto los sufragios de al menos tres distritos y, además, esperar a que se conozca el resultado de unos 2.900 votos por correo de Florida, que no estarán disponibles hasta el próximo viernes 17.
En este panorama, y teniendo en cuenta que está en juego la presidencia de Estados Unidos, la situación es de guerra abierta.
Los candidatos en sí mismos mantienen una aparente calma y tratan de separar su imagen de la discordia.
Ambos aparecieron en público sonrientes y se dejaron ver en las últimas horas exclusivamente haciendo deporte.
Karen Hughes, portavoz de la campaña de Bush apareció hoy, viernes una y otra vez en televisión repitiendo que, tras los resultados oficiosos que otorgan una ventaja a Bush de 327 sufragios, la campaña está terminada y el gobernador de Texas ha ganado la Casa Blanca.
Hughes dijo textualmente: “El escrutinio de votos demostró el martes que el gobernador Bush ganó la elección de Florida, y el recuento confirma ahora esa victoria”.
Los republicanos argumentan que los únicos votos que quedan por contar son los de los ciudadanos ausentes en el extranjero que en su mayoría pertenecen a militares, y que en el pasado “han favorecido a los candidatos republicanos”.
Por todo ello, Hughes cree que los demócratas debieran reconsiderar sus amenazas de demandas judiciales y otras medidas extremas porque todo eso, dijo, “podría socavar el proceso constitucional de elección del presidente”.
Pero el director de campaña de Gore, William Daley, hace una lectura bien distinta de los hechos y, de momento, se limitó a declarar que “la campaña no se ha terminado aún”.
“Queremos que la voluntad verdadera y cierta de todo el pueblo prevalezca y que se cumplan todos los procesos legales para asegurarlo”, destacó Daley, quien añadió que, “si al final de ese proceso George Bush es el ganador, respetaremos el resultado”.
Los republicanos se preguntan “qué más quieren” y en un ejemplo claro de que la “campaña” sigue, unos y otros han empezado a buscar trapos sucios de sus contrincantes.
William Daley, el jefe de la campaña de Gore, es un blanco fácil ya que es hijo del legendario alcalde de Chicago Richard Daley, quien la historia indica que “manejó” sus redes en la reñida elección de 1960 para conseguir que el entonces candidato demócrata, John Kennedy, ganara al republicano Richard Nixon.
Daley, de quien sus compañeros dicen que tiene poco que ver con su padre y lo consideran un “tipo muy diferente de animal político”, es uno de los que lleva la voz cantante a la hora de exigir el recuento manual de varios condados de Florida, por considerar que la papeleta de “mariposa” allí utilizada es muy confusa y provocó seguramente que muchos ancianos votaran a quien no querían.
Los republicanos creen que sus oponentes van demasiado lejos y les recuerdan que uno de los deberes democráticos de los partidos es comprobar que los utensilios de votación son los correctos y permitirán al pueblo expresar libremente su voluntad.
La situación, por tensa y sorprendente, dio lugar también a algunos momentos de hilaridad, como el vivido en el Departamento de Estado cuando un corresponsal mexicano preguntó al portavoz Richard Boucher si Estados Unidos estaba considerando recurrir a la Organización de Estados Americanos (OEA) para dirimir las diferencias electorales.
El comentario suscitó al menos sonrisas irónicas y Boucher se limitó a decir que no había escuchado ninguna propuesta en ese sentido… “Y por lo tanto, no voy a contemplar la idea aquí”.
(EFE).- El pueblo estadounidense ya depositó su voto pero debido a la incertidumbre de los resultados de Florida, demócratas y republicanos se sienten aún en campaña y libran una acalorada batalla dialéctica por la Casa Blanca.
La campaña de George W. Bush pidió a sus contrincantes demócratas que tras los resultados oficiosos que confirman la victoria del Gobernador de Texas en Florida, reconozcan de una vez por todas que perdieron las elecciones.
