Pero “seguimos pensando que la inflación se irá acotando gradualmente, y lo.
más probable es que tendremos una desaceleración moderada de la economía global”.
El profesor agrega que bajar la inflación y consumir más energías verdes podrían ser el módico precio de la amenazante crisis global, pero estarán sujetos a la intensidad de la guerra en curso. Por segundo mes consecutivo, y tal como se esperaba, la Reserva Federal subió las tasas 75 puntos básicos tres veces consecutivas partiendo de 1,50-1,75 en junio y dejándolas entre 3,75 y 4,00 anual. Se espera con ansiedad la variación anual del PIB del tercer trimestre en USA, probablemente la tercera negativa consecutiva. Mientras tanto, Brasil sorprendió creciendo 1,2%.
En octubre pasado, el FMI recortó el crecimiento global del PIB de 2022, estimándolo en 3,2% (dramáticamente menor que el 4,9% estimado hace un año), y en sólo 2,7% en 2023. El dólar sigue en pausa en su apreciación, pese a la baja de la inflación en EEUU. Es probable que esté pesando la gigantesca deuda global, pública y privada, que está cerca a los 350 billones de USD y de los 400% del PIB mundial. Esta deuda está, en su mayoría, en dólares En ese marco, será muy dificultoso tomar deuda “barata.
Llach concluye, “El contexto global está ayudando, por ahora, a la Argentina, fundamentalmente por el precio de los granos. Lo propio ocurriría con los combustibles si Vaca Muerta estuviera funcionando a full”.
Por su parte, Eduardo Fracchia, director del área de economía del IAE, analiza el contexto internacional que continúa recesivo a nivel mundial por la suba de tasas de interés en Europa y Estados Unidos.
Para Fracchia, Estados Unidos y Europa tendrán un 2023 difícil por la suba de tasas mientras que China va a crecer poco este año por COVID y Brasil, con su importante déficit fiscal, estará cerca de 1% de crecimiento el año entrante.
Además, Eduardo comenta que la gestión de Massa sigue dando estímulos puntuales pero no constituye un esquema unificado. El campo ha liquidado muchos dólares durante este año pero sufre una sequía que se prolongará en el 2023 y es un costo de relevancia. En cuanto a la actividad real es clave terminar con el gasoducto de Vaca Muerta para aligerar los problemas de abastecimiento y sigue siendo un problema clave es la falta de reservas en el Banco Central, en un contexto de que la conducción del gobierno actual no quiere devaluar ante un retraso del dólar oficial ya que podría generar un temor a un salto mayor de la inflación.
Y concluye “Pareciera que se va a sortear una crisis de magnitud pero podría darse un evento macro muy severo dado que se juega en el límite. El ajuste fiscal se sigue haciendo vía licuación, usando la inflación. Este esquema general de Massa y Rubinstein es apoyado por la vicepresidente que no alienta por ahora prácticas como las de la elección de medio término, de expansión fiscal y fuerte populismo. El Fondo convalida la gestión Massa donde están muy lejos reformas de tipo estructural. El ministro ha tranquilizado parcialmente la plaza financiera pero no alcanza, sabor a poco y un 2023 conflictivo por las elecciones y por las internas en las dos principales fuerzas. La herencia que se va acumulando para el próximo gobierno es bien compleja y peor a la de Kicillof de fines de 201.”.
Por otro lado, Juan Manuel Jauregui, Doctor en Economía (UCLA), analiza la situación actual del gobierno y la oportunidad que se presenta para bajar el gasto público.
El profesor comenta que “debe ser la prioridad de cualquier gobierno prudente el cortar el gasto todo lo posible para reducir desequilibrios en la economía, aumentar la inversión privada y el crecimiento y recoger los frutos de la eficiencia que otorgan los mercados al uso de los recursos. El problema habitual del gobernante que quiere recortar el gasto es la oposición de los intereses creados que se benefician con el gasto actual. Y dicha oposición generalmente está bien organizada y dispone de mecanismos de presión. Dicha presión, logra muchas veces desestabilizar políticamente a los gobiernos que recortan el gasto, por lo que, aún gobernantes prudentes, muchas veces temen lanzarse en una cruzada por la responsabilidad fiscal.”
