<p>Como dicen en Hongkong, “todo sea por no perjudicar negocios con Occidente. China nunca será democrática y su capitalismo es pragmático. Pero puede abandonar un litigio por US$ 102.000 millones para no afectar a la misma empresa en la que acaba de invertir US$ 14.300 millones”.<br />
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Por cierto, durante el auge iniciado en 1978, tras la fallida “revolución cultural”, el gigante generalmente ha separado su auge en materia de negocios globales y la política interna. Ésta la maneja el partido Comunista vía el presidente (Hu Jintao en esta etapa) y el primer ministro (Wen Jiabao). Ello pese a las ilusiones de tantos analistas y gurúes anglosajones, que ven en ese país una “economía de mercado”.<br />
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Ahora bien, esas mismas fuentes ven los hechos de esta semana como un avance del partido sobre el gobierno. Sin embargo, esta colisión entre ideología y negocios resultó favorable a los segundos, aun contando el desdén hacia la OMC. Otras veces, lo económico no se impone tan claramente a lo sociopolítico, pero eso también ocurrir en India o Rusia.<br />
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En general, Beijing acepta que banqueros y empresarios extranjeros defiendan tenazmente sus negocios. Esto implica iguales actitudes de adentro para fuera. A ello los optimistas replican que el totalitarismo local acabará evolucionado –por imperativos económicos- contra la línea del partido. <br />
Por cierto, China se hace parcialmente cosmopolita debido a su propio crecimiento hacia el exterior. Decisiones que solían adoptarse en escala nacional o provincial tienen implicancias hacia fuera. Sin embargo, proteger las empresas estatales o fomentar censura en la web no son políticas locales sino del propio régimen.<br />
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Un analista moderado como Kenneth Lieberthal (institución Brookings), señala que ese país “vive una amplia transición de su papel global. Continúa privilegiando sus intereses pedro, hoy, admite estar en una doble postura: dicta condiciones pero también las acepta”. Como casi todo el mundo, la dirigencia china empieza a actuar en ese contexto.</p>
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China tiene un nuevo lema: los negocios van primero
Sin mencionar siquiera a la Organización Mundial de Comercio, Beijing desistió de procesar a ejecutivos de la angloaustraliana Río Tinto por espionaje industrial. También postergó un plan para instalar software de censura en computadoras nuevas.