James Baker, enviado de Bush a Florida, reclamó a los demócratas que acepten su derrota electoral “por el bien del país”, o de lo contrario se entrará en una espiral de demandas de recuento y se perderá el control.
“Nos opondremos vigorosamente a cualquier intento de la campaña de Gore de seguir contando hasta que el resultado le favorezca”, afirmó Baker durante una conferencia de prensa en Tallahassee, capital de Florida.
Pero los demócratas no pueden estar más lejos de esa intención e insisten en que hay que recontar voto a voto los sufragios de al menos tres distritos y, además, esperar a que se conozca el resultado de unos 2.900 votos por correo de Florida, que no estarán disponibles hasta el próximo viernes 17.
En este panorama, y teniendo en cuenta que está en juego la presidencia de Estados Unidos, la situación es de guerra abierta.
Los candidatos en sí mismos mantienen una aparente calma y tratan de separar su imagen de la discordia.
Ambos aparecieron en público sonrientes y se dejaron ver en las últimas horas exclusivamente haciendo deporte.
Karen Hughes, portavoz de la campaña de Bush apareció hoy, viernes una y otra vez en televisión repitiendo que, tras los resultados oficiosos que otorgan una ventaja a Bush de 327 sufragios, la campaña está terminada y el gobernador de Texas ha ganado la Casa Blanca.
Hughes dijo textualmente: “El escrutinio de votos demostró el martes que el gobernador Bush ganó la elección de Florida, y el recuento confirma ahora esa victoria”.
Los republicanos argumentan que los únicos votos que quedan por contar son los de los ciudadanos ausentes en el extranjero que en su mayoría pertenecen a militares, y que en el pasado “han favorecido a los candidatos republicanos”.
Por todo ello, Hughes cree que los demócratas debieran reconsiderar sus amenazas de demandas judiciales y otras medidas extremas porque todo eso, dijo, “podría socavar el proceso constitucional de elección del presidente”.
Pero el director de campaña de Gore, William Daley, hace una lectura bien distinta de los hechos y, de momento, se limitó a declarar que “la campaña no se ha terminado aún”.
“Queremos que la voluntad verdadera y cierta de todo el pueblo prevalezca y que se cumplan todos los procesos legales para asegurarlo”, destacó Daley, quien añadió que, “si al final de ese proceso George Bush es el ganador, respetaremos el resultado”.
Los republicanos se preguntan “qué más quieren” y en un ejemplo claro de que la “campaña” sigue, unos y otros han empezado a buscar trapos sucios de sus contrincantes.
William Daley, el jefe de la campaña de Gore, es un blanco fácil ya que es hijo del legendario alcalde de Chicago Richard Daley, quien la historia indica que “manejó” sus redes en la reñida elección de 1960 para conseguir que el entonces candidato demócrata, John Kennedy, ganara al republicano Richard Nixon.
Daley, de quien sus compañeros dicen que tiene poco que ver con su padre y lo consideran un “tipo muy diferente de animal político”, es uno de los que lleva la voz cantante a la hora de exigir el recuento manual de varios condados de Florida, por considerar que la papeleta de “mariposa” allí utilizada es muy confusa y provocó seguramente que muchos ancianos votaran a quien no querían.
Los republicanos creen que sus oponentes van demasiado lejos y les recuerdan que uno de los deberes democráticos de los partidos es comprobar que los utensilios de votación son los correctos y permitirán al pueblo expresar libremente su voluntad.
La situación, por tensa y sorprendente, dio lugar también a algunos momentos de hilaridad, como el vivido en el Departamento de Estado cuando un corresponsal mexicano preguntó al portavoz Richard Boucher si Estados Unidos estaba considerando recurrir a la Organización de Estados Americanos (OEA) para dirimir las diferencias electorales.
El comentario suscitó al menos sonrisas irónicas y Boucher se limitó a decir que no había escuchado ninguna propuesta en ese sentido… “Y por lo tanto, no voy a contemplar la idea aquí”.