De pronto, Sarkozy busca forjar una alianza con Gazprom

Total, donde participa el sector público, se dispone a desarrollar lazos con el mayor monopolio estatal del mundo. París no excluye el ingreso ruso a European aeronautics, defence & space. Pero la matriz de Airbus está manejada por alemanes.

11 octubre, 2007

“He señalado a Vladyímir Putin que estamos dispuestos a que empresas francesas entren en paquetes rusos”, señaló sin vueltas el mismo Nicolas Sarkozy que –días antes- trataba de consolidar nexos con el declinante George W.Bush. Justamente, denunciando a Irán, país que Rusia en cierto modo apoya.

Sólo falta ver qué hace París ante la inminente independencia unilateral de Kósovo, donde ya circula el euro como en la vecina Montenegro. Se sabe que Moscú la rechazará por su alianza secular con Serbia. En otras palabras, la actual visita de Sarkozy a Putin levanta polvo por varios costados.

El presidente galo hizo alusión explícita a Gazprom en sus expresiones sobre eventuales alianzas empresarias francorrusas en materia de hidrocarburos. “Seamos transparentes y transgredamos tabúes” llegó a sostener en Moscú. Tras reiterar el ejemplo de Eads –cuyos ejecutivos germanos no habían sido anoticiados-, por las dudas aclaró: “Francia no quiere ser proteccionista, pero es normal que los amigos rusos quieran entrar en compañías francesas, compitiendo con inversores de otros países”. Por mucho menos de eso, Wall Street y medios conservadores latinoamericanos demonizan a Néstor Kirchner, Hugo Chávez o Evo Morales.

En verdad, Total ha confirmado el interés en profundizar la asociación con Gazprom. Es más, ya tiene 25% en un consorcio que explota gas natural en el enorme yacimiento siberiano de Shtokman, un emprendimiento de US$ 20.000 millones. Además, Total negocia con Rósñeft, la mayor petrolera rusa, y hay otro tipo de contactos con Suez-Électricité de France.

Ahora bien ¿dónde quedan los acuerdos forjados por el ex canciller Gerhard Schröder sobre el proyectado gasoducto bajo el Báltico? Ahí juegan una sociedad rusogermana (NordStream) y los vínculos entre el megagestor de negocios Schröder, ejecutivo de Gazprom, y Rusia misma. Por un lado, Sarkozy ha criticado al alemán por su papel múltiple pero, por otro, proyecta asignar papel similar a su propio antecesor, Jacques Chirac.

Los vasos comunicantes no terminan ahí. Casi sigilosamente, el miércoles 10 se cerró un convenio entre Gazprom, Ucrania y Serbia para compartir la “privatización” de la refinería de Nish, en este último país, próxima a Kósovo.

“He señalado a Vladyímir Putin que estamos dispuestos a que empresas francesas entren en paquetes rusos”, señaló sin vueltas el mismo Nicolas Sarkozy que –días antes- trataba de consolidar nexos con el declinante George W.Bush. Justamente, denunciando a Irán, país que Rusia en cierto modo apoya.

Sólo falta ver qué hace París ante la inminente independencia unilateral de Kósovo, donde ya circula el euro como en la vecina Montenegro. Se sabe que Moscú la rechazará por su alianza secular con Serbia. En otras palabras, la actual visita de Sarkozy a Putin levanta polvo por varios costados.

El presidente galo hizo alusión explícita a Gazprom en sus expresiones sobre eventuales alianzas empresarias francorrusas en materia de hidrocarburos. “Seamos transparentes y transgredamos tabúes” llegó a sostener en Moscú. Tras reiterar el ejemplo de Eads –cuyos ejecutivos germanos no habían sido anoticiados-, por las dudas aclaró: “Francia no quiere ser proteccionista, pero es normal que los amigos rusos quieran entrar en compañías francesas, compitiendo con inversores de otros países”. Por mucho menos de eso, Wall Street y medios conservadores latinoamericanos demonizan a Néstor Kirchner, Hugo Chávez o Evo Morales.

En verdad, Total ha confirmado el interés en profundizar la asociación con Gazprom. Es más, ya tiene 25% en un consorcio que explota gas natural en el enorme yacimiento siberiano de Shtokman, un emprendimiento de US$ 20.000 millones. Además, Total negocia con Rósñeft, la mayor petrolera rusa, y hay otro tipo de contactos con Suez-Électricité de France.

Ahora bien ¿dónde quedan los acuerdos forjados por el ex canciller Gerhard Schröder sobre el proyectado gasoducto bajo el Báltico? Ahí juegan una sociedad rusogermana (NordStream) y los vínculos entre el megagestor de negocios Schröder, ejecutivo de Gazprom, y Rusia misma. Por un lado, Sarkozy ha criticado al alemán por su papel múltiple pero, por otro, proyecta asignar papel similar a su propio antecesor, Jacques Chirac.

Los vasos comunicantes no terminan ahí. Casi sigilosamente, el miércoles 10 se cerró un convenio entre Gazprom, Ucrania y Serbia para compartir la “privatización” de la refinería de Nish, en este último país, próxima a Kósovo.

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