Como inversiones se añaden tarifas a un eventual acuerdo social de cinco años

La favorita a imponerse en las elecciones ya sentó a los empresarios a la mesa de la concertación y sólo le quedaría alinear a los debilitados caciques sindicales tras la pauta distributiva que enmarcaría su gestión.

9 octubre, 2007

La candidata presidencial y amplia triunfadora según las encuestas, Cristina
Kirchner, fue un paso más allá en su propuesta de concertación
social: incluyó las inversiones con los precios y los salarios.

El modelo que imagina la esposa del primer mandatario abarca un horizonte de
al menos cinco años y se apoya en dos premisas que los empresarios no
están dispuestos a resignar: el superávit fiscal y la rentabilidad
de las compañías (“no es pecado ganar dinero”, Cristina
dixit).

La planificación consensuada de los precios y los salarios aportaría,
dentro de ese esquema, una paz social que permita acumular capital en forma
sostenible para garantizar un flujo de inversiones capaces de consolidar el
crecimiento.

El director del Banco Central, Luis Corsiglia, estimó hace pocas horas
que sólo una mejora de por lo menos 5 puntos del PBI en las inversiones
podrá adecuar la inflación al tamaño que ganó la
economía en estos últimos años.
La senadora cerró un circuito de seducción al establishment con
su presencia en una audiencia abierta organizada en Pilar por la Asociación
de Empresarios Argentinos.

Al igual que como sucedió con su asistencia al precoloquio de IDEA en
el Sheraton de Retiro, la candidata llega a lo más granado del poder
económico de la Argentina de la mano de uno de los mayores referentes
del nuevo empresariado transnacionalizado: Luis Pagani.

Antes, la primera dama había roto en México el hielo entre el
gobierno de su esposo y el otro gran exponente de la nueva corriente empresarial:
Paolo Rocca.

Tanto el pope de Techint como el de Arcor (ambos con fuertes negocios fuera
de las fronteras) ejercen decisiva influencia en las entidades empresarias de
mayor peso, como la Unión Industrial, AEA e IDEA.

Pagani, quien a fin de año se retira de las funciones dirigenciales
de cúpula, pasó en limpio ante la candidata, envueltas entre algodones
para apartarlas del ruedo político, las mayores preocupaciones reales
que circulan en el ámbito de las empresas:
-Se necesita combatir la creciente inflación, por encima de la validez
o no de las cifras del INDEC.
-Se reclama un aumento de tarifas para facilitar las inversiones en infraestructura,
aunque se admitió que podría sostenerse un régimen parcial
que incluyera beneficios para los sectores de menores ingresos.
-Se reitera la necesidad de consolidar el superávit fiscal, que este
año se redujo sustancialmente a causa del sideral aumento de los gastos
de campaña.
-Se impone un plan para aumentar el horizonte de inversión de los empresarios.
Es decir, un programa de mediano plazo que deje exclusivamente que todo pase
por el manejo de la coyuntura.

El titular de Arcor es uno de los más entusiastas defensores del proceso
económico actual, más allá de los problemas que pueda ocasionar
a la industria nacional la escasez de oferta energética y la elevada
inflación.

En todo caso, la precaución que genera el aumento de los precios en
la economía doméstica está reñida al desborde salarial
que podría ocasionar en un clima de baja desocupación como el
presente.

Pagani ha convencido a algunos colegas algo impacientes con los efectos externos
del kirchnerismo que aún el gobierno mantiene a raya al aparato sindical
y ello da margen para contener las demandas. Y que hasta cierto punto, en el
contexto de puja distributiva que podría desatarse, es hasta conveniente
que los índices no se disparen.

El empresario descuenta que Néstor Kirchner controla al sindicalismo,
divididos como están ahora sus dirigentes y todo, y que su esposa podría
tomar la posta sin mayores sobresaltos.

