Bush impulsa una contracumbre sobre el efecto invernadero

El objetivo real del presidente norteamericano consiste, entre jueves y viernes, en diluir presiones internacionales en favor de un protocolo de Kyoto II. Para eso reúne quince países a puertas cerradas.

26 septiembre, 2007

Durante dos días sesionarán en Washington los quince máximos responsables por emisiones de dióxido y monóxido de carbono, dos gases contaminantes originados en combustibles fósiles. Se trata de Estados Unidos, China, Rusia, India, Brasil, Japón, Indonesia, Turquía y siete miembros de la Unión Europea.

Para empezar, será un encuentro a nivel de ministros y funcionarios de línea y su intención es diluir los efectos de la cumbre convocada este lunes por Naciones Unidos. De todos modos, este encuentro tampoco tuvo trascendencia: ochenta jefes de gobierno en la pasarela, sin que el mundo se diese cuenta.

Condoleezza Rice, secretaria de estado, le aseguró al surcoreano Ban Ki-mun –máxima autoridad de la ONU- que la “contracumbre” simplemente continuará las líneas definidas esta misma semana. No obstante allegados a algunos participantes señalan que la meta es demorar toda acción a favor de adelantar un eventual “protocolo de Kyoto II”.

Sea como fuere, todas estas movidas se efectúan con vistas a la “supercumbre” prevista para diciembre en Bali, un lugar más apto para el turismo de lujo que para debates serios. Sin poder seguir ignorando ni el recalentamiento planetario ni el fracaso de Kyoto I, George W.Bush y sus ocasionales aliados pasan a un activismo de baja intensidad.

En síntesis, el grupo continuará bloqueando Kyoto II. En su lugar, propondrá un sistema de acuerdos voluntarios, no obligatorios, sin sanciones a cargo instancias multitalerales. Vale decir, lo mismo que ahora. Bush tiene un solo problemas: Nancy Pelosi y Henry Reid, líderes demócratas en diputados y el senado, le exigen apoyar limitaciones obligatorias y un rpegomen de sanciones internacionales.

Durante dos días sesionarán en Washington los quince máximos responsables por emisiones de dióxido y monóxido de carbono, dos gases contaminantes originados en combustibles fósiles. Se trata de Estados Unidos, China, Rusia, India, Brasil, Japón, Indonesia, Turquía y siete miembros de la Unión Europea.

Para empezar, será un encuentro a nivel de ministros y funcionarios de línea y su intención es diluir los efectos de la cumbre convocada este lunes por Naciones Unidos. De todos modos, este encuentro tampoco tuvo trascendencia: ochenta jefes de gobierno en la pasarela, sin que el mundo se diese cuenta.

Condoleezza Rice, secretaria de estado, le aseguró al surcoreano Ban Ki-mun –máxima autoridad de la ONU- que la “contracumbre” simplemente continuará las líneas definidas esta misma semana. No obstante allegados a algunos participantes señalan que la meta es demorar toda acción a favor de adelantar un eventual “protocolo de Kyoto II”.

Sea como fuere, todas estas movidas se efectúan con vistas a la “supercumbre” prevista para diciembre en Bali, un lugar más apto para el turismo de lujo que para debates serios. Sin poder seguir ignorando ni el recalentamiento planetario ni el fracaso de Kyoto I, George W.Bush y sus ocasionales aliados pasan a un activismo de baja intensidad.

En síntesis, el grupo continuará bloqueando Kyoto II. En su lugar, propondrá un sistema de acuerdos voluntarios, no obligatorios, sin sanciones a cargo instancias multitalerales. Vale decir, lo mismo que ahora. Bush tiene un solo problemas: Nancy Pelosi y Henry Reid, líderes demócratas en diputados y el senado, le exigen apoyar limitaciones obligatorias y un rpegomen de sanciones internacionales.

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