El objeto es el mismo de oportunidades anteriores: discutir un compromiso sobre emisiones de monóxido y dióxido de carbono. Vale decir, gases claves del efecto invernadero.
No obstante la frialdad allende el Atlántico, la ola de catastróficas inundaciones en Inglaterra y Asia meridional, los incendios forestales en Italia y Canarias o cientos de muertes por golpe de calor en Europa central debieran generar interès en el problema climático.
Por ejemplo, India y Bangladesh –víctimas hoy de desastrosas inundaciones- se cuentan entre los principales contaminanteste del planeta, junto con China, Estados Unidos, Japón, México y Brasil. Bush ha invitado a la UE, las Naciones Unidas y once países para sesionar el 27 y 28 del mes próximo, con una agenda que prescribe algún tipo de acuerdo con eventual vigencia ya desde 2008.
Muy criticado durante años por su renuencia a tomar medidas concretas, atribuible a los fuertes nexos suyos, de su familia y del vicepresidente Richard Cheney con el negocio petrolero, Bush se limita ahora a reiterar –con fecha- un llamado formulado en mayo ante el grupo de los 8, en Alemania. Pero sigue sin ofrecer detalles.
En carta dirigida a los eventuales participantes, el presidente (cuyo mandato expira en dieciocho meses) asegura: “Estados Unidos se ha comprometido a cooperar con otras grandes economías para limitar emisiones de gases tipo invernadero”. Pero, en una contrasentido típico del actual gobierno norteamericano, altos funcionarios aclararon luego que se mantiene la oposición a “restricciones económicas taxativas sobre las empresas”.
En general los expertos en contaminación que no trabajan para las grandes petroleras (muy activas en el “optimista” panel reunido por la ONU meses antes) creen que –sin medidas directas- la emisión de gases continuará en avance. Particularmente en países donde hay escasa conciencia ambiental o ecológica; verbigracia, Japón, China, India, Brasil o Rusia.
En junio, Bush y sus colegas del G 8 resolvieron promover substanciales pero no especificadas reducciones de gases asociados al efecto invernadero”. También aceptaron renegociar y extender el protocolo de Kyoto, cuya pálida vigencia llega a 2012. Entretanto, nuevos desastres climáticos se estrellarán contra el poder de las grandes petroleras anglosajonas o la indiferencia de gobiernos como Moscú, Beijing, Tokio o Delhi.
China e India ha sido invitadas, además de la Unión Europea, Japón, Brasil, Surcorea, México, Rusia, Indonesia, Australia, Sudáfrica y Canadá. Sólo los últimos tres tienen políticas ambientales progresistas. En lo tocante a medios, es intersante notar que la cadena ultraconservadora Fox –apoya a las petroleras- pertenece al mismo Rupert Murdoch que acaba de tomar el “Wall Street journal”, nunca un adalid de la ecología. Otro detalle: la secretaria de estado, Condoleezza Rice –bisoña en temas ambientales- , presidirá las sesiones.
El objeto es el mismo de oportunidades anteriores: discutir un compromiso sobre emisiones de monóxido y dióxido de carbono. Vale decir, gases claves del efecto invernadero.
No obstante la frialdad allende el Atlántico, la ola de catastróficas inundaciones en Inglaterra y Asia meridional, los incendios forestales en Italia y Canarias o cientos de muertes por golpe de calor en Europa central debieran generar interès en el problema climático.
Por ejemplo, India y Bangladesh –víctimas hoy de desastrosas inundaciones- se cuentan entre los principales contaminanteste del planeta, junto con China, Estados Unidos, Japón, México y Brasil. Bush ha invitado a la UE, las Naciones Unidas y once países para sesionar el 27 y 28 del mes próximo, con una agenda que prescribe algún tipo de acuerdo con eventual vigencia ya desde 2008.
Muy criticado durante años por su renuencia a tomar medidas concretas, atribuible a los fuertes nexos suyos, de su familia y del vicepresidente Richard Cheney con el negocio petrolero, Bush se limita ahora a reiterar –con fecha- un llamado formulado en mayo ante el grupo de los 8, en Alemania. Pero sigue sin ofrecer detalles.
En carta dirigida a los eventuales participantes, el presidente (cuyo mandato expira en dieciocho meses) asegura: “Estados Unidos se ha comprometido a cooperar con otras grandes economías para limitar emisiones de gases tipo invernadero”. Pero, en una contrasentido típico del actual gobierno norteamericano, altos funcionarios aclararon luego que se mantiene la oposición a “restricciones económicas taxativas sobre las empresas”.
En general los expertos en contaminación que no trabajan para las grandes petroleras (muy activas en el “optimista” panel reunido por la ONU meses antes) creen que –sin medidas directas- la emisión de gases continuará en avance. Particularmente en países donde hay escasa conciencia ambiental o ecológica; verbigracia, Japón, China, India, Brasil o Rusia.
En junio, Bush y sus colegas del G 8 resolvieron promover substanciales pero no especificadas reducciones de gases asociados al efecto invernadero”. También aceptaron renegociar y extender el protocolo de Kyoto, cuya pálida vigencia llega a 2012. Entretanto, nuevos desastres climáticos se estrellarán contra el poder de las grandes petroleras anglosajonas o la indiferencia de gobiernos como Moscú, Beijing, Tokio o Delhi.
China e India ha sido invitadas, además de la Unión Europea, Japón, Brasil, Surcorea, México, Rusia, Indonesia, Australia, Sudáfrica y Canadá. Sólo los últimos tres tienen políticas ambientales progresistas. En lo tocante a medios, es intersante notar que la cadena ultraconservadora Fox –apoya a las petroleras- pertenece al mismo Rupert Murdoch que acaba de tomar el “Wall Street journal”, nunca un adalid de la ecología. Otro detalle: la secretaria de estado, Condoleezza Rice –bisoña en temas ambientales- , presidirá las sesiones.