El manejo de las expectativas y sus tiempos será la estrategia que desarrollará
el matrimonio Kirchner para formalizar la transición hasta el 10 de diciembre.
Por de pronto, se recluirán en estos días en El Calafate para concentrarse,
fuera de protocolos, en un cronograma de medidas a aplicar en las seis semanas
que restan para el traspaso del mando.
Los Kirchner repasarán la agenda de los problemas en estos días
de descanso para diferenciar los que requieren de decisiones más urgentes
de los que se escalonan en la acción de gobierno.
Les obsesionan dos premisas fundamentales, pero contradictorias a la vez: no
perder la iniciativa luego del rotundo triunfo en las elecciones del domingo
último, pero tampoco dejarse arrastrar por las presiones que llegan,
sobre todo, desde el poder económico.
Por ejemplo, hubieran querido dejar para más adelante el aumento en
las retenciones de los cereales, pero la incidencia del alza de los precios
internacionales de los commodities en la canasta familiar subió de plano
su importancia.
El plan que afecta a la soja, el maíz y girasol, además, reportará
un refuerzo de us$ 4.500 millones en las arcas fiscales, pero de lleno recién
a partir del año que viene, por cuanto ya están jugados los permisos
de exportación de la mayor parte de la cosecha.
La resolución pendiente del matrimonio presidencial será si se
anuncia de una vez lo que todos, incluido el campo, esperan, o si formará
parte de un paquete que estire su onda expansiva a la totalidad de las expectativas
que recaen sobre la transición.
Porque un enfoque fiscal de la medida necesitaría de complementación
por el lado del gasto público, del que ya se tomó la decisión
política de una fuerte desaceleración hasta mayo, producto de
equipararlo con la recaudación que hubo en el año preelectoral.
Así, si las erogaciones crecieron 40 % y las entradas 28 %, esos 12 puntos
de diferencia serán los que tengan que equilibrarse hacia mediados del
año que viene.
Luego será el ritmo que adopten los ingresos el que irá determinando
la curva ascendente del superávit fiscal.
Paquete energético
También ante el sereno paisaje del glaciar se analizarán los
pros y las contras de tratar por separado (o incluirlo en un paquete general
de la transición) el capítulo energético.
Hay en marcha un plan para afrontar las restricciones en la oferta energética
frente a la ola de calor que se avecina y las dificultades de generación
que vienen de la cuenca neuquina por razones climáticas. Ya se recibieron
numerosas propuestas de las provincias para recuperar usinas en desuso a fin
de “regionalizar” parte de la oferta antes que entren en producción
las obras que acaban de ser licitadas por el Ministerio de Planificación.
El ítem más complicado es el de las tarifas: los Kirchner tienen
resuelto subir las residenciales, con mayor intensidad para los sectores medios
y altos, aprovechando que la Ciudad de Buenos Aires está a punto de instrumentar
la tabla diferencial de la tasa de Alumbrado, Barrido y Limpieza, donde en barrios
como Puerto Madero, el incremento pasa largamente el 200 %.
La duda es si incluirlos en la concertación social reservada para la
inauguración del próximo período o que formen parte del
paquete de la transición. Al menos hasta que partieron a su residencia
de descanso, nadie de su círculo de allegados recibió señal
alguna de que la determinación estuviese tomada. Se sabrá recién
cuando regresen a Buenos Aires la semana próxima.
La otra medida social (aunque también fiscal) en danza es la creación
de un subsidio específico para la canasta familiar que baje el costo
de vida. La oportunidad de la aplicación dependerá también
de la conciliación de cuentas del gasto público, el aprovechamiento
político ante los sectores sociales que integren la mesa de la concertación
y la reformulación y relanzamiento del Indec, sobre lo cual se trabaja
aceleradamente.
Hay en el gobierno plena conciencia de que mientras Guillermo Moreno esté
en la Secretaría de Comercio, cualquier modificación que se haga
en el sistema de medición estará tan sospechada como la actual
y por lo tanto no será creíble. ¿Saldrá “Lassie”
en este mes y días o se esperará hasta el 10 de diciembre?
El relevo presidencial otorga un crédito político automático
para los cambios que los Kirchner no quieren desaprovechar, aunque por otro
lado optaron porque haya continuidad en la gestión. Una “limpieza”
en este caso, lejos de significar un signo de debilidad, tonifica la nueva etapa
a encarar.