Mapa sindical

¿Es sí clara en la práctica la injerencia del gobierno
en el mapa sindical?
En el site “edición i”, Edgar Mainhard escribe al respecto:
“Diferentes líderes de la Confederación General del Trabajo
aparecen divididos en dos corrientes: la oficialista, con Hugo Moyano, José
Luis Lingeri y Jerónimo Venegas, entre otros; y la ´crítica´,
con José Luis Barrionuevo y Vicente Mastrocola como protagonistas más
conocidos.

“Por ahora, no se encuentra muy activo Hugo Yasky, secretario general
de la CTA, y su error de creer que con un ánimo condescendiente hacia
los Kirchner conseguirá el reconocimiento de su organización en
el Ministerio de Trabajo, puede costarle muy caro más adelante dentro
de la Central de Trabajadores Argentinos.

“Los Kirchner tienen información, proveniente de diferentes fuentes,
acerca de que es posible una mayor conflictividad social y sindical; y la respuesta
de Cristina de Kirchner fue el acuerdo social, a la vez que algunos analistas
afirman que, en forma solapada, la Casa Rosada alienta la disputa entre sindicatos.

“En la Casa Rosada existe la convicción de que Moyano a menudo es
incontrolable pero, a la vez, ya no garantiza como en los años recientes
la verticalidad de todos los intereses convergentes en la CGT.

“Hay un tercer sector, integrado por Gerardo Martínez, Armando
Cavalieri, Carlos West Ocampo, y otros.

“De no existir un ´guiño´ gubernamental, Luis Barrionuevo no se
encontraría tan firme en su reclamo a su ex socio, Hugo Moyano, agregan
esos observadores. Tampoco Gerardo Martínez, quien asume que ni Moyano
ni Barrionuevo son aprobados por Cristina de Kirchner, por diferentes motivos.
El metalúrgico Antonio Caló coincide con Martínez.

“El conocimiento de esta dificultad lleva a Moyano y a Barrionuevo a coincidir
en diálogos, por separado, con Duhalde, quien así se ufana de
garantizar la tregua social porque tiene el reconocimiento de la CGT.

“Pero también resulta importante considerar que el margen de acción
que los secretarios generales de sindicatos tienen es condicionado por el ánimo
de los dirigentes de base, que no siempre comulgan con la CGT ni con lo que
en su momento fue el peronismo.

“Varios dirigentes sindicales pretenden negociar con Cristina de Kirchner
la futura conducción del Ministerio de Trabajo, y a su vez hay autocandidatos
a suceder a Carlos Tomada, como es el caso de Aníbal Fernández.

“Pero, en el caso de Hugo Moyano, deberá intentar mantener su presencia
en otras jurisdicciones: desde la Secretaría de Transportes a la Superintendencia
de Servicios de Salud y la Administración Nacional de la Seguridad Social”.

Tarifas

La inclusión de las inversiones en el acuerdo social que impulsa Cristina
Kirchner guarda relación directa con la definición en materia
de tarifas, ya que su actualización para atraer capitales hacia obras
de infraestructura impactará en el esquema de precios y salarios que
se intentará consensuar.

El mensaje del gobierno en respuesta a los reclamos de aumentos de tarifas
fue contundente: a falta de argumentos estadísticos oficiales, si suben
las facturas los gremios se les irán automáticamente a las barbas
para exigir resarcimiento.

La concertación, en todo caso, serviría para reorientar los subsidios
que reciben las empresas para mantener las tarifas congeladas hacia los sectores
sociales más vulnerables al impacto de un aumento.

Hasta el momento, las cúpulas de la Unión Industrial Argentina
y de la CGT apoyan la iniciativa oficial de ir a un acuerdo social. No coinciden
en los interlocutores gubernamentales que preferirían tener delante.
Moyano se inclina por la desarrollista Mercedes Marcó del Pont y así
lo hizo saber en el seminario “Los Derechos del Trabajador en la Constitución
de 1949”.

