<p>Hasta ahora, Silvio Berlusconi se limitó a comunicar su decisión al presidente Giorgio Napolitano. Luego, ante los medios, se comparó con Jesucristo traicionado por acólitos. Por supuesto, el detonante fue la ruptura de una mayoría casi automática, subsistente gracias a legisladores sensibles a la billetera del Cavaliere y su mano derecha, Giovanni Letta, secretario del gabinete (también dimitente). La moción de confianza obtuvo solo 308 votos, ocho menos que los necesarios para sostenerse.<br />
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En este punto, hay dos salidas factibles: elecciones anticipadas o gobierno transicional de salvación pública. Pero ¿quién lo conducirá?, ¿el ministro de Economía Giulio Tremonti, enfrentado desde hace meses con Berlusconi?, ¿acaso Mario Monti, duro crítico del milanés y autor de un drástico programa de reformas?. Naturalmente, el círculo aúlico desearía ubicar al “superincondicional” Angelino Alfano, origen de dos leyes que bloquean la prisión del premier mientras esté en el cargo. <br />
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Sin embargo, la atención europea no se centra en ese conventillo (hoy pretende controlarlo el separatista lombardo Umberto Bossi, principal aliado de Berlusconi). El tema de fondo es la deuda soberana, que ingresa a zona de sumo peligro. Inversores y bancos privados abandonan los títulos italianos a diez años, cuyos rindes –contrapartes de los precios- tocaban este miércoles 6,75% anual, tope desde que existe la Eurozona.<br />
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Esos rendimientos pudieron ser superiores si el Banco Central Europeo no intervenía comprando títulos inmediatamente tras la frustrada cumbre de Cannes. En la nueva etapa, señalan analistas de Fráncfort, París y Londres, hace cortar de cuajo la crisis política con el despido del primer ministro, sin necesidad de esperar la aprobación parlamentaria del paquete supervisado por el Fondo Monetario Internacional.<br />
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Si el mero anuncio de renuncias o la formación de un gobierno provisional no alcanzan, el país precisará un salvataje estilo portugués o irlandés. No obstante, es poco factible que los recursos actuales del FMI (US$ 395.000 millones) o el Fondo Europeo pro Estabilidad Financiera (€ 440.000 millones(FEEF) satisfagan las necesidades romanas. En ese caso, despunta el espectro griego: cese de pagos, depresión y otro cimbronazo en el sistema financiero occidental.<br />
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Italia, en efecto, tenía a fin de junio una deuda pública de € 1,9 billones, o sea un cuarto del pasivo regional. Si bien su relación con el producto bruto interno se ha mantenido bastante tiempo en 120%, merced a un déficit relativamente bajo, igual precisa recaudar miles de millones en los mercados para refinanciar vencimientos. Por ejemplo, en 2012 el país debe refinanciar unos € 300.000 millones y cubrir un agujero presupuestario de 25.000 millones. <br />
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Berlusconi no acaba de irse y la deuda empeora
El primer ministro anunció la renuncia, pero no la presentó formalmente al parlamento. Pretexto: falta la aprobación de reformas fiscales y económicas prometidas a la Eurozona. Mientras, la deuda soberana de Italia ingresa en área de alto riesgo.