viernes, 22 de noviembre de 2024

China, Japón y Corea en la mira de Argentina

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El lema de campaña del presidente electo Donald Trump “Estados Unidos primero” y sus promesas de crear “al menos 25 millones de empleos en una década” y de revisar el NAFTA indican un giro hacia el proteccionismo industrial.

Que además impactará en el resto del mundo, como señala el último informe del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano, que se pregunta cómo podría enfrentar la Argentina un eventual panorama externo negativo en los años por venir.

Del análisis del comercio exterior de nuestro país surge que, a lo largo de los primeros 10 meses, se registró un saldo positivo de casi US$ 2.000 millones, pese a que las exportaciones cayeron en 2,1%. Ello se debió a que las importaciones declinaron en 8,2%.

“En un contexto general de caída de precios, la Argentina se benefició porque el precio promedio de sus exportaciones cayó 5,7%, menos que el de sus importaciones, que lo hizo en 11,6%”, sostiene Víctor Beker, director del CENE, en el reporte.

“Lo que llama la atención es que el volumen físico importado aumentó apenas  4%, pese a que se levantó la mayor parte de las restricciones vigentes hasta diciembre de 2015. Ello significa que la recesión jugó el papel que las restricciones cuantitativas desempeñaron el año pasado. Del mismo modo, la menor absorción por parte del consumo interno explica el aumento en torno de 30% en las cantidades físicas exportadas de cereales, principalmente trigo y maíz”, continúa.

Por un lado, de hecho, el comportamiento de las exportaciones de granos, junto con el de los minerales metalíferos, explica el incremento de 13% en el total de exportaciones del sector primario. En cambio, el resto de los rubros tuvo comportamiento negativo. Por otro, se advierte una fuerte caída de las importaciones de bienes intermedios (14,6%), reflejo de la menor actividad industrial en el país.

Cuando se analiza el comportamiento por áreas económicas, se observa un déficit de US$ 4.500 millones con China, de 2.500 millones con el Mercosur, de 2.260 millones con el NAFTA y de 1.082 millones con la Unión Europea. En cambio, fueron superavitarios los saldos comerciales con Egipto y los países del Magreb (US$ 3.000 millones de dólares), el Sudeste Asiático (2.900 millones), India (1.300 millones), Chile (1.300 millones) y Medio Oriente (1.200 millones).

“En la eventualidad de tener que enfrentar restricciones en las exportaciones a los Estados Unidos, la Argentina debería procurar reducir las importaciones provenientes de ese origen, para nivelar su balanza comercial con el NAFTA. En simultáneo, debería incrementar sus ventas a China, contrarrestando la caída registrada durante el corriente año y reduciendo de este modo el déficit. Una mejora económica de Brasil debería empezar a revertir la caída sufrida por nuestras exportaciones a dicho destino”, señala Beker.

“Por otra parte, llama la atención el bajo nivel de intercambio que la Argentina mantiene con Japón y Corea del Sur, dos abastecedores de productos competitivos con los de Estados Unidos y destinatarios de algunas de nuestras exportaciones primarias, cuyo volumen debería tratar de elevarse y diversificarse. Además, un aumento en la producción petrolera y gasífera debería reducir el actual déficit de la balanza energética”, completa.

 

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