Dohá: nervios y otra postergación de negociaciones agrícolas

El domingo, ni siquiera se salvó la cara poniendo una fecha razonable para las negociaciones agrícolas, como pedía el G-20. En realidad, fue casi una burla: la Unión Europea hizo posponer todo para 2013, o sea licuó la ronda y la OMC.

19 diciembre, 2005

Sobre el cierre, sólo hubo compromisos mínimos para un futuro destrabe en el intercambio de bienes y servicios, que el canciller Jorge Taiana parecía tomar en serio. En cuanto a los dos temas claves para Argentina (y el grupo de los 20), continuaban las incertidumbres sobre un eventual cronograma agrícola. En el otro tema, la apertura industrial –que pretenden desde siempre bancos, empresas transnacionales y sus voceros en la periferia, las economías centrales admiten ahora que debe ser ecuánime y con tratamientos diferenciados para países en desarrollo.

“Nadie está conforme. Sólo tendría sentido una fecha razonablemente próxima para reanudar negociaciones agrícolas. Pero cada reunión de la ronda Dohá termina con un nuevo aplazamiento de fechas”, opinaban –en privado- con pocas diferencias representantes argentinos, brasileños, chinos e indios. De un modo u otro, tirios y troyanos reconocieron que la reunión de Hongkong había nacido muerta: semanas antes, se descartaba un acuerdo general… para cerrar la ronda dentro de un año. Por ende, este encuentro ha sido un mero ejercicio dialéctico para los 20 y turismo de lujo para la mayoría de los 149 miembros que tiene la OMC, gran parte de los cuales carece de peso o entidad.

Las opciones discutidas en las horas finales distaban eran un epiutafio para Dohá y la propia OMC. Mientras EE.UU. y la UE proponían 2013 como inicio de negociaciones agrícola, el G 20 sugirió 2010. Ambos plazos son poco realistas, en un mundo que cambia velozmente. Basta recordar el contexto y la correlación de fuerzas en 1997 o 2000. Por de pronto, analistas geopolíticos de ideologías varias apuntan al retroceso de la influencia norteamericana fuera del hemisferio occidental y un “triángulo” China-Rusia-Japón en el hemisferio oriental –donde los mercados financieros pesarán menos-, con África subsahariana “recolonizada” para salvarla del colapso total.

En un plano más específico, la cuota Hilton posiblemente se aumente de 500.000 a 1.300,0900 toneladas anuales, según anunció el comisariato agrícola de la UE. Pero el secretario argentino del ramo, Alfredo Chiaradia, teme que el incremento no pase realmente de 30.000 tm/año.

No pintan mejor la industrias ni los servicios, pese a cierto optimismo entre empresarios locales y funcionarios del G-20. Esencialmente porque, señalan analistas de Tokio, Londres y Fráncfort, la puja cifrada en el “libre intercambio” enfrenta a las empresas del sector terciario (servicios) con las agrícolas. Por ejemplo, un grupo de presión armado por United Parcel Service y firmas afines quiere que la ronda Dohá “simplifique procedimientos y normas aduaneras para asegurar la libre circulación de encomiendas” –no importa qué contengan-, especialmente porque temen que China imponga nuevas limitaciones.

Pero este “lobby” es apenas parte de una amplia coalición de transnacionales y bancos, cuyo objeto es el acceso sin cortapisas a los mercados “emergentes” y periféricos. Exactamente, la tesis apoyada por el mercantilismo inglés (Economist, Financial Times), suizo (Neue Zürcher Zeitung) y norteamericano (Wall Street Journal, Forbes, Fortune, Business Week, etc.). Pero, con EE.UU., la UE y Japón remisos a eliminar o reducir subsidios agrícolas en un plazo razonable, ese desiderátum parece inviable. Mucho más lo será si Rusia y China marchan hacia formas “posmodernas” de capitalismo de estado, con posibilidades de influir sobre India, Irán, Pakistán, Vietnam y los países de habla turca. En suma, un bloque de 3.000 millones de habitantes o más.

Sobre el cierre, sólo hubo compromisos mínimos para un futuro destrabe en el intercambio de bienes y servicios, que el canciller Jorge Taiana parecía tomar en serio. En cuanto a los dos temas claves para Argentina (y el grupo de los 20), continuaban las incertidumbres sobre un eventual cronograma agrícola. En el otro tema, la apertura industrial –que pretenden desde siempre bancos, empresas transnacionales y sus voceros en la periferia, las economías centrales admiten ahora que debe ser ecuánime y con tratamientos diferenciados para países en desarrollo.

“Nadie está conforme. Sólo tendría sentido una fecha razonablemente próxima para reanudar negociaciones agrícolas. Pero cada reunión de la ronda Dohá termina con un nuevo aplazamiento de fechas”, opinaban –en privado- con pocas diferencias representantes argentinos, brasileños, chinos e indios. De un modo u otro, tirios y troyanos reconocieron que la reunión de Hongkong había nacido muerta: semanas antes, se descartaba un acuerdo general… para cerrar la ronda dentro de un año. Por ende, este encuentro ha sido un mero ejercicio dialéctico para los 20 y turismo de lujo para la mayoría de los 149 miembros que tiene la OMC, gran parte de los cuales carece de peso o entidad.

Las opciones discutidas en las horas finales distaban eran un epiutafio para Dohá y la propia OMC. Mientras EE.UU. y la UE proponían 2013 como inicio de negociaciones agrícola, el G 20 sugirió 2010. Ambos plazos son poco realistas, en un mundo que cambia velozmente. Basta recordar el contexto y la correlación de fuerzas en 1997 o 2000. Por de pronto, analistas geopolíticos de ideologías varias apuntan al retroceso de la influencia norteamericana fuera del hemisferio occidental y un “triángulo” China-Rusia-Japón en el hemisferio oriental –donde los mercados financieros pesarán menos-, con África subsahariana “recolonizada” para salvarla del colapso total.

En un plano más específico, la cuota Hilton posiblemente se aumente de 500.000 a 1.300,0900 toneladas anuales, según anunció el comisariato agrícola de la UE. Pero el secretario argentino del ramo, Alfredo Chiaradia, teme que el incremento no pase realmente de 30.000 tm/año.

No pintan mejor la industrias ni los servicios, pese a cierto optimismo entre empresarios locales y funcionarios del G-20. Esencialmente porque, señalan analistas de Tokio, Londres y Fráncfort, la puja cifrada en el “libre intercambio” enfrenta a las empresas del sector terciario (servicios) con las agrícolas. Por ejemplo, un grupo de presión armado por United Parcel Service y firmas afines quiere que la ronda Dohá “simplifique procedimientos y normas aduaneras para asegurar la libre circulación de encomiendas” –no importa qué contengan-, especialmente porque temen que China imponga nuevas limitaciones.

Pero este “lobby” es apenas parte de una amplia coalición de transnacionales y bancos, cuyo objeto es el acceso sin cortapisas a los mercados “emergentes” y periféricos. Exactamente, la tesis apoyada por el mercantilismo inglés (Economist, Financial Times), suizo (Neue Zürcher Zeitung) y norteamericano (Wall Street Journal, Forbes, Fortune, Business Week, etc.). Pero, con EE.UU., la UE y Japón remisos a eliminar o reducir subsidios agrícolas en un plazo razonable, ese desiderátum parece inviable. Mucho más lo será si Rusia y China marchan hacia formas “posmodernas” de capitalismo de estado, con posibilidades de influir sobre India, Irán, Pakistán, Vietnam y los países de habla turca. En suma, un bloque de 3.000 millones de habitantes o más.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades