EE.UU.: bajan la calidad y la paga en los nuevos empleos

La recreación de empleo cayó a apenas 32.000 en julio y recalienta debates sobre su calidad. Según los demócratas, la lenta recuperación genera puestos menos pagados que los perdidos. Washington sostiene que no hay datos lo bastante claros.

10 agosto, 2004

Eso es cierto, admiten analistas independientes, pero la lenta recreación de trabajo y la escasez de puestos bien pagados pueden ser caras de la misma moneda. En general, el sector privado sigue cauteloso, prefiere mano de obra temporaria y elude cargas sociales típicas de trabajadores efectivos. Por otro lado, muchos analistas especializados creen que, en el largo plazo, los estamentos más vulnerables estarán en el extremo más bajo de la pirámide salarial, pues cumplen tareas simples y son fáciles de reemplazar.

Ahora mismo, la recreación laboral se nota mucho más en estamentos muy bajos (con deterioro salarial) o muy especializados (con mejora retributiva). En este caso, arquitectos, contadores e ingenieros en hardware y sistemas.

Eso explica, de paso, la creciente brecha entre el personal mejor remunerado y el resto, una tendencia que tiene casi treinta años, pero se acentúa desde 2001. Todos estos síntomas son más perceptibles en la industria, a punto tal que algunos sectores empiezan a ofrecer aumentos selectivos y beneficios adicionales para no perder mano de obra experimentada.

Al revés de reactivaciones anteriores, cuando las empresas retomaban grandes proporciones de despedidos, la manufactura ha recreado en enero-junio apenas 91.000 puestos laborales. Durante el trienio 2001-3, el sector secundario de la economía –incluye servicios reales- había eliminado 2.200.000 trabajos.

El prolongado declive del empleo industrial, más agudo en la última recesión que en anteriores, abarca casi todos los niveles. Desde obreros hasta ejecutivos superiores. Pero coincide con un aumento de puestos de baja paga en servicios como comercio minorista, hotelería y tareas puramente administrativas.

Una reactivación tan lenta e irregular, naturalmente, genera debates en la campaña electoral. El senador John A.Kerry, candidato opositor, acaba de revelar que –en promedio- los trabajos “nuevos” implican salarios anuales US$ 9.000 inferiores a los puestos perdidos. La Casa Blanca discrepa, claro, sosteniendo que esas estimaciones se basan en comparaciones erróneas entre sectores en expansión y en contracción. Al respecto, esgrime un dato bastante ambiguo: actividades de bajos salarios, como las cadenas minoristas y las de comisa rápida –ninguna de ambas es una industria propiamente dicha-pagan excelentes sueldos a ejecutivos y gerentes.

“McDonald’s tiene ejecutivos superiores caros, mientras las bancas de inversión toman ordenanzas”, dice Gregory Mankiw, un ex economista liberal –en términos anglosajones-, hoy converso al pensamiento de su jefe, George W.Bush. Obviamente, es una comparación poco afortunada y no hace al meollo del problema.

Así lo afirma una creciente cantidad de analistas, a cuyo criterio hay cada día más evidencias de que la reactivación actual –en sí, bastante pausada y con altibajos- genera puestos laborales de baja remuneración. El 20% que sectores que pagan menos ha añadido 477.000 trabajadores en enero-julio, en tanto el 20% que paga mejor no muestra recuperación de empleo. Esto lo deduce la consultora Economy.com, partiendo de estadísticas federales.

“Desde 2001, se han perdido muchos más puestos bien pagados que mal pagados. La recuperación iniciada en 2003, además, ha recreado más trabajo barato que trabajo bien remunerado”, concluye Mark Zandi, analista jefe de la firma.

El experto admite que los datos salariales del gobierno o privados no son concluyentes en un sentido u otro. Pero advierte que “el patrón regresivo se acentúa desde junio y coincide con la encuesta permanente de hogares que efectúa el departamento de Trabajo, categorizada por ocupación y actividad”.