Frente externo
Y por último está el eventual impacto que podría tener
en la paridad cambiaria salir del default con el Club de París y los
holdouts, lo cual es una condición sine qua non que pone la comunidad
financiera internacional para reabrir sus puertas a la Argentina. La programación
de los us$ 6.300 millones de deuda con los europeos y los us$ 22.000 millones
con los bonistas significaría de hecho una depreciación de la
moneda que necesitaría ser ordenada en el programa monetario y fiscal
de los próximos años.
Ya con los resultados electorales analizados, otro factor que juega en la planificación
de los próximos pasos es atravesar de inmediato límites autoimpuestos
en materia de relaciones exteriores, caso concreto el FMI, el Club de París
y los llamados holdouts, cuya regularización destrabará créditos
e inversiones que pasan por el sedazo de la comunidad financiera internacional.
El próximo fin de semana viajará a USA y Europa Sergio Chodos,
secretario de Finanzas, para tomar contacto con representantes de bancos de
inversión y de los países involucrados para exponer parte de la
iniciativa que están barajando el Palacio de Hacienda para cuando asuma
Cristina Fernández de Kirchner el próximo 10 de diciembre.
El esquema que propondría Argentina a los holdouts, similar a la oferta
que se formalizaría al Club de París, se basa en una refinanciación
de los pasivos a 13 años, con tres de años gracia.
Si bien no esta todavía no está totalmente elaborada la propuesta
final, si se considera que no habrá una propuesta de pago “cash”
por parte del Poder Ejecutivo Argentino, según cuenta el matutino.
A su vez, estos acuerdos contarían con el visto bueno “formal”
del Fondo Monetario Internacional (FMI), con lo cual se le otorgaría
un marco institucional mucho más sólidos a los posibles convenios
que se puedan suscribir.
En definitiva, al comenzar a desarrollarse esta iniciativa se interpreta que
eso marca un lento y paulatino regreso al FMI, teniendo en cuenta que el nuevo
titular del organismo multilateral, el francés Dominique Strauss Kahn
se ha mostrado como “mucho más permeable” a las posturas expuestas
por los países en desarrollo y particularmente hacia la Argentina.
El manejo de las expectativas y sus tiempos será la estrategia que desarrollará
el matrimonio Kirchner para formalizar la transición hasta el 10 de diciembre.
Por de pronto, se recluirán en estos días en El Calafate para concentrarse,
fuera de protocolos, en un cronograma de medidas a aplicar en las seis semanas
que restan para el traspaso del mando.
Los Kirchner repasarán la agenda de los problemas en estos días
de descanso para diferenciar los que requieren de decisiones más urgentes
de los que se escalonan en la acción de gobierno.
Les obsesionan dos premisas fundamentales, pero contradictorias a la vez: no
perder la iniciativa luego del rotundo triunfo en las elecciones del domingo
último, pero tampoco dejarse arrastrar por las presiones que llegan,
sobre todo, desde el poder económico.
Por ejemplo, hubieran querido dejar para más adelante el aumento en
las retenciones de los cereales, pero la incidencia del alza de los precios
internacionales de los commodities en la canasta familiar subió de plano
su importancia.
El plan que afecta a la soja, el maíz y girasol, además, reportará
un refuerzo de us$ 4.500 millones en las arcas fiscales, pero de lleno recién
a partir del año que viene, por cuanto ya están jugados los permisos
de exportación de la mayor parte de la cosecha.
La resolución pendiente del matrimonio presidencial será si se
anuncia de una vez lo que todos, incluido el campo, esperan, o si formará
parte de un paquete que estire su onda expansiva a la totalidad de las expectativas
que recaen sobre la transición.
Porque un enfoque fiscal de la medida necesitaría de complementación
por el lado del gasto público, del que ya se tomó la decisión
política de una fuerte desaceleración hasta mayo, producto de
equipararlo con la recaudación que hubo en el año preelectoral.
Así, si las erogaciones crecieron 40 % y las entradas 28 %, esos 12 puntos
de diferencia serán los que tengan que equilibrarse hacia mediados del
año que viene.
Luego será el ritmo que adopten los ingresos el que irá determinando
la curva ascendente del superávit fiscal.
Paquete energético
También ante el sereno paisaje del glaciar se analizarán los
pros y las contras de tratar por separado (o incluirlo en un paquete general
de la transición) el capítulo energético.
