Todos los observadores coincidieron en señalar que Fernando de la Rúa aprovechó los últimos días de la semana pasada para dejar en claro que el Poder Ejecutivo unifica los discursos de sus colaboradores, consolida su imagen pública y refuerza los lazos que unen a la coalición que lo llevó al poder.
El Presidente se movió en varios frentes:
1.Respaldó pública y categóricamente a su ministro de Economía, desvirtuando definiciones e interpretaciones nacidas dentro del oficialismo que sugerían su reemplazo.
2.Reclamará la total colaboración de sus ministros y funcionarios para acompañar a José Luis Machinea en un nuevo reajuste fiscal de $ 600 millones. Con el cual, el recorte de gastos del año llegará a $ 2.000 millones.
3.Envió mensajes a las autoridades financieras internacionales de que no comparte la intensidad de la críticas realizadas contra la política del FMI desde posiciones muy cercanas a él. Entre las cuales los medios de comunicación registraron las pronunciadas, con mayor o menos grado de vehemencia por Raúl Alfonsín.
4.Dejó flotando en el aire su preocupación por la importancia que los organismos internacionales le dan a la problemática social.
5.Asumió personalmente la conducción de una estrategia política nacional con objetivos a mediano y largo plazo, mientras se apresta a encarar las variables que introduce en ella la realidad cotidiana y sus circunstancias.
Una estrategia que atiende en un mismo tiempo dos espacios: el nacional y el internacional. A Fernando de la Rúa le preocupa la necesidad de cerrar cuentas con los prestamistas internacionales. Toma en cuenta el lastre que implica el aumento de las tasas de interés por la Reserva Federal de los Estados Unidos que, como es lógico, atiende a los intereses de esa potencia sin tener demasiado en cuenta los de otras naciones. Y en consecuencia, se preocupa por reducir los gastos fiscales para sanear la posición deudora de la Argentina.
Todos los observadores coincidieron en señalar que Fernando de la Rúa aprovechó los últimos días de la semana pasada para dejar en claro que el Poder Ejecutivo unifica los discursos de sus colaboradores, consolida su imagen pública y refuerza los lazos que unen a la coalición que lo llevó al poder.
El Presidente se movió en varios frentes:
1.Respaldó pública y categóricamente a su ministro de Economía, desvirtuando definiciones e interpretaciones nacidas dentro del oficialismo que sugerían su reemplazo.
2.Reclamará la total colaboración de sus ministros y funcionarios para acompañar a José Luis Machinea en un nuevo reajuste fiscal de $ 600 millones. Con el cual, el recorte de gastos del año llegará a $ 2.000 millones.
3.Envió mensajes a las autoridades financieras internacionales de que no comparte la intensidad de la críticas realizadas contra la política del FMI desde posiciones muy cercanas a él. Entre las cuales los medios de comunicación registraron las pronunciadas, con mayor o menos grado de vehemencia por Raúl Alfonsín.
4.Dejó flotando en el aire su preocupación por la importancia que los organismos internacionales le dan a la problemática social.
5.Asumió personalmente la conducción de una estrategia política nacional con objetivos a mediano y largo plazo, mientras se apresta a encarar las variables que introduce en ella la realidad cotidiana y sus circunstancias.
Una estrategia que atiende en un mismo tiempo dos espacios: el nacional y el internacional. A Fernando de la Rúa le preocupa la necesidad de cerrar cuentas con los prestamistas internacionales. Toma en cuenta el lastre que implica el aumento de las tasas de interés por la Reserva Federal de los Estados Unidos que, como es lógico, atiende a los intereses de esa potencia sin tener demasiado en cuenta los de otras naciones. Y en consecuencia, se preocupa por reducir los gastos fiscales para sanear la posición deudora de la Argentina.