Después de Cancha Rayada

El justicialismo después de Cancha Rayada. Menem pasea por China y mueve a su alfil Rubén Marín. Duhalde espera y Beliz, modestamente, analiza el sector que une a peronistas, ex peronistas y afines.

10 mayo, 2000

¿Habrá un Gregorio de las Heras que concentre las fuerzas dispersas después de la derrota de Cancha Rayada? El símil histórico es apropiado para definir lo que le pasó al justicialismo, que tuvo su domingo sieteen las urnas.

Aparecen varios aspirantes. Carlos Saúl Menem, de paseo por China, manda instrucciones para intervenir el distrito metropolitano del partido, mientras esboza su mejor sonrisa y pareciera deslizar un… “¿y a mí, por qué me miran?”.

Menem opera a través de Rubén Marín, vicepresidente del justicialismo y gobernador de La Pampa. La idea sería reabrir los padrones partidarios, a efectos de que se reincorporen los dirigentes que abandonaron las filas, por diverso tipo de disidencias, en los últimos años, elegir nuevas autoridades del partido y designar los candidatos para las elecciones de senadores y diputados en 2001.

La pregunta por el premio mayor: ¿tendrá eco la voz de los mariscales de la derrota? Seguramente Eduardo Duhalde y Gustavo Beliz creen que no. Y se preparan –¿unidos o por separado?– a enfrentar a los hombres del menemismo. Cuentan con reunir los peronistas que se sentarán en la Legislatura de Buenos Aires para rearmar una fuerza política afín.

Beliz, siempre cauteloso, hace análisis de situación, Percibe dos grandes sectores en el país: la alianza UCR-Frepaso y el que integran el Justicialismo y “sectores cercanos, como nosotros”. Y pone ejemplos concretos: los respaldos de Reutemann y Ruckauf y el origen peronista de muchos candidatos a legisladores. Ofrece compartir el espacio señalado y deja abierta la puerta para, eventualmente, ser invitado a reincorporarse a un partido liberado de sus fallas.

¿Habrá un Gregorio de las Heras que concentre las fuerzas dispersas después de la derrota de Cancha Rayada? El símil histórico es apropiado para definir lo que le pasó al justicialismo, que tuvo su domingo sieteen las urnas.

Aparecen varios aspirantes. Carlos Saúl Menem, de paseo por China, manda instrucciones para intervenir el distrito metropolitano del partido, mientras esboza su mejor sonrisa y pareciera deslizar un… “¿y a mí, por qué me miran?”.

Menem opera a través de Rubén Marín, vicepresidente del justicialismo y gobernador de La Pampa. La idea sería reabrir los padrones partidarios, a efectos de que se reincorporen los dirigentes que abandonaron las filas, por diverso tipo de disidencias, en los últimos años, elegir nuevas autoridades del partido y designar los candidatos para las elecciones de senadores y diputados en 2001.

La pregunta por el premio mayor: ¿tendrá eco la voz de los mariscales de la derrota? Seguramente Eduardo Duhalde y Gustavo Beliz creen que no. Y se preparan –¿unidos o por separado?– a enfrentar a los hombres del menemismo. Cuentan con reunir los peronistas que se sentarán en la Legislatura de Buenos Aires para rearmar una fuerza política afín.

Beliz, siempre cauteloso, hace análisis de situación, Percibe dos grandes sectores en el país: la alianza UCR-Frepaso y el que integran el Justicialismo y “sectores cercanos, como nosotros”. Y pone ejemplos concretos: los respaldos de Reutemann y Ruckauf y el origen peronista de muchos candidatos a legisladores. Ofrece compartir el espacio señalado y deja abierta la puerta para, eventualmente, ser invitado a reincorporarse a un partido liberado de sus fallas.

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