Duro rechazo de la oposición a prorrogar la emergencia económica

Legisladores y dirigentes del espectro opositor salieron a descalificar los argumentos oficiales en defensa de prolongar una interminable “emergencia”. Alguno subrayaba el contraste con los éxitos económicos que proclama Néstor Kirchner.

29 noviembre, 2007

Con argumentos sutilmente distintos, pero el mismo grado de malestar, reaccionaron referentes opositores. No sólo contra la intención gubernamental de prorrogar la ley de emergencia económica. También contra los endebles fundamentos con los cuales Alberto Fernández intentó justificar la iniciativa que será tratada en diputados la semana próxima.

Horas antes, en declaraciones radiales, el jefe de gabinete había dicho: “Nunca se ha hecho uso abusivo de las facultades previstas por la ley y el congreso siempre ha podido controlar lo que se hacía”. Varios legisladores rechazaron
las explicaciones del funcionario y sostuvieron que la extensión de la ley no se justifica en las actuales condiciones económicas.

“Nada de lo que dice Fernández es verdad. El gobierno abusó de todas las herramientas con la complicidad de la abrumadora mayoría oficialista en el congreso, que debía haber controlado. Con semejante poder en el parlamento ¿es necesario seguir delegando facultades?”, planteó el senador Ernesto Sanz, jefe del bloque radical.

“El gobierno asegura que la ley es necesaria para renegociar contratos de servicios privatizados y defender al estado en los juicios de bonistas tramitados en el Ciadi”, señaló Sanz. “Esto último es una gran falacia. Los jueces del Ciadi resuelven en función de la situación económica de 2002, que sí era de emergencia, y no a partir de la actual”.

El senador vinculó la intención de prorrogar la emergencia con la vigencia de los superpoderes que maneja el propio jefe de gabinete. “No sólo hay crecimiento, se ha recobrado el empleo y los indicadores que justamente el gobierno exhibe contradicen de lo que se pretende”.

Estos roces coinciden con una dura interna kirchnerismo alrededor de dos personas mal vistas por el próximo ministro de economía: los secretarios de transportes y comercio interior. Es decir, Ricardo Jaime y Guillermo Moreno, tampoco santos de la devoción de Cristina Fernández Kirchner.

Con argumentos sutilmente distintos, pero el mismo grado de malestar, reaccionaron referentes opositores. No sólo contra la intención gubernamental de prorrogar la ley de emergencia económica. También contra los endebles fundamentos con los cuales Alberto Fernández intentó justificar la iniciativa que será tratada en diputados la semana próxima.

Horas antes, en declaraciones radiales, el jefe de gabinete había dicho: “Nunca se ha hecho uso abusivo de las facultades previstas por la ley y el congreso siempre ha podido controlar lo que se hacía”. Varios legisladores rechazaron
las explicaciones del funcionario y sostuvieron que la extensión de la ley no se justifica en las actuales condiciones económicas.

“Nada de lo que dice Fernández es verdad. El gobierno abusó de todas las herramientas con la complicidad de la abrumadora mayoría oficialista en el congreso, que debía haber controlado. Con semejante poder en el parlamento ¿es necesario seguir delegando facultades?”, planteó el senador Ernesto Sanz, jefe del bloque radical.

“El gobierno asegura que la ley es necesaria para renegociar contratos de servicios privatizados y defender al estado en los juicios de bonistas tramitados en el Ciadi”, señaló Sanz. “Esto último es una gran falacia. Los jueces del Ciadi resuelven en función de la situación económica de 2002, que sí era de emergencia, y no a partir de la actual”.

El senador vinculó la intención de prorrogar la emergencia con la vigencia de los superpoderes que maneja el propio jefe de gabinete. “No sólo hay crecimiento, se ha recobrado el empleo y los indicadores que justamente el gobierno exhibe contradicen de lo que se pretende”.

Estos roces coinciden con una dura interna kirchnerismo alrededor de dos personas mal vistas por el próximo ministro de economía: los secretarios de transportes y comercio interior. Es decir, Ricardo Jaime y Guillermo Moreno, tampoco santos de la devoción de Cristina Fernández Kirchner.

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