<p>Ambos interrogantes conducen a otro, bastante más delicado: ¿será posible o deseable su eliminación física? La torpe experiencia de George W.Bush con Saddam Hussein aconseja meditarlo largamente. Recordando que aquella ejecución ni siquiera fue aplaudida por la mayoría shiita en Irak o su respaldo en Irán.<br />
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Por el contrario, en 1991 George W.H. no usó la <em>operación tormenta del desierto</em> para derrocar al dictador. Probablemente, porque no olvidaba un antecedente incómodo: Washington apoyó a Bagdad con armas e inteligencia durante la guerra con Teherán (1980/88). Antes, en 1975/9, Estados Unidos había sostenido a los talibán y al-Qaeda en la guerra contra la ocupación soviética de Afganistán. Los rusos se marcharon, los talibán siguen ahí.<br />
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La resolución del Consejo de Seguridad, amén de no mencionar el destino del coronel, ni siquiera prevé una ocupación terrestre. Sólo quedan en claro el paraguas aéreo –que pasará a mil kilómetros de costa- y la protección a civiles en toda el área cubierta. Más o menos 70% del territorio y la faja marítima inmediata. En otro plano, los propios países árabes quizá no vean con buenos ojos la captura del coronel, como tampoco aprobaron la muerte de Hussein.<br />
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Al igual que hoy la coalición, en la guerra de 2003 los norteamericanos pretendían un cambio radical de régimen. Pero Libia es muy distinta. En primer lugar, Irán era y es una especie de federación entre árabes (shiitas, sunnitas) y kurdos. En su caso, los ocupantes ya en retiro se resignaron a una “normalización” que lleva años.<br />
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Por otro lado, el eventual derrocamiento del régimen libio puede dejar un peligroso vacío difícil de llenar: un centenar de tribus rodeando Trípoli, Benghazi, Misurata, Tobruk, etc. En síntesis, como lo reflejan las crecientes disidencias entre aliados, las salidas militares son por el momento más fáciles que las políticas.<br />
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Dilema aliado: qué hacer con Ghadafi
Mientras algunos creen muerto a un hijo, Jamís, en un vuelo kamikaze y otros lo niegan, la gente huye de Tripoli. Pero otro problema toma cuerpo: la suerte del clan encabezado por Muammar Ghadafi. Por ejemplo, quién deberá arrestar al coronel.