Discurso de una momia, pero nunca de un faraón

El raís se licua en un mensaje tras otro y las plazas opositoras se multiplican de ciudad en ciudad egipcia. El país vive una onda revolucionaria nada ortodoxa: no es Estados Unidos en 1776, Francia en 1789, Europa misma en 1848 ni Rusia en 1917.

11 febrero, 2011

<p>Esta vez, es una &ldquo;revoluci&oacute;n&rdquo; sin partidos, casi gandhiana, pero con una impresionante parafernalia tecnol&oacute;gica y un aparato de comunicaciones &ndash;este s&iacute;- globalizado. En cierto sentido, es como si la plaza de la Liberaci&oacute;n, legado de otro rais (Gamal Abdel Nasser), se hubiera convertido en un inmenso centro de llamadas o sala de juegos virtuales en poder de j&oacute;venes sin administrador ni l&iacute;mites.<br />
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Sin duda, admiten analistas occidentales y muchos de los blogs en Internet, hay una especie de revoluci&oacute;n a orillas de Nilo. As&iacute; lo demuestra la censura a Internet en Egipto mismo, m&aacute;s sus secuelas a menudo subrepticias en Saudiarabia, Libia, Siria, los emiratos del Golfo, Yemen u Om&aacute;n. Unos la practican para escudar a Hosni Mubarak o hacerlo durar. Otros, para acelerar su casi segura ca&iacute;da.<br />
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En verdad, la suerte del caudillo parece estar &ndash;dicen fuentes locales- en manos de su sinuoso vicepresidente, Omar Suleiman. Su relaci&oacute;n denota ya un matiz inquietante para el rais: &eacute;ste pronuncia discursos en ingl&eacute;s &ndash;dirigidos al mundo-, en tanto su lugarteniente y potencial reemplazante no abandona el &aacute;rabe. En suma, sus mensajes son para Egipto y, m&aacute;s a&uacute;n, las fuerzas armadas (donde se cosechan elementos golpistas).<br />
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Por supuesto, Suleiman y los altos mandos desean la perpetuaci&oacute;n del r&eacute;gimen autoritario pero sin Mubarak. Similares pretensiones albergan Israel, Palestina, Jordania, Saudiarabia y Siria, que no apoyan salidas democr&aacute;ticas como las que promueven la Eurozona o, con menos entusiasmo, Estados Unidos y Gran Breta&ntilde;a.<br />
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De alguna manera, al vicepresidente, parte del gabinete y los mandos no les temblar&iacute;a la mano para desencadenar la represi&oacute;n o, mejor, continuar la que eventualmente lance Mubarak y luego desplazarlo. En el otro campo, faltan l&iacute;deres fuertes. S&oacute;lo hay activistas bien intencionados estilo Mohammed el Baradei o Amr Musa. Detr&aacute;s, las crecientes manifestaciones diarias en plaza Tahrir ponen contra la pared no s&oacute;lo al gobierno egipcio, sino &ndash;esto es lo importante- a Estados Unidos. <br />
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