Juan Lascurain, titular de la UIA, se queda con Miguel Peirano, y dentro de
AEA, los banqueros Jorge Brito de Macro y Eduardo Elkstain del Hipotecario promocionan
a Mario Blejer.

La candidata presidencial y amplia triunfadora según las encuestas, Cristina
Kirchner, fue un paso más allá en su propuesta de concertación
social: incluyó las inversiones con los precios y los salarios.

El modelo que imagina la esposa del primer mandatario abarca un horizonte de
al menos cinco años y se apoya en dos premisas que los empresarios no
están dispuestos a resignar: el superávit fiscal y la rentabilidad
de las compañías (“no es pecado ganar dinero”, Cristina
dixit).

La planificación consensuada de los precios y los salarios aportaría,
dentro de ese esquema, una paz social que permita acumular capital en forma
sostenible para garantizar un flujo de inversiones capaces de consolidar el
crecimiento.

El director del Banco Central, Luis Corsiglia, estimó hace pocas horas
que sólo una mejora de por lo menos 5 puntos del PBI en las inversiones
podrá adecuar la inflación al tamaño que ganó la
economía en estos últimos años.
La senadora cerró un circuito de seducción al establishment con
su presencia en una audiencia abierta organizada en Pilar por la Asociación
de Empresarios Argentinos.

Al igual que como sucedió con su asistencia al precoloquio de IDEA en
el Sheraton de Retiro, la candidata llega a lo más granado del poder
económico de la Argentina de la mano de uno de los mayores referentes
del nuevo empresariado transnacionalizado: Luis Pagani.

Antes, la primera dama había roto en México el hielo entre el
gobierno de su esposo y el otro gran exponente de la nueva corriente empresarial:
Paolo Rocca.

Tanto el pope de Techint como el de Arcor (ambos con fuertes negocios fuera
de las fronteras) ejercen decisiva influencia en las entidades empresarias de
mayor peso, como la Unión Industrial, AEA e IDEA.

Pagani, quien a fin de año se retira de las funciones dirigenciales
de cúpula, pasó en limpio ante la candidata, envueltas entre algodones
para apartarlas del ruedo político, las mayores preocupaciones reales
que circulan en el ámbito de las empresas:
-Se necesita combatir la creciente inflación, por encima de la validez
o no de las cifras del INDEC.
-Se reclama un aumento de tarifas para facilitar las inversiones en infraestructura,
aunque se admitió que podría sostenerse un régimen parcial
que incluyera beneficios para los sectores de menores ingresos.
-Se reitera la necesidad de consolidar el superávit fiscal, que este
año se redujo sustancialmente a causa del sideral aumento de los gastos
de campaña.
-Se impone un plan para aumentar el horizonte de inversión de los empresarios.
Es decir, un programa de mediano plazo que deje exclusivamente que todo pase
por el manejo de la coyuntura.

El titular de Arcor es uno de los más entusiastas defensores del proceso
económico actual, más allá de los problemas que pueda ocasionar
a la industria nacional la escasez de oferta energética y la elevada
inflación.

En todo caso, la precaución que genera el aumento de los precios en
la economía doméstica está reñida al desborde salarial
que podría ocasionar en un clima de baja desocupación como el
presente.

Pagani ha convencido a algunos colegas algo impacientes con los efectos externos
del kirchnerismo que aún el gobierno mantiene a raya al aparato sindical
y ello da margen para contener las demandas. Y que hasta cierto punto, en el
contexto de puja distributiva que podría desatarse, es hasta conveniente
que los índices no se disparen.

El empresario descuenta que Néstor Kirchner controla al sindicalismo,
divididos como están ahora sus dirigentes y todo, y que su esposa podría
tomar la posta sin mayores sobresaltos.

Mapa sindical

¿Es sí clara en la práctica la injerencia del gobierno
en el mapa sindical?
En el site “edición i”, Edgar Mainhard escribe al respecto:
“Diferentes líderes de la Confederación General del Trabajo
aparecen divididos en dos corrientes: la oficialista, con Hugo Moyano, José
Luis Lingeri y Jerónimo Venegas, entre otros; y la ´crítica´,
con José Luis Barrionuevo y Vicente Mastrocola como protagonistas más
conocidos.

