La receta de Meltzer para la Argentina

El economista y académico Allan H. Meltzer se presentó ante la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos y desplegó una visión de la Argentina que no parece la más optimista. Pero dio siete consignas para que el país salga de la crisis.

9 marzo, 2002

Cada vez que habla produce conmoción en la Argentina. Cavallo lo odia. Dirigentes, políticos y académicos desconfían –en público– de sus recomendaciones, aunque muchos de ellos –en privado– aceptan que sus consejos son, cada vez más, inevitables. Además, su opinión es muy valorada por la administración Bush.

Es Allan H. Meltzer, economista y académico, que el 5 de marzo habló ante la Comisión de Estructura Financiera, la Subcomisión de Política Monetaria y Comercio Internacional de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, sobre la Argentina y sus riesgos, su tema favorito en este momento.

Estas son las exposiciones de este profesor de Política Económica de la Carnegie Mellon University y profesor visitante del American Enterprise Institute, manifestaciones que no despiertan demasiadas esperanzas para el país en el corto plazo, ya que las cierra con el argumento más escuchado por estas horas: el que afirma que la Argentina no cumple con sus promesas.

“Argentina sufre ahora una crisis profunda y prolongada. Sus raíces son políticas además de económicas. El sistema político parece incapaz de desarrollar un plan consistente y coherente para resolver o mejorar ya sea la actual posición de Argentina o sus problemas estructurales de largo plazo”.

“La necesidad de un plan o programa para restaurar el crecimiento de la producción y el empleo sin provocar un resurgimiento de la inflación no puede haber escapado a los dirigentes. Ellos han recibido este mensaje del presidente Bush, del secretario O´Neill, del FMI y de otros, incluso de mí mismo. Sin un plan que comience a resolver los actuales problemas de liquidez, financieros, económicos y humanos, no puede haber solución a la crisis”.

“Más ayuda económica por parte de las instituciones financieras internacionales, lideradas por el FMI, no puede resolver los problemas de Argentina a menos que el país adopte un plan consistente y coherente”.

“Argentina tuvo tres problemas fundamentales que la llevaron a su deplorable situación actual con pérdida masiva de riqueza y aumento de la miseria”.

“Primero, no podía dejar que su deuda siguiera creciendo y tampoco seguir pagando el servicio de esa deuda con su economía y sus exportaciones en el estado que estaban. Los observadores sagaces reconocieron públicamente hace más de un año ( y en forma privada ya en 1999) que la deuda externa argentina, denominada en dólares, era insostenible”.

“Segundo, el déficit de presupuesto de Argentina aumentó la deuda y debilitó la política económica. La ley de convertibilidad ligó el peso al dólar y permitió la convertibilidad irrestricta a una tasa de cambio fija. Ese arreglo no podía hacer frente a una deuda insostenible por un lado y a una tasa de cambio sobrevaluada por el otro”.

“La apreciación del dólar y la depreciación del real brasileño convirtieron a la Argentina en un lugar poco atractivo para invertir y en un lugar caro para comprar”.

“Tercero, Argentina hizo muchas reformas a principios de la década de 1990, pero no desarrolló una política presupuestaria ni implantó una ley de responsabilidad fiscal que controlara el gasto de las provincias. Y no eliminó algunos de los impedimentos estructurales al crecimiento”.

“El actual Gobierno argentino no ha propuesto un plan coherente y consistente. Algunas de las medidas que ha tomado son esfuerzos fragmentarios para solucionar problemas específicos sin tomar en consideración las consecuencias en el panorama general. Por ejemplo, las autoridades monetarias no tenían dólares suficientes para convertir depósitos en pesos a dólares, como lo requería su régimen monetario, entonces el Gobierno decretó que todos los depósitos en dólares tenían que ser convertidos a pesos al cambio de 1,40 pesos por dólar”.

“Esto aumentó la oferta monetaria potencial en aproximadamente 30%, aumentando la preocupación por la inflación. Para asegurar a la gente que no perdería con la inflación, el Gobierno sugirió indexar los depósitos en pesos según la inflación. Cuando la inflación aumentara, el Gobierno o el Banco Central imprimiría más dinero”.

“¿Qué puede hacer el FMI y otras instituciones internacionales? ¿Qué deberían hacer? El FMI no ha dado la espalda a la Argentina. En marzo del 2000 le otorgó un préstamo de US$ 7.200 millones. En enero del 2001, cuando la sustentabilidad de la deuda argentina era muy dudosa, le otorgó US$ 7.000 millones más como parte de un paquete oficial de US$ 20.000 millones. Debería ser evidente para todos que el aporte de más dinero sin cambios en la política no ha dado buenos resultados”.

“Yo abogo por ayudar a Argentina una vez que haya adoptado un plan coherente y consistente. Tal plan es necesario para asegurar que el dinero que se le adelanta al país no sea usado para sostener la tasa de cambio, para sostener déficits presupuestarios, o para permitir a los acreedores eviten pérdidas. Así es como la ayuda adicional se usaría en ausencia de un plan adoptado e implementado por el gobierno”.