En la otra vereda, algunos analistas sostienen que las tendencias y problemas a largo con distintos. Daniel Aaronson (Rerserva Federal de Chicago) señala que la alternancia entre puestos mejor y peor pagados refleja los ciclos de negocios. “Cuando el aumento del empleo agregado es firme, surgen más puestos en sectores altos, que se esfuman en el caso inverso. No debiéramos centrarnos en oscilaciones coyunturales, sino en productividad y educación de la mano de obra”.

El argumento, típicamente conservador, es casi una perogrullada e identifica productividad con menos trabajadores o menos horas de labor para producir lo mismo. Ambos factores terminan reduciendo la demanda de empleo. Otros conservadores se fijan más en la creciente brecha entre gente con diferentes niveles de educación.

Algunos van a extremos, como Frank Levy, del MIT. “Debe pensarse en dos mercados laborales. Uno de graduados universitarios, otro que sólo terminó la secundaria”, afirma en su libro “The new division of labor”. El primer mercado “ha crecido en los últimos cuatro años, en tanto el otro se deterioraba y los que tenían educación secundaria iban siendo substituidos por egresados de la primaria en los servicios”.

“El autor supone que los trabajadores conforman un mercado. Pero, en realidad, dependen de la demanda, o sea de un mercado externo a ellos. Tampoco tienen carteras de empleadores, como imaginan quienes predican el libre despido”, replica el economista Paul Krugman.

Ahora bien, el problema de Bush es que todos los canales de creación o recreación laboral han sido más lentos que en reactivaciones previas. En marzo, pareció que la economía se aceleraba y la recreación de trabajo acumulaba unos 900.000 puestos desde mediados de 2003. Todavía, empero, había 1.300.000 para recobrar. En junio, Trabajo reveló que 57% de quienes habían conseguido nuevos empleos, tras haber estado desocupados, ganaban menos y trabajaban más que antes (la “productividad” de Levy).

Por último, las señales aparecidas el viernes resultan peligrosamente frustrantes. Faltan poco más de dos meses y medio para los comicios y sólo la prestigitación estadigráfica podría modificar tendencias en tan escaso tiempo.

Eso es cierto, admiten analistas independientes, pero la lenta recreación de trabajo y la escasez de puestos bien pagados pueden ser caras de la misma moneda. En general, el sector privado sigue cauteloso, prefiere mano de obra temporaria y elude cargas sociales típicas de trabajadores efectivos. Por otro lado, muchos analistas especializados creen que, en el largo plazo, los estamentos más vulnerables estarán en el extremo más bajo de la pirámide salarial, pues cumplen tareas simples y son fáciles de reemplazar.

Ahora mismo, la recreación laboral se nota mucho más en estamentos muy bajos (con deterioro salarial) o muy especializados (con mejora retributiva). En este caso, arquitectos, contadores e ingenieros en hardware y sistemas.

Eso explica, de paso, la creciente brecha entre el personal mejor remunerado y el resto, una tendencia que tiene casi treinta años, pero se acentúa desde 2001. Todos estos síntomas son más perceptibles en la industria, a punto tal que algunos sectores empiezan a ofrecer aumentos selectivos y beneficios adicionales para no perder mano de obra experimentada.

Al revés de reactivaciones anteriores, cuando las empresas retomaban grandes proporciones de despedidos, la manufactura ha recreado en enero-junio apenas 91.000 puestos laborales. Durante el trienio 2001-3, el sector secundario de la economía –incluye servicios reales- había eliminado 2.200.000 trabajos.

El prolongado declive del empleo industrial, más agudo en la última recesión que en anteriores, abarca casi todos los niveles. Desde obreros hasta ejecutivos superiores. Pero coincide con un aumento de puestos de baja paga en servicios como comercio minorista, hotelería y tareas puramente administrativas.

