<p>El clima política real que se respiraba en L’aquila fue subrayado por Angela Merkel, canciller alemana. La dama no trepidó en notar que “hay un exceso de cumbres sin resultados efectivos”. En Italia coexistieron el G-8 (EE.UU., Japón, Alemania, Canadá, Francia, Gran Bretaña, Rusia y la nación anfitriona. De no haberse retirado China por problemas internos y objeciones a un pacto ecológico, sería un G-9. <br />
<br />
Entretanto, circulaba el grupo de los 5 (Unión Europea, Australia, Surcorea, Indonesia, Nueva Zelanda) con una cartilla ambiental y otras demandas, orientadas a Doha y la Organización Mundial de Comercio. En realidad, la UE representaba ahí varios miembros del G-20.<br />
<br />
En lo tocante a emisiones tipo invernadero, por ahora sólo hay compromisos genéricos con vistas a la conferencia sobre el tema, convocada para diciembre por Naciones Unidas, no precisamente una instancia ejecutiva. Máxime si tiene metas tan cautas como impedir que la temperatura media del planeta suba más de dos grados centígrados entre 2010 y 2050 (cuarenta años parece demasiado, en particular si se trata de variables económicas).<br />
<br />
El aspecto más realista, por cierto, hace a los fondos. El proyecto a presentar en Copenhague –se ignora con cuántas firmas- promueve alianzas multilaterales para financiar tecnologías “verdes” con el objeto de colocar inversiones en 2010/15.</p>
<p> </p>
China, India y otros no firman pactos ambientales
La mayoría del grupo de los 20 Beijing y Nueva Delhi al frente- no acepta compromisos vinculantes. Tampoco es claro el destino de Doha, que algunos quieren revivir, pero sin tocar los subsidios agrícolas de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón.