Desavenencias entre Estados Unidos y sus aliados europeos

Por una parte, Muammar Ghaddafi juega con las tribus. Por la otra, la operación rojo amanecer puede seguir la suerte de Afganistán. El coronel probablemente no logre ganar. Los aliados tampoco, habida cuenta de sus divergencias y vacilaciones.

23 marzo, 2011

<p>La quinta jornada de acciones empez&oacute; no en el campo de batalla, sino en Berl&iacute;n. All&aacute;, el holand&eacute;s Anders Fogh Rasmussen &ndash;secretario de la Otan- sorprendi&oacute; a todos afirmando &ldquo;en este momento, no se entiende por qu&eacute; la organizaci&oacute;n persiste en su forma actual si sus miembros no la emplean&rdquo;.</p>
<p>El lugar elegido no era casual: Alemania acababa de anunciar que abandona el campo de operaciones. Por el contrario, la hasta ahora reticente Turqu&iacute;a declar&oacute; que participar&iacute;a en la intervenci&oacute;n si se incluyesen pa&iacute;ses &aacute;rabes en el mando conjunto. Entretanto, Estados Unidos ya no quiere la conducci&oacute;n y prefiere la Otan, pese a las dudas de Rasmussen.</p>
<p>La actitud de Barack Obama era esperable. Mientras arreciaban los ataques a Libia, el presidente realizaba una gira de relumbr&oacute;n. Especialmente porque su escala m&aacute;s relevante, Brasil, no est&aacute; de acuerdo con la guerra libia y el norteamericano no dijo palabra al respecto. Con Francia al frente de una petite entente &ndash;Espa&ntilde;a, Grecia y otros-, Italia descubre que &ldquo;los lazos hist&oacute;ricos con Tr&iacute;poli son un obst&aacute;culo para participar en los bombardeos&rdquo;.</p>
<p>Por encima de todo, flota el espectro de una ofensiva demasiado larga, cuyo desenlace s&oacute;lo puede acelerarse con fuerzas terrestres. Pero la Otan y el consejo de seguridad (ONU) fueron demasiado optimistas, la semana pasada, al condicionar el espacio de exclusi&oacute;n a la veda de efectivos convencionales. Si, en efecto, los ataques se prolongan m&aacute;s de lo prudencial, causar&aacute;n m&aacute;s v&iacute;ctimas que las admisibles para Occidente.</p>
<p>Los pretextos de EE.UU. hoy para enfriar su papel son casi id&eacute;nticos a los esgrimidos la d&eacute;cada anterior para meterse en el lodazal afgano. Obama mantiene las pol&iacute;ticas militares de George W. Bush tanto como las financieras: tan &ldquo;ortodoxo&rdquo; es Benjamin Bernanke (Reserva Federal) como Robert Gates, titular de defensa bajo ambos presidentes. <br />
Esta guerra, temen analistas europeos, est&aacute; ya tan repleta de propaganda y golpes bajos como Afganist&aacute;n-Pakist&aacute;n, antes Irak I y II, Georgia o la ex Yugoslavia.<br />
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