Hay en marcha un plan para afrontar las restricciones en la oferta energética
frente a la ola de calor que se avecina y las dificultades de generación
que vienen de la cuenca neuquina por razones climáticas. Ya se recibieron
numerosas propuestas de las provincias para recuperar usinas en desuso a fin
de “regionalizar” parte de la oferta antes que entren en producción
las obras que acaban de ser licitadas por el Ministerio de Planificación.
El ítem más complicado es el de las tarifas: los Kirchner tienen
resuelto subir las residenciales, con mayor intensidad para los sectores medios
y altos, aprovechando que la Ciudad de Buenos Aires está a punto de instrumentar
la tabla diferencial de la tasa de Alumbrado, Barrido y Limpieza, donde en barrios
como Puerto Madero, el incremento pasa largamente el 200 %.
La duda es si incluirlos en la concertación social reservada para la
inauguración del próximo período o que formen parte del
paquete de la transición. Al menos hasta que partieron a su residencia
de descanso, nadie de su círculo de allegados recibió señal
alguna de que la determinación estuviese tomada. Se sabrá recién
cuando regresen a Buenos Aires la semana próxima.
La otra medida social (aunque también fiscal) en danza es la creación
de un subsidio específico para la canasta familiar que baje el costo
de vida. La oportunidad de la aplicación dependerá también
de la conciliación de cuentas del gasto público, el aprovechamiento
político ante los sectores sociales que integren la mesa de la concertación
y la reformulación y relanzamiento del Indec, sobre lo cual se trabaja
aceleradamente.
Hay en el gobierno plena conciencia de que mientras Guillermo Moreno esté
en la Secretaría de Comercio, cualquier modificación que se haga
en el sistema de medición estará tan sospechada como la actual
y por lo tanto no será creíble. ¿Saldrá “Lassie”
en este mes y días o se esperará hasta el 10 de diciembre?
El relevo presidencial otorga un crédito político automático
para los cambios que los Kirchner no quieren desaprovechar, aunque por otro
lado optaron porque haya continuidad en la gestión. Una “limpieza”
en este caso, lejos de significar un signo de debilidad, tonifica la nueva etapa
a encarar.
Frente externo
Y por último está el eventual impacto que podría tener
en la paridad cambiaria salir del default con el Club de París y los
holdouts, lo cual es una condición sine qua non que pone la comunidad
financiera internacional para reabrir sus puertas a la Argentina. La programación
de los us$ 6.300 millones de deuda con los europeos y los us$ 22.000 millones
con los bonistas significaría de hecho una depreciación de la
moneda que necesitaría ser ordenada en el programa monetario y fiscal
de los próximos años.
Ya con los resultados electorales analizados, otro factor que juega en la planificación
de los próximos pasos es atravesar de inmediato límites autoimpuestos
en materia de relaciones exteriores, caso concreto el FMI, el Club de París
y los llamados holdouts, cuya regularización destrabará créditos
e inversiones que pasan por el sedazo de la comunidad financiera internacional.
El próximo fin de semana viajará a USA y Europa Sergio Chodos,
secretario de Finanzas, para tomar contacto con representantes de bancos de
inversión y de los países involucrados para exponer parte de la
iniciativa que están barajando el Palacio de Hacienda para cuando asuma
Cristina Fernández de Kirchner el próximo 10 de diciembre.
El esquema que propondría Argentina a los holdouts, similar a la oferta
que se formalizaría al Club de París, se basa en una refinanciación
de los pasivos a 13 años, con tres de años gracia.
Si bien no esta todavía no está totalmente elaborada la propuesta
final, si se considera que no habrá una propuesta de pago “cash”
por parte del Poder Ejecutivo Argentino, según cuenta el matutino.
A su vez, estos acuerdos contarían con el visto bueno “formal”
del Fondo Monetario Internacional (FMI), con lo cual se le otorgaría
un marco institucional mucho más sólidos a los posibles convenios
que se puedan suscribir.
En definitiva, al comenzar a desarrollarse esta iniciativa se interpreta que
eso marca un lento y paulatino regreso al FMI, teniendo en cuenta que el nuevo
titular del organismo multilateral, el francés Dominique Strauss Kahn
se ha mostrado como “mucho más permeable” a las posturas expuestas
por los países en desarrollo y particularmente hacia la Argentina.