Además, agrega que sería un buen momento para realizar una reducción del gasto dado el contexto actual, la prensa está centrada en cubrir lo que dejó el mundial generando una disminución de la exposición mediática de las medidas económicas. Pero como también los funcionarios estuvieron enfocados en lo que sucedería con la selección argentina, la oportunidad para avanzar con reformas económicas desaparece y el gobierno no aprovechará esta oportunidad.
En la perspectiva del doctor “el programa con el Fondo Monetario Internacional establece una meta de déficit fiscal primario de 2,5% del PIB para 2022 y una reducción muy menor de sólo 0,6% para llevarlo a 1,9% en el año próximo. Existen muchas oportunidades para reducirlo más de lo acordado. El gasto salarial está previsto en el mismo nivel de 2,9% del PIB, y como bien sabemos existen muchas ineficiencias en el gasto salarial en donde existen gran cantidad de empleados que sirven una función política o prebendaria que fácilmente pueden racionalizarse. El gasto en bienes y servicios está previsto que se incremente en 0,1% del PIB. Este incremento no es grande, pero es obvio que las oportunidades de racionalizar el gasto de compras están presentes y el gobierno debería reducirlo más que aumentarlo. El gasto de capital también está previsto que aumente en el mismo monto de 0,1% del PIB. Recordemos que existen muchas causas de corrupción de funcionarios relacionadas con la obra pública. Es fácil recomendar una reducción en este tipo de gasto, más que un aumento. Y en el mismo monto se proyecta un aumento del 0.1% del PIB de otros gastos corrientes”
Mientras el economista investigador del IAE Business School, Martín Calveira analiza el caso argentino que expone las condiciones necesarias para un crecimiento sostenido.
A partir del 2011, Argentina expone una dinámica de sesgo contractivo debido a los vaivenes que se presentan con mayor o menor intensidad pero con un saldo negativo con caídas en la actividad económica. Esta dinámica se asocia a los desequilibrios durante los últimos años de la gestión de Cristina Kirchner, el ajuste que realizó la gestión de Mauricio Macri por las crisis cambiarias del 2018 y 2019 y la última dinámica inflacionaria derivada del COVID-19 e intensificada por la gestión de Alberto Fernández. La combinación de estos factores convergieron hacia un nivel de actividad deprimido con serias distorsiones y desequilibrios.
“El diagnóstico común se compone de factores que parecen enraizarse en la forma de ver y pensar el funcionamiento de la macroeconomía: pensar que fenómenos temporales serán permanentes y que las restricciones de presupuesto no son tales. Ambos factores se identifican desde el inicio del nuevo siglo. En concreto, el aumento de los precios de los bienes primarios exportables como consecuencia de la primera fase del proceso de irrupción de China en la economía internacional lo cual, a su vez, generó un ascenso sostenido del ingreso de divisas comerciales, es decir, una combinación de shock de precios positivos y mejora de las cuentas externas durante la última parte de la década de 2000. Proceso que se sostuvo pero que se fue ralentizando desde el inicio de la crisis financiera internacional de 2008” aclara el economista.
De acuerdo al contexto actual, el manual de procedimientos económico dispone esencialmente de dos alternativas para abordar un proceso de estabilización. Por un lado, un programa de tratamiento de shock con medidas profundas como reformas del sistema monetario y sobre las cuentas fiscales, y ajustes en los precios relativos abordando el tipo de cambio, la tasa de interés y los precios de servicios públicos. El éxito de este tipo de programas depende del espacio de gestión con el que se disponga, el cual debe ser relativamente amplío dado el cambio abrupto de las regulaciones e institucionalidad de las políticas económicas. Por otro lado, se dispone de experiencias de programa con objetivos pautados en distintas fases de ajuste y reordenamiento del sistema económico. En esas fases se optan por distintas medidas de mayor o menor intensidad donde el orden de gestión dependerá de la magnitud de los desequilibrios.