Córdoba: el escándalo resta legitimidad al mandato de Schiaretti

Poco claras maniobras dejaron a Juan Schiaretti, cercano a Julio de Vido, apenas encima de Luis Juez (37,06 a 35,95). Todavía falta la proclamación oficial y el perdedor –allegado a Alberto Fernández- no concede la elección.

4 septiembre, 2007

Sea como fuere, el oficialismo en escala nacional ha perdido ya dos de los cuatro mayores distritos claves, Santa Fe y Capital federal. En cuanto a Córdoba, el escándalo apunta a un presunto fraude en la sede local de Correo argentino, una empresa del estado federal. Schiaretti se declaró ganador cuando ya se había computado 97,8% de votos.

Por su parte, en escala nacional, a los restos del radicalismo (25% en Córdoba, pese a todo) sólo les queda una esperanza, Roberto Lavagna, candidato que se cree peronista pero no piensa ni funciona como tal. En Santa Fe, los casi diez puntos que le llevó Hermes Binner (Frente progresista) a Rafael Bielsa –otro que hace de peronista sin serlo- reflejan una vieja realidad: sin ley de lemas, el justicialismo –y su desflecada pata gremial- nunca se hubieran apoderado de una provincia sanamente demoprogresista.

En verdad, los 24 años de dominio justicialista fueron una costosa ficción (igual que ciertos sondeos a medida de Bielsa). Por el contrario, el perfil cordobés es menos claro, pues inclusive el radicalismo local tuvo sus negras historias en el poder. No sorprendía, entonces, que el Frente unión por Cordoba (Schiaretti, ex hombre de Domingo F.Cavallo) le llevase apenas 1,1 punto a la Alianza frente cívico (Juez, intendente capitalino).

El tufillo a fraude deriva de que, al principio del recuento, Schiaretti le llevaba veinte puntos de diferencia a Juez. Horas después, el escrutinio se hacía más lento a medida como Juez sumaba votos y achicaba la brecha. Este lunes, el intendente capitalino barajó un momento la posibilidad de impugnar los comicios o el escrutinio. En el primer caso, se planteaba una ironía, pues el fiel de la balanza serian los radicales.

Desde la borrascosa Santa Cruz, Néstor y Cristina Kirchner trataron de amortiguar los efectos de la derrota santafecina. Pero, sin un delfín claro en Córdoba, al oficialismo le resta sólo Buenos Aires como distrito grande. Ahí, se juega una carta casi segura: la ausencia de una oposición unida. Pero ¿qué sucedería si, en primera vuelta, esa misma atomización condujera a una segunda vuelta?

Mientras varios encuestadores comerciales se lamían las heridas, al kirchnerismo no le va bien. El apoyo de de Vido a Schiaretti, quizá desde el Correo, plantea una disidencia con Alberto Fernández, que prefería a Juez. Tercera en discordia, Cristina Kirchner no quiere ver cerca de su campaña a ningún “pingüino fundamentalista”. En cuanto al presidente. Parece optar por un perfil menos triunfalista.

Sea como fuere, el oficialismo en escala nacional ha perdido ya dos de los cuatro mayores distritos claves, Santa Fe y Capital federal. En cuanto a Córdoba, el escándalo apunta a un presunto fraude en la sede local de Correo argentino, una empresa del estado federal. Schiaretti se declaró ganador cuando ya se había computado 97,8% de votos.

Por su parte, en escala nacional, a los restos del radicalismo (25% en Córdoba, pese a todo) sólo les queda una esperanza, Roberto Lavagna, candidato que se cree peronista pero no piensa ni funciona como tal. En Santa Fe, los casi diez puntos que le llevó Hermes Binner (Frente progresista) a Rafael Bielsa –otro que hace de peronista sin serlo- reflejan una vieja realidad: sin ley de lemas, el justicialismo –y su desflecada pata gremial- nunca se hubieran apoderado de una provincia sanamente demoprogresista.

En verdad, los 24 años de dominio justicialista fueron una costosa ficción (igual que ciertos sondeos a medida de Bielsa). Por el contrario, el perfil cordobés es menos claro, pues inclusive el radicalismo local tuvo sus negras historias en el poder. No sorprendía, entonces, que el Frente unión por Cordoba (Schiaretti, ex hombre de Domingo F.Cavallo) le llevase apenas 1,1 punto a la Alianza frente cívico (Juez, intendente capitalino).

El tufillo a fraude deriva de que, al principio del recuento, Schiaretti le llevaba veinte puntos de diferencia a Juez. Horas después, el escrutinio se hacía más lento a medida como Juez sumaba votos y achicaba la brecha. Este lunes, el intendente capitalino barajó un momento la posibilidad de impugnar los comicios o el escrutinio. En el primer caso, se planteaba una ironía, pues el fiel de la balanza serian los radicales.

Desde la borrascosa Santa Cruz, Néstor y Cristina Kirchner trataron de amortiguar los efectos de la derrota santafecina. Pero, sin un delfín claro en Córdoba, al oficialismo le resta sólo Buenos Aires como distrito grande. Ahí, se juega una carta casi segura: la ausencia de una oposición unida. Pero ¿qué sucedería si, en primera vuelta, esa misma atomización condujera a una segunda vuelta?

Mientras varios encuestadores comerciales se lamían las heridas, al kirchnerismo no le va bien. El apoyo de de Vido a Schiaretti, quizá desde el Correo, plantea una disidencia con Alberto Fernández, que prefería a Juez. Tercera en discordia, Cristina Kirchner no quiere ver cerca de su campaña a ningún “pingüino fundamentalista”. En cuanto al presidente. Parece optar por un perfil menos triunfalista.

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