Combates en la oscuridad

Con el exhaustivo monitoreo del FMI, el Gobierno avanza en su plan para pelear por la esquiva ayuda internacional. Opera en los frentes cambiario y financiero, dos pilares que aún no generan confianza.

7 marzo, 2002

Que el acuerdo con las provincias y la sanción del presupuesto (las armas de Remes frente a los organismos internacionales) sean progresos más bien formales no significa que durante los últimos días no haya habido avances –aún muy precarios– en la constitución de un nuevo orden económico.

En el frente fiscal se decidió aplicar retenciones a las exportaciones en forma generalizada. Si bien las retenciones diferenciales (gravando más al agro que a la industria) no se justifican en un país en el que la renta de la tierra ha desaparecido debido al proteccionismo agrícola de las grandes potencias, es cierto que con la nueva herramienta se recaudarán unos $ 4.000 millones adicionales y se moderarán los incrementos de precios.

Esto no resuelve los baches fiscales, pero la señal pro-activa en este campo (sobre todo con un impuesto que no resulta contractivo), debería ayudar en la difícil negociación con el FMI, con una misión que evaluará la letra chica del presupuesto y del acuerdo con las provincias minuciosamente, según reza el inflexible credo de la administración Bush.

¿Dura y desigual batalla?

También hay progresos marginales en los mercados cambiario y financiero. En el primero el BCRA comenzó a anunciar una paridad diaria de referencia, orientada a reducir la incertidumbre inherente al régimen de flotación y a abrir la posibilidad de un mercado de futuros. A esto hay que agregar la inminente emisión de letras en pesos por parte de la autoridad monetaria: la batalla dólar vs. tasas de interés, peligrosa pero inevitable en la estrategia de recuperación del peso, está en puerta. ¿Cuál es el riesgo?: la reaparición del déficit cuasi-fiscal, producto de esa emisión.

Aquí el Gobierno camina sobre el filo de una navaja. Si el público percibe que la tasa de interés de las letras es baja la moneda local seguirá depreciándose; si es muy alta, habrá una mayor emisión.

Para que la tasa de interés sea baja y no genere una huída hacia la divisa, la incipiente política monetaria deberá contar con el apoyo de la intervención del BCRA en el mercado cambiario (que hasta ahora no ha dado grandes resultados). Aunque hay que aprovechar la ventaja de haber ingresado a la flotación con unos US$ 13.000 millones de reservas.

Dos heridas aún abiertas

El mercado financiero sigue en estado de hibernación. Sin embargo, Remes hizo dos anuncios alentadores en medio de la tormenta.

En primer lugar, el nuevo Plan Bonex pudo separar el destino de los plazos fijos del subsistema transaccional (cajas de ahorro y las cuentas corrientes). Con una ayuda internacional mínima, este subsistema puede ser completamente liberado.

En segundo término, el ministro resucitó las viejas aceptaciones bancarias, una herramienta para intermediar entre el ahorro y la inversión. ¿Tendrá éxito? Depende de que los argentinos decidan ahorrar en su país, que se reanimen algunas decisiones de inversión y que el nivel de actividad se recupere. En este último aspecto, marzo y abril serán cruciales. Aún las señales de una economía en movimiento son demasiado débiles. Y el reclamado plan sostenible no despierta.

¿Cuál es la situación de la Argentina? ¿Está en depresión prolongada y, al mismo tiempo, afronta el riesgo de hiperinflación? Las inéditas características de la crisis indican que el coctail es posible. Entre ellas se destacan dos: el peso no se percibe como instrumento de ahorro y no hay un sistema financiero confiable.

Que el acuerdo con las provincias y la sanción del presupuesto (las armas de Remes frente a los organismos internacionales) sean progresos más bien formales no significa que durante los últimos días no haya habido avances –aún muy precarios– en la constitución de un nuevo orden económico.

En el frente fiscal se decidió aplicar retenciones a las exportaciones en forma generalizada. Si bien las retenciones diferenciales (gravando más al agro que a la industria) no se justifican en un país en el que la renta de la tierra ha desaparecido debido al proteccionismo agrícola de las grandes potencias, es cierto que con la nueva herramienta se recaudarán unos $ 4.000 millones adicionales y se moderarán los incrementos de precios.

Esto no resuelve los baches fiscales, pero la señal pro-activa en este campo (sobre todo con un impuesto que no resulta contractivo), debería ayudar en la difícil negociación con el FMI, con una misión que evaluará la letra chica del presupuesto y del acuerdo con las provincias minuciosamente, según reza el inflexible credo de la administración Bush.

¿Dura y desigual batalla?

También hay progresos marginales en los mercados cambiario y financiero. En el primero el BCRA comenzó a anunciar una paridad diaria de referencia, orientada a reducir la incertidumbre inherente al régimen de flotación y a abrir la posibilidad de un mercado de futuros. A esto hay que agregar la inminente emisión de letras en pesos por parte de la autoridad monetaria: la batalla dólar vs. tasas de interés, peligrosa pero inevitable en la estrategia de recuperación del peso, está en puerta. ¿Cuál es el riesgo?: la reaparición del déficit cuasi-fiscal, producto de esa emisión.

Aquí el Gobierno camina sobre el filo de una navaja. Si el público percibe que la tasa de interés de las letras es baja la moneda local seguirá depreciándose; si es muy alta, habrá una mayor emisión.

Para que la tasa de interés sea baja y no genere una huída hacia la divisa, la incipiente política monetaria deberá contar con el apoyo de la intervención del BCRA en el mercado cambiario (que hasta ahora no ha dado grandes resultados). Aunque hay que aprovechar la ventaja de haber ingresado a la flotación con unos US$ 13.000 millones de reservas.

Dos heridas aún abiertas

El mercado financiero sigue en estado de hibernación. Sin embargo, Remes hizo dos anuncios alentadores en medio de la tormenta.

En primer lugar, el nuevo Plan Bonex pudo separar el destino de los plazos fijos del subsistema transaccional (cajas de ahorro y las cuentas corrientes). Con una ayuda internacional mínima, este subsistema puede ser completamente liberado.

En segundo término, el ministro resucitó las viejas aceptaciones bancarias, una herramienta para intermediar entre el ahorro y la inversión. ¿Tendrá éxito? Depende de que los argentinos decidan ahorrar en su país, que se reanimen algunas decisiones de inversión y que el nivel de actividad se recupere. En este último aspecto, marzo y abril serán cruciales. Aún las señales de una economía en movimiento son demasiado débiles. Y el reclamado plan sostenible no despierta.

¿Cuál es la situación de la Argentina? ¿Está en depresión prolongada y, al mismo tiempo, afronta el riesgo de hiperinflación? Las inéditas características de la crisis indican que el coctail es posible. Entre ellas se destacan dos: el peso no se percibe como instrumento de ahorro y no hay un sistema financiero confiable.

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