“Hay siete problemas que atender. Algunos están interrelacionados”.

(1) “La deuda externa tiene que ser reducida a un nivel sostenible. La deuda está ahora en cesación de pagos. Tiene que ser renegociada”.

(2) “La Argentina necesita un régimen de tasa de intercambio creíble que remplace el actual sistema de control de cambios”.

(3) “Ningún régimen cambiario puede mantener su credibilidad ni puede sostenerse si el sistema monetario no produce inflación baja o precios estables. El gobierno debe tener un banco central independiente y adoptar medidas que le impidan imprimir dinero para financiar el déficit de presupuesto”.

(4) “Un régimen fiscal estable, con presupuestos cercanos al equilibrio sostiene la credibilidad del sistema monetario y la estabilidad de la tasa de cambio. El sistema fiscal también debería fomentar el uso eficiente de los recursos para elevar los niveles de vida, y el gobierno debería adoptar una ley de responsabilidad fiscal aplicable a todos los niveles del gobierno. Muchos de los problemas fiscales argentinos resultan del gasto excesivo de las provincias financiado por el gobierno central”.

(5) “El ajuste de los sistemas monetario y cambiario argentinos debería evitar el desajuste entre activos y pasivos. El actual gobierno argentino ha eliminado el capital en el sistema bancario y ha debilitado el sistema de pagos”.

(6) “Hoy cualquier política debe dar malas noticias. También debe dar buenas noticias reduciendo lo más posible el impuesto al valor agregado de 21% para estimular el gasto privado y reorientar el gasto de los mercados informales a los mercados organizados”.

(7) “Hay una necesidad urgente de liquidez. Adam Lerrick y yo propusimos una forma de reconciliar el aumento de la liquidez y del gasto con seguridad y solidez en el sistema financiero. El gobierno adoptó una versión de esta propuesta”.

“En suma, yo apoyo el programa actual del FMI. Es un gran paso adelante con respecto a los rescates a mano abierta de la década de 1990. La nueva política es excesivamente dolorosa para Argentina porque el gobierno no ha hecho los ajustes y reformas necesarios para el crecimiento”.

“La ayuda financiera se escurre cuando la estructura económica no es prolija. Yo exhorto a los miembros de esta comisión a apoyar los importantes pasos hacia la reforma que han iniciado el Secretario O´Neill y el Director Gerente Koehler. Los exhorto a continuar con su esfuerzo para premiar el desempeño y a insistir en que las promesas se deben cumplir”.

Cada vez que habla produce conmoción en la Argentina. Cavallo lo odia. Dirigentes, políticos y académicos desconfían –en público– de sus recomendaciones, aunque muchos de ellos –en privado– aceptan que sus consejos son, cada vez más, inevitables. Además, su opinión es muy valorada por la administración Bush.

Es Allan H. Meltzer, economista y académico, que el 5 de marzo habló ante la Comisión de Estructura Financiera, la Subcomisión de Política Monetaria y Comercio Internacional de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, sobre la Argentina y sus riesgos, su tema favorito en este momento.

Estas son las exposiciones de este profesor de Política Económica de la Carnegie Mellon University y profesor visitante del American Enterprise Institute, manifestaciones que no despiertan demasiadas esperanzas para el país en el corto plazo, ya que las cierra con el argumento más escuchado por estas horas: el que afirma que la Argentina no cumple con sus promesas.

“Argentina sufre ahora una crisis profunda y prolongada. Sus raíces son políticas además de económicas. El sistema político parece incapaz de desarrollar un plan consistente y coherente para resolver o mejorar ya sea la actual posición de Argentina o sus problemas estructurales de largo plazo”.

“La necesidad de un plan o programa para restaurar el crecimiento de la producción y el empleo sin provocar un resurgimiento de la inflación no puede haber escapado a los dirigentes. Ellos han recibido este mensaje del presidente Bush, del secretario O´Neill, del FMI y de otros, incluso de mí mismo. Sin un plan que comience a resolver los actuales problemas de liquidez, financieros, económicos y humanos, no puede haber solución a la crisis”.

“Más ayuda económica por parte de las instituciones financieras internacionales, lideradas por el FMI, no puede resolver los problemas de Argentina a menos que el país adopte un plan consistente y coherente”.

“Argentina tuvo tres problemas fundamentales que la llevaron a su deplorable situación actual con pérdida masiva de riqueza y aumento de la miseria”.

“Primero, no podía dejar que su deuda siguiera creciendo y tampoco seguir pagando el servicio de esa deuda con su economía y sus exportaciones en el estado que estaban. Los observadores sagaces reconocieron públicamente hace más de un año ( y en forma privada ya en 1999) que la deuda externa argentina, denominada en dólares, era insostenible”.

