Cuando el reloj marque la medianoche del 29 de marzo de 2019 por primera vez en la historia de la integración de Europa en la post guerra, un país abandonará la Unión Europea.
A medida que avanza la cuenta regresiva para el retiro de Gran Bretaña, el Brexit está mostrando que resultó ser una gran fuera unificadora en el continente.
Es como si, después del triunfo del Brexit y de Donald Trump en Estados Unidos, los países europeos se hubieran dado cuenta de que no podían seguir criticando a la Unión Europea como venían haciendo en los últimos 25 años. Esta es la opinión del Primer Ministro de Finlandia, Alexander Stubb, quien agregó que nunca había visto tan unida a la Unión Europea.
El historiador Luuk van Middelaar opina que el Brexit fue visto como un ataque frontal a la autoimagen de Europa como club de todos los países de Europa, aunque algunos no estuvieran. Por eso él ve que la forma de mantener a Europa unida es “un Brexit duro”, el más fácil de negociar. Si se le otorgan concesiones a Gran Bretaña, se corre el riesgo de erosionar el valor de pertenecer a la Unión Europea. Y redondea su idea: “El precio político de un Brexit suave es más alto que el precio económico de un Brexit duro”.
Por su parte, el finés Stubb, veterano en las mesas de negociaciones de Europa cree que no es probable que Gran Bretaña logre dividir a los estados miembro apenando a intereses estrechos porque éstos van a temer que los acuerdos bilaterales favorezcan a Gran Bretaña.
Según estas posiciones, el Brexit podría funcionar como el pegamento capaz de restañar las muchas divisiones que doblegan al viejo continente. Las divisiones, sin embargo, son muchas y muy difíciles de zanjar.