Una reactivación tan lenta e irregular, naturalmente, genera debates en la campaña electoral. El senador John A.Kerry, candidato opositor, acaba de revelar que –en promedio- los trabajos “nuevos” implican salarios anuales US$ 9.000 inferiores a los puestos perdidos. La Casa Blanca discrepa, claro, sosteniendo que esas estimaciones se basan en comparaciones erróneas entre sectores en expansión y en contracción. Al respecto, esgrime un dato bastante ambiguo: actividades de bajos salarios, como las cadenas minoristas y las de comisa rápida –ninguna de ambas es una industria propiamente dicha-pagan excelentes sueldos a ejecutivos y gerentes.

“McDonald’s tiene ejecutivos superiores caros, mientras las bancas de inversión toman ordenanzas”, dice Gregory Mankiw, un ex economista liberal –en términos anglosajones-, hoy converso al pensamiento de su jefe, George W.Bush. Obviamente, es una comparación poco afortunada y no hace al meollo del problema.

Así lo afirma una creciente cantidad de analistas, a cuyo criterio hay cada día más evidencias de que la reactivación actual –en sí, bastante pausada y con altibajos- genera puestos laborales de baja remuneración. El 20% que sectores que pagan menos ha añadido 477.000 trabajadores en enero-julio, en tanto el 20% que paga mejor no muestra recuperación de empleo. Esto lo deduce la consultora Economy.com, partiendo de estadísticas federales.

“Desde 2001, se han perdido muchos más puestos bien pagados que mal pagados. La recuperación iniciada en 2003, además, ha recreado más trabajo barato que trabajo bien remunerado”, concluye Mark Zandi, analista jefe de la firma.

El experto admite que los datos salariales del gobierno o privados no son concluyentes en un sentido u otro. Pero advierte que “el patrón regresivo se acentúa desde junio y coincide con la encuesta permanente de hogares que efectúa el departamento de Trabajo, categorizada por ocupación y actividad”.

En la otra vereda, algunos analistas sostienen que las tendencias y problemas a largo con distintos. Daniel Aaronson (Rerserva Federal de Chicago) señala que la alternancia entre puestos mejor y peor pagados refleja los ciclos de negocios. “Cuando el aumento del empleo agregado es firme, surgen más puestos en sectores altos, que se esfuman en el caso inverso. No debiéramos centrarnos en oscilaciones coyunturales, sino en productividad y educación de la mano de obra”.

El argumento, típicamente conservador, es casi una perogrullada e identifica productividad con menos trabajadores o menos horas de labor para producir lo mismo. Ambos factores terminan reduciendo la demanda de empleo. Otros conservadores se fijan más en la creciente brecha entre gente con diferentes niveles de educación.

Algunos van a extremos, como Frank Levy, del MIT. “Debe pensarse en dos mercados laborales. Uno de graduados universitarios, otro que sólo terminó la secundaria”, afirma en su libro “The new division of labor”. El primer mercado “ha crecido en los últimos cuatro años, en tanto el otro se deterioraba y los que tenían educación secundaria iban siendo substituidos por egresados de la primaria en los servicios”.

“El autor supone que los trabajadores conforman un mercado. Pero, en realidad, dependen de la demanda, o sea de un mercado externo a ellos. Tampoco tienen carteras de empleadores, como imaginan quienes predican el libre despido”, replica el economista Paul Krugman.

Ahora bien, el problema de Bush es que todos los canales de creación o recreación laboral han sido más lentos que en reactivaciones previas. En marzo, pareció que la economía se aceleraba y la recreación de trabajo acumulaba unos 900.000 puestos desde mediados de 2003. Todavía, empero, había 1.300.000 para recobrar. En junio, Trabajo reveló que 57% de quienes habían conseguido nuevos empleos, tras haber estado desocupados, ganaban menos y trabajaban más que antes (la “productividad” de Levy).

Por último, las señales aparecidas el viernes resultan peligrosamente frustrantes. Faltan poco más de dos meses y medio para los comicios y sólo la prestigitación estadigráfica podría modificar tendencias en tan escaso tiempo.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades