Duhalde- Alfonsín

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Se suceden las reuniones entre ambos políticos en busca de un acuerdo de gobernabilidad que facilite la salida de la crisis.

Dos hombres que se han movido discretamente en segundas líneas de exposición pública, Raúl Alfonsín y Eduardo Duhalde, se han constituido en piezas vitales para intentar una acción que conduzca a un consenso social basado, primordialmente, en una suerte de renovación del Pacto de Olivos. Como éste, procura crear condiciones para la gobernabilidad de un país sacudido y condicionado por la crisis impuesta por la globalización económica.

De acuerdo a los trascendidos, en el curso de varias reuniones ambos dirigentes políticos se proponen articular una red de protección del sistema democrático que una a todas las expresiones partidarias y a los sectores ajenos a la lid política que cuestionen las exigencias del Fondo Monetario Internacional.

Juan Pablo Cafiero, un peronista crítico del menemismo, reconoció haber debatido con Eduardo Duhalde esta temática y recordó la implacable lucha del ex gobernador de Buenos Aires contra los propósitos de Carlos Saúl Menem de regresar por tercera vez, a la Casa Rosada.

Tanto Duhalde como Alfonsín, mantienen abiertas líneas de comunicación con Hugo Moyano, convertido de hecho en el líder del sindicalismo. El primero, integrante del mismo movimiento ideológico, contribuyó con sus adeptos a alimentar con hombres la movilización realizada el 3l. El caudillo radical, dentro de la mayor reserva no deja, sin embargo, de alimentar el diálogo a pesar de la intemperancia verbal del camionero.

No se conoce la opinión de Alfonsín acerca de la iniciativa de Duhalde de reunir no menos de un millón de firmas para respaldar la propuesta de la Iglesia de que los acreedores externos atemperan el peso de sus reclamos a los países en desarrollo. Pero es muy probable que no la vea con desagrado. Y tampoco lo haga Fernando de la Rúa, que encontraría una palanca para mover el pesado mundo de las finanzas sin aparecer públicamente enfrentado con él.

Dos hombres que se han movido discretamente en segundas líneas de exposición pública, Raúl Alfonsín y Eduardo Duhalde, se han constituido en piezas vitales para intentar una acción que conduzca a un consenso social basado, primordialmente, en una suerte de renovación del Pacto de Olivos. Como éste, procura crear condiciones para la gobernabilidad de un país sacudido y condicionado por la crisis impuesta por la globalización económica.

De acuerdo a los trascendidos, en el curso de varias reuniones ambos dirigentes políticos se proponen articular una red de protección del sistema democrático que una a todas las expresiones partidarias y a los sectores ajenos a la lid política que cuestionen las exigencias del Fondo Monetario Internacional.

Juan Pablo Cafiero, un peronista crítico del menemismo, reconoció haber debatido con Eduardo Duhalde esta temática y recordó la implacable lucha del ex gobernador de Buenos Aires contra los propósitos de Carlos Saúl Menem de regresar por tercera vez, a la Casa Rosada.

Tanto Duhalde como Alfonsín, mantienen abiertas líneas de comunicación con Hugo Moyano, convertido de hecho en el líder del sindicalismo. El primero, integrante del mismo movimiento ideológico, contribuyó con sus adeptos a alimentar con hombres la movilización realizada el 3l. El caudillo radical, dentro de la mayor reserva no deja, sin embargo, de alimentar el diálogo a pesar de la intemperancia verbal del camionero.

No se conoce la opinión de Alfonsín acerca de la iniciativa de Duhalde de reunir no menos de un millón de firmas para respaldar la propuesta de la Iglesia de que los acreedores externos atemperan el peso de sus reclamos a los países en desarrollo. Pero es muy probable que no la vea con desagrado. Y tampoco lo haga Fernando de la Rúa, que encontraría una palanca para mover el pesado mundo de las finanzas sin aparecer públicamente enfrentado con él.

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