“Por ahora, no se encuentra muy activo Hugo Yasky, secretario general
de la CTA, y su error de creer que con un ánimo condescendiente hacia
los Kirchner conseguirá el reconocimiento de su organización en
el Ministerio de Trabajo, puede costarle muy caro más adelante dentro
de la Central de Trabajadores Argentinos.

“Los Kirchner tienen información, proveniente de diferentes fuentes,
acerca de que es posible una mayor conflictividad social y sindical; y la respuesta
de Cristina de Kirchner fue el acuerdo social, a la vez que algunos analistas
afirman que, en forma solapada, la Casa Rosada alienta la disputa entre sindicatos.

“En la Casa Rosada existe la convicción de que Moyano a menudo es
incontrolable pero, a la vez, ya no garantiza como en los años recientes
la verticalidad de todos los intereses convergentes en la CGT.

“Hay un tercer sector, integrado por Gerardo Martínez, Armando
Cavalieri, Carlos West Ocampo, y otros.

“De no existir un ´guiño´ gubernamental, Luis Barrionuevo no se
encontraría tan firme en su reclamo a su ex socio, Hugo Moyano, agregan
esos observadores. Tampoco Gerardo Martínez, quien asume que ni Moyano
ni Barrionuevo son aprobados por Cristina de Kirchner, por diferentes motivos.
El metalúrgico Antonio Caló coincide con Martínez.

“El conocimiento de esta dificultad lleva a Moyano y a Barrionuevo a coincidir
en diálogos, por separado, con Duhalde, quien así se ufana de
garantizar la tregua social porque tiene el reconocimiento de la CGT.

“Pero también resulta importante considerar que el margen de acción
que los secretarios generales de sindicatos tienen es condicionado por el ánimo
de los dirigentes de base, que no siempre comulgan con la CGT ni con lo que
en su momento fue el peronismo.

“Varios dirigentes sindicales pretenden negociar con Cristina de Kirchner
la futura conducción del Ministerio de Trabajo, y a su vez hay autocandidatos
a suceder a Carlos Tomada, como es el caso de Aníbal Fernández.

“Pero, en el caso de Hugo Moyano, deberá intentar mantener su presencia
en otras jurisdicciones: desde la Secretaría de Transportes a la Superintendencia
de Servicios de Salud y la Administración Nacional de la Seguridad Social”.

Tarifas

La inclusión de las inversiones en el acuerdo social que impulsa Cristina
Kirchner guarda relación directa con la definición en materia
de tarifas, ya que su actualización para atraer capitales hacia obras
de infraestructura impactará en el esquema de precios y salarios que
se intentará consensuar.

El mensaje del gobierno en respuesta a los reclamos de aumentos de tarifas
fue contundente: a falta de argumentos estadísticos oficiales, si suben
las facturas los gremios se les irán automáticamente a las barbas
para exigir resarcimiento.

La concertación, en todo caso, serviría para reorientar los subsidios
que reciben las empresas para mantener las tarifas congeladas hacia los sectores
sociales más vulnerables al impacto de un aumento.

Hasta el momento, las cúpulas de la Unión Industrial Argentina
y de la CGT apoyan la iniciativa oficial de ir a un acuerdo social. No coinciden
en los interlocutores gubernamentales que preferirían tener delante.
Moyano se inclina por la desarrollista Mercedes Marcó del Pont y así
lo hizo saber en el seminario “Los Derechos del Trabajador en la Constitución
de 1949”.

Juan Lascurain, titular de la UIA, se queda con Miguel Peirano, y dentro de
AEA, los banqueros Jorge Brito de Macro y Eduardo Elkstain del Hipotecario promocionan
a Mario Blejer.

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