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<p>Un auge de la moneda imperial replanteará el sistema monetario internacional y lo redefinirá como motor de crecimiento. Por años, Beijing trababa flujos de capital hacia dentro o fuera. Hoy el yüan busca un papel activo y el muro puede fisurarse.</p>
<p>No obstante, los cambios instrumentados desde hace unos diez años han generado un impulso en ambas direcciones y tal vez sea ya casi imposible detenerlos. Hasta hace poco, en efecto, el hermetismo financiero caracterizaba el sistema chino y le permitió, como a otras economías emergentes, eludir el colapso hipotecario (2006/07), la crisis sistémica occidental (2007/10) y el actual sobreendeudamiento soberano europeo.</p>
<p>Por otra parte, al mezquinarles a los mercados especulativos capacidad de fijar tipo de cambio, el gobierno pudo mantener el valor del yüan en niveles que la ortodoxia anglosajona estima artificiosamente bajos. Obviamente, para sostener la onda exportadora iniciada en 1978.</p>
<p>Dado que ahorristas e inversores locales no pueden transferir fondos al extranjero (salvo Hongkong), los bancos –todos estatales- ofrecen tasas bajas. Esto es, mantienen accesible el crédito a la industria y otras actividades productivas, lo cual –paradójicamente- fomenta inversiones.</p>
<p>Claro, los analistas de la banca occidental–anglosajona, en particular- señalan que la manipulación de paridades y tasas tiene un costo. Por ejemplo, el dinero barato provoca exceso de capacidad industrial y burbujas inmobiliarias, aunque no tan traumáticas como las del oeste. Además, el superávit comercial ha generado una acumulación de reservas descomunal, creen los monetaristas: US$ 3,04 billones a fin de marzo. Una parte vuelve a Estados Unidos… en forma de créditos baratos.</p>
<p>En cuanto al paulatino avance del yüan como divisa, una de las primeras brechas en restricciones locales data de 2009. Fue un programa que permitía importar y exportar en yüan. Hacia el primer trimestre de 2011, US$ 55.000 millones del comercio chino (7% del total) se transaba en su moneda. Entretanto, los depósitos en yüan subían en abril a 511.000 millones de yüan; o sea, unos US$ 79.000 millones. Ello representa nueve veces el importe a julio de 2009, cuando se inició el programa.</p>
<p>Inevitablemente, aumentan las presiones para que Beijing habra más canales a sus mercados de capital. Pero el asunto es si los cambios serán lentos o rápidos. En esta etapa, la dirigencia china parece mantener la cautela. No obstante, hay un punto clave: para 2020, Shanghai debe haberse transformado en metrópoli financiera no ya china, sino internacional, con un propósito obvio: reemplazar a Singapur, apenas una ciudad estado.<br />
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China se lanza a convertir el yüan en divisa
Una moneda capaz de emplearse más plenamente en el intercambio y las finanzas mundiales podría afectar la preeminencia del dólar y el euro. Pero, en esencia, obligará a Estados Unidos a vivir dentro de sus medios y recursos, sin apelar a la colocación de deuda en el exterior. No será un proceso fácil. Ni siquiera en China, donde existen fuertes intereses satisfechos con la presente situación y capaces de frenar al propio gobierno.