“Segundo, el déficit de presupuesto de Argentina aumentó la deuda y debilitó la política económica. La ley de convertibilidad ligó el peso al dólar y permitió la convertibilidad irrestricta a una tasa de cambio fija. Ese arreglo no podía hacer frente a una deuda insostenible por un lado y a una tasa de cambio sobrevaluada por el otro”.

“La apreciación del dólar y la depreciación del real brasileño convirtieron a la Argentina en un lugar poco atractivo para invertir y en un lugar caro para comprar”.

“Tercero, Argentina hizo muchas reformas a principios de la década de 1990, pero no desarrolló una política presupuestaria ni implantó una ley de responsabilidad fiscal que controlara el gasto de las provincias. Y no eliminó algunos de los impedimentos estructurales al crecimiento”.

“El actual Gobierno argentino no ha propuesto un plan coherente y consistente. Algunas de las medidas que ha tomado son esfuerzos fragmentarios para solucionar problemas específicos sin tomar en consideración las consecuencias en el panorama general. Por ejemplo, las autoridades monetarias no tenían dólares suficientes para convertir depósitos en pesos a dólares, como lo requería su régimen monetario, entonces el Gobierno decretó que todos los depósitos en dólares tenían que ser convertidos a pesos al cambio de 1,40 pesos por dólar”.

“Esto aumentó la oferta monetaria potencial en aproximadamente 30%, aumentando la preocupación por la inflación. Para asegurar a la gente que no perdería con la inflación, el Gobierno sugirió indexar los depósitos en pesos según la inflación. Cuando la inflación aumentara, el Gobierno o el Banco Central imprimiría más dinero”.

“¿Qué puede hacer el FMI y otras instituciones internacionales? ¿Qué deberían hacer? El FMI no ha dado la espalda a la Argentina. En marzo del 2000 le otorgó un préstamo de US$ 7.200 millones. En enero del 2001, cuando la sustentabilidad de la deuda argentina era muy dudosa, le otorgó US$ 7.000 millones más como parte de un paquete oficial de US$ 20.000 millones. Debería ser evidente para todos que el aporte de más dinero sin cambios en la política no ha dado buenos resultados”.

“Yo abogo por ayudar a Argentina una vez que haya adoptado un plan coherente y consistente. Tal plan es necesario para asegurar que el dinero que se le adelanta al país no sea usado para sostener la tasa de cambio, para sostener déficits presupuestarios, o para permitir a los acreedores eviten pérdidas. Así es como la ayuda adicional se usaría en ausencia de un plan adoptado e implementado por el gobierno”.

“Hay siete problemas que atender. Algunos están interrelacionados”.

(1) “La deuda externa tiene que ser reducida a un nivel sostenible. La deuda está ahora en cesación de pagos. Tiene que ser renegociada”.

(2) “La Argentina necesita un régimen de tasa de intercambio creíble que remplace el actual sistema de control de cambios”.

(3) “Ningún régimen cambiario puede mantener su credibilidad ni puede sostenerse si el sistema monetario no produce inflación baja o precios estables. El gobierno debe tener un banco central independiente y adoptar medidas que le impidan imprimir dinero para financiar el déficit de presupuesto”.

(4) “Un régimen fiscal estable, con presupuestos cercanos al equilibrio sostiene la credibilidad del sistema monetario y la estabilidad de la tasa de cambio. El sistema fiscal también debería fomentar el uso eficiente de los recursos para elevar los niveles de vida, y el gobierno debería adoptar una ley de responsabilidad fiscal aplicable a todos los niveles del gobierno. Muchos de los problemas fiscales argentinos resultan del gasto excesivo de las provincias financiado por el gobierno central”.

(5) “El ajuste de los sistemas monetario y cambiario argentinos debería evitar el desajuste entre activos y pasivos. El actual gobierno argentino ha eliminado el capital en el sistema bancario y ha debilitado el sistema de pagos”.

(6) “Hoy cualquier política debe dar malas noticias. También debe dar buenas noticias reduciendo lo más posible el impuesto al valor agregado de 21% para estimular el gasto privado y reorientar el gasto de los mercados informales a los mercados organizados”.

(7) “Hay una necesidad urgente de liquidez. Adam Lerrick y yo propusimos una forma de reconciliar el aumento de la liquidez y del gasto con seguridad y solidez en el sistema financiero. El gobierno adoptó una versión de esta propuesta”.

“En suma, yo apoyo el programa actual del FMI. Es un gran paso adelante con respecto a los rescates a mano abierta de la década de 1990. La nueva política es excesivamente dolorosa para Argentina porque el gobierno no ha hecho los ajustes y reformas necesarios para el crecimiento”.

“La ayuda financiera se escurre cuando la estructura económica no es prolija. Yo exhorto a los miembros de esta comisión a apoyar los importantes pasos hacia la reforma que han iniciado el Secretario O´Neill y el Director Gerente Koehler. Los exhorto a continuar con su esfuerzo para premiar el desempeño y a insistir en que las promesas se deben cumplir”.

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